Mundo en la netwar: ¿Enfrentar la guerra de quinta generación con arcos y flechas?
Mundo en la netwar: ¿Enfrentar la guerra de quinta generación con arcos y flechas?
Aram Aharonian (*)
Fuente: http://estrategia.la/2018/08/24/enfrentar-la-guerra-de-quinta-generacion-con-arcos-y-flechas/
publicado en: http://cctt.cl/2018/08/27/mundo-final-enfrentar-la-guerra-de-quinta-generacion-con-arcos-y-flechas/
Alrededor del mundo, una inmensa gama
de organismos gubernamentales y partidos políticos están explotando las
plataformas y redes sociales para difundir desinformación y noticias
basura, ejercer la censura y el control y socavar la confianza en la
ciencia, los medios de comunicación y las instituciones públicas.
El consumo de noticias es cada vez más
digital, y la inteligencia artificial, el análisis de la Big Data (que
permite a la información interpretarse a sí misma y adelantarse a
nuestras intenciones) y los algoritmos de la “caja negra” son
utilizados para poner a prueba la verdad y la confianza, las piedras
angulares de la llamada sociedad democrática occidental.
Son muy pocos los dueños de la
infraestructura que permite el uso de la Internet en todo el mundo, y
también los servicios que sobre ella se brindan. La propiedad de los
cables de fibra subacuáticos, las empresas que se alojan y controlan el
NAP de las Américas, los grandes centros de datos como Google, Facebook,
Amazon o los llamados “servicios en la nube” como Google Drive, Amazon,
Apple Store, OneDrive, veremos que son corporaciones trasnacionales, en
su mayoría con capitales estadounidenses.
Hoy, de las seis principales firmas que
cotizan en bolsa, cinco de ellas son del rubro de las TIC: Apple,
Google, Microsoft, Amazon y Facebook.
Campo popular: aggiornar la lucha
Es que el mundo cambia constantemente,
muchas veces al ritmo de la tecnología y pareciera que a la izquierda, a
los movimientos y medios populares de comunicación, nos empujan a
pelear en campos de batalla equivocados o ya perimidos, enarbolando
consignas que no tienen correlato con este mundo nuevo.
Mientras, las corporaciones mediáticas
hegemónicas desarrollan sus estrategias, tácticas y ofensivas en nuevos
campos de batalla donde se pelea con nuevas armas, donde la realidad no
importa, en lo que quizá ya ni se trata de la guerra de cuarta
generación, la que ataca a la percepción y sentimientos y no al
raciocinio, sino a una guerra de quinta generación, donde los ataques
son masivos e inmediatos por parte de megaempresas trasnacionales, que
venden sus “productos” (como el espionaje) a los Estados.
Hoy debiéramos estar más atentos a la
integración vertical de los proveedores de los servicios de comunicación
con compañía que producen contenidos, la llegada de los contenidos
directamente a los dispositivos móviles, a la trasnacionalización de la
comunicación, convirtiendo a la información en campañas de terrorismo
mediático… mientras apenas denunciamos lo fácil que está siendo
convertir a la democracia en una dictadura manejada por las grandes
corporaciones
Debiéramos estar atentos a los temas de
vigilancia, manipulación, transparencia y gobernanza de Internet, al
video como formato a reinar en los próximos años, estar atentos al hecho
de que los mismos televisores se van convirtiendo en una pantalla más a
donde llegan los contenidos manipulados por las grandes corporaciones.
Pero desde el campo popular seguimos
reclamando la democratización de la comunicación y la información,
creyendo que una distribución equitativa de las frecuencias de radio y
televisión entre los sectores público, comercial y popular puede
significar el fin de la concentración mediática. Estamos peleando
guerras que ya no existen, cuando el campo de batalla está en Internet,
en el Big Data, en los algoritmos, en la inteligencia artificial.
Cansa la insistencia discursiva anclada
en el pasado y con una agenda diseñada en países centrales, que no
incluyen nuestras realidades. Se insiste en una necesaria renovación de
la izquierda, en la necesaria búsqueda de nuevos caminos -en las
catarsis colectivas de seminarios, foros, reuniones, conciliábulos,
escritos-, pero no se buscan soluciones específicas al aislamiento y
endogamia de nuestros sitios populares, alternativos a los mensajes
hegemónicos, comunitarios, populares.
Estos temas no están en la agenda de los
movimientos, de los partidos ni de los gobiernos (incluso los
progresistas), más preocupados por seguir con la satanización de las
nuevas tecnologías, por la denunciología, que en definir estrategias y
líneas de acción. Hoy los gobiernos de la restauración conservadora
disparan contra Unasur, que en su momento de auge no pudo concretar un
canal propio de fibra óptica, que al menos le hiciera cosquillas al
control de las megacorporaciones.
Hoy, el escenario digital puede
convertirse en una vía para la reconexión del progresismo con sus bases,
y en particular con los jóvenes, que es como decir con el futuro. Pero,
no se ha avanzado en una agenda comunicacional común, pero tampoco en
temas estratégicos para el futuro de la soberanía tecnológica, como la
gobernanza de Internet, el copyright, la innovación, el desarrollo de
nuestras industrias culturales.
Se habla de nuevos caminos, pero pocos
parecen dispuestos a transitarlos, porque seguramente afectan su
identidad, su memoria y su vida. Se insiste en denunciar la
desinformación, la información basura, el terrorismo mediático (tenemos
doctorados en denunciología y lloriqueo), pero no nos preparamos para
aprender a usar las nuevas herramientas, las nuevas armas de una guerra
cultural ciberespacial. Quizá el problema no sea formular, sino tener
oídos dispuestos a intentar, dice el humanista Javier Tolcachier.
Cada sitio de medios y/u organizaciones
sociales dirige sus mensajes a una masa crítica acotada, a los que ya
están convencidos de su mensaje, en una gimnasia endogámica, sin definir
una agenda propia, latinoamericanista, en defensa de los derechos
humanos y de los trabajadores, una línea editorial que los pueda
unificar y entonces entrar con fuerza en la guerra cultural, en la
batalla de las ideas.
Sus lenguajes –y hablamos sobre la
generalidad y por eso es de destacar los esfuerzos del mediactivismo de
Fora de Eixo, Facción o Emergentes, por ejemplo- no se adecúan al
momento histórico, cultural ni tecnológico. Están anclados en la
denunciología, sin visibilizar las luchas, los anhelos, de los pueblos o
sociedades que dicen representar.
El informe de Oxford
Un informe de Samantha Bradshaw y Philip Howard, investigadores de la Universidad de Oxford (Challenging Truth and Trust: A Global Inventory of Organized Social Media Manipulation), confirma que la manipulación de la opinión pública sobre las plataformas de medios sociales se ha convertido en una amenaza a la vida pública.
En 2017, el primer inventario de las
tropas de ocupación cibernéticas globales realizado por estos
investigadores arrojaron luz sobre la organización mundial de la
manipulación de los medios de comunicación social por gobiernos y
actores de partidos políticos. Este año revela las nuevas tendencias de
manipulación organizada de los medios, y sus cada vez más crecientes
capacidades, estrategias y recursos en las que se apoya este fenómeno,
con evidencias de campañas de la manipulación organizada de los medios
en 48 países, 20 más que el año anterior.
En cada país se constató que al menos un
partido político o agencia gubernamental usaba los medios de
comunicación social para manipular a la opinión pública nacional, en
países donde los partidos políticos diseminan desinformación durante las
elecciones, o donde la institucionalidad se siente amenazada por
noticias basura e injerencia extranjera en los asuntos internos, y
desarrollan sus propias campañas de propaganda cibernética.
En una quinta parte de estos 48 países,
sobre todo en los del sur global, se hallaron pruebas de campañas de
desinformación operando sobre las aplicaciones de chat como WhatsApp,
Telegram y WeChat. La manipulación de las redes es un gran negocio,
donde gobiernos, fundaciones, ONGs y partidos políticos han gastado más
de 500 millones de dólares en investigaciones, desarrollo e
implementación de operaciones psicológicas y manipulación de la opinión
pública a través de internet.
En algunos países esto incluye
“esfuerzos para contener al extremismo”, pero en la mayoría de los
países esto implica la propagación de noticias basura y desinformación
durante las elecciones, las crisis militares y complejos desastres
humanitarios.
La Guerra de Quinta Generación
Si
la guerra de primera generación se basa en movilizar la mano de obra,
la segunda en el poder de fuego y la tercera en la libertad de maniobra,
los paradigmas cambian sustancialmente en la de Cuarta Generación,
donde tanto los recursos empleados como los objetivos e intereses a
alcanzar engloban tanto al interés público como privado (intereses de
corporaciones). La idea principal es que el Estado ha perdido su
monopolio de la guerra, y a nivel táctico incluye desde el aspecto
armamentista al psicológico,
Dada la enorme superioridad tecnológica
alcanzada durante la etapa anterior frente a esta asimetría de fuerzas
entre contendientes, solo es concebible el uso de fuerzas irregulares
ocultas que ataquen sorpresivamente al enemigo, tratando de provocar su
derrota al desestabilizar a su rival, con el uso de tácticas no
convencionales de combate.
En la Guerra de Quinta Generación
(también denominada guerra sin límites), introducida desde el 2009 como
concepto estratégico operacional en las intervenciones EEUU-Otan, no
interesa ganar o perder, sino demoler la fuerza intelectual del enemigo,
obligándolo a buscar un compromiso, valiéndose de cualquier medio,
incluso sin uso de las armas. Se trata de una manipulación directa del
ser humano a través de su parte neurológica (ondas biaurales y
componentes de cristales de magnetita del cerebro y los métodos sobre
sus posibles manipulaciones).
Y los medios masivos y las redes
sociales son parte integral del esquema de esta guerra, para generar
desestabilización en la población a través de operaciones de carácter
psicológico prolongado; se busca afectar la psiquis colectiva, afectar
la racionalidad y la emocionalidad, además de contribuir al desgaste
político y a la capacidad de resistencia.
Y se cuenta con mecanismos científicos
de control total a través de no solo la manipulación de medio masivos de
comunicación e información concentrados, sino también de sistemas
financieros como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, el
Banco Interamericano de Desarrollo, miles de fundaciones y
organizaciones no gubernamentales.
Zbigniew Brzezinski, exsecretario de
Estado estadounidense, afirmaba que la clave estaba en el ataque al
recurso emocional de un país por medio de la revolución tecnológica, La
táctica para mantener la desintegración política en la sociedad consiste
en crear complejos de inferioridad y en convertirse en referencia
externa en todos los ámbitos, evitando que los proyectos y modelos
colectivos o alternativos se consoliden en su identidad, pues la
referencia será algo distinto a sí mismos; el mundo desarrollado y su
modelo prevaleciente.
Los medios de difusión masiva se encargan de condicionar las mentes en las naciones subdesarrolladas, puesto que “el Tercer Mundo enfrenta, ahora, el espectro de las aspiraciones insaciables”, según escribía Brzezinski hace ya 44 años.
Redes sociales, aislacionistas
Las redes sociales son un conjunto de
plataformas digitales de esparcimiento e interacción social entre sus
diversos usuarios, ya sean personas, grupos sociales o empresas, que
permiten el envío de mensajes, la comunicación en tiempo real y la
difusión de contenido de distintos modos, entre los usuarios que se
encuentren conectados entre sí, es decir, que sean “amigos” o “seguidores” .
La aparición masiva de las redes
sociales, dice la experta británico-ecuatoriana Sally Burch, han
revolucionado nuestras sociedades, pero también han causado preocupación
porque al no estar reguladas son aprovechadas para la desinformación,
la imposición de imaginarios colectivos con la difusión de información
falsa, creando realidades virtuales lejanas a las realidades reales, la
apropiación de datos personales para fines comerciales y/o de
manipulación política e, incluso, para conculcar la intimidad de los
ciudadanos, invadiendo sus espacios de trabajo, educación, ocio e
incluso de socialización.
Las redes sociales tienen acceso y
manipulan los datos de sus usuarios (direcciones de correos, números
telefónicos, aficiones, gustos, amigos), gentilmente proporcionados por
ellos mismos a través de la construcción de sus propios perfiles. Su
atractivo principal es la masividad: el mismo mensaje, información –o la
misma publicidad tácita o encubierta- puede ser enviado a millones de
personas a la vez, a través de las distintas plataformas (computadoras,
tablets, celulares).
Operan en base a algoritmos que
organizan la información para mostrarnos más de aquello que nos guste y
menos de lo que no. Cuando validamos un comentario, una publicidad o una
noticia, retroalimentamos el sistema para que se adapte aún más a
nuestros gustos puntuales. Ya que los algoritmos privilegian el
contenido semejante al que hemos elegido (con un “me gusta”),
restringiendo las oportunidades de recibir información real, no
filtrada, donde el usuario solo accede a opiniones semejantes a las
suyas (un efecto antidemocrático, sin duda), agrega Burch.
Por ejemplo, un algoritmo usado por
Facebook se basa en la afinidad (cantidad de veces que unos e conecta
con otro, publicando en sus muros, validando –me gusta- sus contenidos.
Su peso es la cantidad de interacciones que tiene una publicación y el
tiempo hace que la información decaiga en interés y baje en la cola de
la información.
Las desventajas de las redes sociales
apuntan a la ruptura con la presencia de los otros, instándonos a dejar
de socializar en persona, en la construcción de sociedades
ciberdependientes, nichos donde no tiene cabida el pensamiento
contrario, la otredad.
¿El fin de la transparencia?
La consultora británica Cambridge
Analytica (CA), la que protagonizó el escándalo por el uso de 87
millones de datos de usuarios de Facebook, si bien anunció el cese de
todas sus operaciones, simplemente cambió de piel y seguirá sus
manipulaciones, amenazando la transparencia de las elecciones en varios
países, entre ellos Argentina, Colombia y México.
La
compañía británica culpó de su quiebra a las denuncias de manipulación
política que inundaron los medios internacionales en los últimos, pero
lo cierto (y que no dice) es que sus principales activos ya trabajan en
una empresa con fines similares llamada Emerdata Limited, en cuyo
consejo de administración aparecen una serie de nombres directamente
vinculados con CA, según destapó en marzo Business Insider.
Alexander Taylor fue nombrado director
de Emerdata el 28 de marzo en sustitución del dimitido Alexander Nix,
quien reconoció que trabajó en elecciones en países de todos los
continentes, incluyendo Estados Unidos, Reino Unido, Argentina, Nigeria,
Kenia y República Checa, y debió alejarse a raíz de un vídeo grabado
por la televisión británica con cámara oculta donde hizo toda clase de
comentarios inapropiados como ofrecer grandes cantidades de dinero a un
candidato y amenazarle con publicarlo, para intentar extorsionarlo.
Según Business Insider, entre los
responsables de Emerdata aparece Johnson Chun Shun Ko, un ejecutivo
chino de Frontier Services Group, la firma militar presidida por el
prominente partidario de Trump Erik Prince, fundador de la contratista
militar estadounidense Blackwater y “casualmente” hermano de la
secretaria de educación de Estados Unidos, Betsy DeVos, pilar de la
internacional capitalista Red Atlas.
El Observatorio en Comunicación y
Democracia señala que recién cuando el escándalo tomó dimensión global,
Facebook -.el principal agente empresarial involucrado en los cambios
de tendencia en las urnas británicas (referendo por el Brexit) y
estadounidenses (elección de Donald Trump) en 2016- reconoció que la
consultora británica había accedido (¿o comprado?) a la información
personal de al menos 87 millones de usuarios y la había utilizado para
crear perfiles de votantes.
Facebook gestiona más de 300 millones de
gigabytes en información personal de sus usuarios, un arsenal de
perfiles que le permite disponer de una de las plataformas on line más
importante del mundo, indispensable para beneficiarse de modelos de
negocio que amplían consumidores y diversifican mercados al calor del
incremento productivo de los robots y la automatización industrial.
Colofón
Todo esto acontece apenas dos decenios
después de que Sergey Brin y Larry Page registraran el dominio
google.com y once de que Steve Jobs presentara en sociedad, en San
Francisco, el primer iPhone. Mientras, Facebook sigue creando perfiles
de usuarios y los algoritmos que usara Cambridge Analytica siguen a
disposición de quien los quiera (o pueda) pagar.
Difícil que un país sólo tenga capacidad
de desarrollar los niveles necesarios de respuesta para mantener y/o
recuperar la soberanía en algunas áreas, y por eso es imprescindible la
suma de voluntades –gobiernos, academia, movimientos sociales- para
sumar fuerza de negociación en temas básicos como inteligencia
artificial y el big data. No hay otra salida: debemos apropiarnos del
big data para poder pensar en herramientas liberadoras.
La única forma de luchar en esta guerra
de Quinta generación es poniéndose al día en lo que respecta a la
inteligencia artificial, es en la posibilidad de montar nuevas
plataformas que evadan los filtros de las grandes corporaciones, es en
la necesidad de adueñarse de las armas, las herramientas para poder
pelear en esta guerra cultural, de generar agendas propias de acuerdo a
los intereses de nuestros pueblos, de …
(*) Periodista y comunicador
uruguayo. Magíster en Integración. Fundador de Telesur. Preside la
Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro
Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
publicado en: http://cctt.cl/2018/08/27/mundo-final-enfrentar-la-guerra-de-quinta-generacion-con-arcos-y-flechas/
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