Chile y el modelo neoliberal



Chile y el modelo neoliberal

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“Chile ha de actualizar su modelo económico con el fin de recoger los ‘frutos’ de los cambios que tienen lugar a escala global (…) la baja productividad está frenando el potencial de crecimiento del país”, recomendó la OCDE a través de su informe.



«”Chile ha sido el laboratorio del neoliberalismo mundial.
Aquí se ha querido construir un capitalismo perfecto, sin
vuelta atrás, la obra que iniciaron los “Chicago Boy” de
Pinochet, la han continuado los gobiernos civiles, y el
modelo se ha institucionalizad y consolidado prácticamente en todas sus formas, dando origen a un país muy diferente al que
existía antes de 1973.
Estos cambios pueden resumirse en cuatro grandes
características generales (estructurales):
La transnacionalización de la economía.
Una nueva forma de organización del capital.
La profundización de las diferencias entre los distintos
sectores de la economía del país.
El aumento de la dependencia.

Nuevas formas de organización de la producción
Desregulación del mercado de trabajo
Contratación de pequeños grupos y relaciones laborales precarias
El mercado del trabajo como reproductor de la desigualdad
El mercado del trabajo como reproductor de la pobreza
Empobrecimiento general del nivel de vida de la población laboral del país.

El modelo de dominación del capital a lo largo de los 200 años de Historia latinoamericana de independencia institucional, hemos presenciado un conflicto entre dos modelos: uno enraizado en lo nacional y popular y otro de inserción mundial dependiente, proyecto conducido a beneficio de las élites locales dominantes. Esos dos modelos se han alternado sin una prevalencia clara a lo largo de la historia, sin que pueda afianzarse desde 1930 ningún modelo de desarrollo sustentable e inclusivo.
Cada vez que los Gobiernos populares han intentado consolidar un proyecto autónomo, diferentes circunstancias internacionales, la oposición de los bloques dominantes vía golpes tradicionales o blandos y las limitaciones y errores propios han impedido la construcción de una patria autónoma y pujante. Y en la trágica alternancia de experiencias populares truncas y proyectos oligárquicos inviables siempre está presente la restricción externa. Si bien los Gobiernos populares del siglo XXI no terminaron en crisis económicas profundas, la renovada restricción externa provocó el regreso de la vieja nueva derecha por vías electorales o pseudolegales. En Chile la derecha económica ha logrado sustentar una ideología de mercado.
«Tras el modelo agroexportador vigente desde 1880 a 1930 y la crisis mundial posterior, diversos Gobiernos tuvieron que sustituir las importaciones y fortalecer el Estado. El deterioro de los términos de intercambio mostró los límites del proyecto agroexportador para generar un excedente que permitiera sostener el crecimiento económico y evitar las crisis.
Los modelos sustitutivos entre 1930 y 1975 tuvieron varias fases. El primero fue conducido por fuerzas conservadoras y tuvo que impulsar políticas estatales intervencionistas y sustitutivas de las importaciones para afrontar la crisis. Una segunda fase fue de profundización de dicho proceso, canalizado por Gobiernos populares. El peronismo argentino, el varguismo brasileño y el cardenismo del Partido Revolucionario Institucional mexicano serían, con ciertas diferencias, experiencias en las que el Estado dirigió un proceso de industrialización captando las rentas del sector primario, controlando el comercio exterior e impulsando nacionalizaciones de empresas y un mercado interno con una urbanización creciente de trabajadores con mayores derechos e ingresos, un empresariado nacional emergente y un círculo virtuoso de ampliación del consumo e inversión que permitió un crecimiento sostenido.
A principios de los años 50, la expansión del consumo popular impulsó importaciones más allá de los avances del proceso sustitutivo que requería la expansión del mercado interno. En un contexto de caída de los precios de exportación, los Gobiernos populares debieron hacer un ajuste externo para evitar la caída en reservas. Para finales de la década, los modelos desarrollistas accedieron a los Gobiernos regionales. Si bien se mantuvieron cierta intervención pública y el modelo sustitutivo —a pesar de los deseos de retorno de las élites tradicionales—, el modelo de desarrollo se transnacionalizó con un perfil más exportador y menos ligado al mercado interno: se promovió la radicación de empresas transnacionales y se frenó el proceso de redistribución progresiva de la riqueza.
Esta variante del modelo sustitutivo no pudo consolidarse por la inestabilidad intrínseca de dos fuerzas en pugna: los sectores tradicionales oligárquicos, apoyados en las Fuerzas Armadas, que pretendían la vuelta del modelo primario exportador, y las fuerzas populares, que defendían sus conquistas. Los golpes de 1962 en Argentina y 1964 en Brasil terminaron la fase civil del neodesarrollismo.
La cuarta etapa ocurre a fines de los 60 y hasta mediados de los años 70 entre golpes militares nacionalistas revolucionarios en Perú y Bolivia y procesos electorales que impulsaron el regreso del peronismo y el triunfo de Unidad Popular en Chile. Así como el consenso keynesiano fue fuente de inspiración de los procesos populares y desarrollistas que impulsaron el pensamiento cepalino, el contexto mundial independentista y revolucionario, el Mayo francés y Vietnam impulsaron procesos que pretendían cambios más profundos. La teoría de la dependencia se hizo carne en las experiencias democráticas del Gobierno de Allende y la experiencia peronista de 1973, además de los procesos nacionalistas revolucionarios del velazquismo en Perú y Ecuador.»
«Se profundizaron las nacionalizaciones de los recursos y la reforma agraria, había mayores controles en el sector externo y se impulsaron medidas sociales para alcanzar una distribución más justa de la riqueza. La debacle petrolera de 1973 generó una crisis externa e inflacionaria que alimentó las prácticas destituyentes estimuladas por la CIA y se sucedieron golpes en el Cono Sur, Perú y Ecuador.»

«En 1976 se consolidan en la región golpes militares que inician una etapa que intenta clausurar el modelo sustitutivo dirigido por el Estado. No se trataba de volver a políticas económicas ortodoxas, sino de implementar reformas económicas neoliberales que, abrevando en el neoconservadurismo de Reagan y Thatcher, pretendían reconfigurar el aparato productivo y las relaciones sociales en América Latina. El trasfondo de la irrupción neoliberal es el fin de las restricciones a los movimientos internacionales de capitales que predominó desde 1930 hasta el colapso de Bretton Woods en 1973. Comenzaba una fase de fuerte predominio del capital financiero mundial.
En nuestros países, el sector industrial nacional pierde peso ante la alianza de los sectores tradicionales del agro y la energía, que se financierizan como una parte de los sectores industriales concentrados que se desentienden del desarrollo del mercado interno. »
Los países fueron haciendo ajustes al modelo de dominación económica.
«Se impulsa una apertura financiera liberal eliminando todas las restricciones a los movimientos especulativos de capitales, tanto de ingreso como de salida, lo que permite un ciclo de endeudamiento propulsado por los profundos desequilibrios fiscales y externos que conlleva el modelo. El ingreso masivo de capitales del exterior que aprovechan las altas tasas de interés en moneda local genera una apreciación de la moneda nacional y un aumento en el déficit de cuenta corriente por el estímulo a las importaciones que provocan la apertura y el dólar subvaluado.
La fuerte subida de la tasa de interés en los Estados Unidos provocó un gran desequilibrio en las cuentas públicas de los países endeudados y generó la suspensión de pagos. En los 80 no fue posible en América Latina reimpulsar un proceso de desarrollo nacional por el elevado peso del endeudamiento en las cuentas públicas y a principios de los 90 comienza una nueva fase de endeudamiento: la segunda fase neoliberal —y tercera experiencia de un modelo de crecimiento hacia fuera—. A diferencia de los años 70, no son los bancos, sino un conjunto de inversores institucionales, los que invierten en bonos públicos o privados de la región. Las privatizaciones impulsaron en la región un mayor endeudamiento externo y la desnacionalización de la economía.
La segunda fase del modelo neoliberal tuvo en Argentina y México dos fases: una de crecimiento entre 1991 y 1994, ligada a un fuerte endeudamiento —pero con desarticulación productiva y un aumento de la desigualdad—, y una posterior de la crisis.
En la década de los noventa el fuerte crecimiento de la deuda pública interna y externa llevó a la destrucción de gran parte de la industria nacional, a niveles desmesurados de desempleo y pobreza, a la creciente limitación de la capacidad financiera del Estado, a sucesivas crisis y ataques especulativos. La nación fue llevada a una virtual quiebra, que desembocó en el default [suspensión de pagos].»
«Con la implosión del neoliberalismo se sucedieron en América del Sur Gobiernos que intentaron revertir el neoliberalismo y sentar las bases para un desarrollo nacional autónomo. Con sus idiosincrasias y un desigual grado de avance, la Argentina del kirchnerismo, el Brasil del Partido de los Trabajadores y otras experiencias en la región marcaron un profundo quiebre, pero culminaron en 2015-2016. Solo Bolivia luce aún como el modelo popular más avanzado y consolidado.» El sello de la corrupción fue transversal en la clase política.»

«El retroceso en Argentina, el golpe parlamentario a Dilma, la destitución de Lugo o los fracasados intentos golpistas sobre Correa y Morales: reflejan una tendencia regional regresiva producto de maniobras destituyentes, el efecto de la crisis mundial, las limitaciones de nuestros propios procesos progresistas y el insuficiente cambio cultural de nuestras sociedades. De la primera década del siglo con los Kirchner, Lula y Chávez a la era de Macri y Temer hay un retroceso muy fuerte. ¿Una interrupción de corto plazo? ¿Una regresión larga? En el apogeo de los Gobiernos nacionales y populares, la región no pudo avanzar en una mayor integración productiva, comercial y financiera.»
«Los gobiernos de derecha en la región, las medidas adoptadas por Macri desde diciembre de 2015 benefician objetivamente a los sectores financieros y rentísticos y al capital concentrado del agro, energía y minería. La eliminación de los controles a los capitales especulativos, la fuerte devaluación, la bajada en las retenciones a la soja y la apertura comercial provocaron una fuerte caída del PIB en 2016, una duplicación de la inflación y un fuerte aumento del déficit fiscal y comercial que se financia con endeudamiento.
La actual dinámica de altas tasas de interés con tipos de cambio que se retrasan favorece una especulación financiera que promueve el endeudamiento; en dos años Argentina se endeudó en más de cien mil millones de dólares. No lo hizo para producir más, sino para pagar a los buitres financieros y generar una valorización que destruye la economía real de los argentinos. El aumento del déficit fiscal se espiraliza y promueve más endeudamiento, pero, paralelamente, se percibe una creciente dolarización y fuga de capitales.
Piñera en Chile está imponiendo medidas económicas/laborales, que benefician a los empresarios y la proyección del capital foráneo. En desmedro de los derechos de los trabajadores, de la precariedad laboral.

publicado en:  https://debatemirista.wordpress.com/

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