Chile resistencia: Las ayudistas anónimas de la resistencia contra Pinochet
Chile resistencia: Las ayudistas anónimas de la resistencia contra Pinochet

“Sus tareas hicieron posible que hubiera menos muertos”
por Antonia Laborde/El País/Imágenes para Memoriar (Andriana Goñi).
Tomás García, autor de ‘Todo lo que tenías que hacer’, se adentra en la red de protección construida por las mujeres durante la dictadura
Mientras el periodista y escritor chileno Tomás García (30 años, Santiago) reporteaba para su primer libro sobre la vida de Ricardo Palma Salamanca, el asesino de Jaime Guzmán, uno de los principales ideólogos de la derecha chilena y fundador de la UDI, reparó en que varios testimonios de exmiembros del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), un movimiento que tomó las armas durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) le mencionaban la ayuda que habían recibido de mujeres en aquella época. Mujeres que los habían escondido en sus casas, que les habían donado ropa, que habían transportado desde mensajes encriptados hasta armas. Pero no tenían nombre. Muchas de ellas ni siquiera eran militantes de partidos de izquierda. A García le quedó rondando la idea de rastrearlas medio siglo después para relevar sus historias y desentrañar la red de protección que se gestó en la resistencia.
No fueron pocas las que, una vez contactadas por el investigador, ni siquiera eran conscientes de que habían sido ayudistas. “Ese lugar de cuidado hizo posible que el listado de detenidos desaparecidos no se engrosara, que hubiera menos muertos, que menos niños quedaran sin sus padres”, sostiene el autor del libro recientemente publicado Todo lo que tenías que hacer (Alquimia Ediciones). De las decenas de mujeres que entrevistó García, seleccionó siete historias. Cada una de las protagonistas, de diversos estratos socioeconómicos, geográficos y creencias, tenían en común el ingenio con que sorteaban a los militares.
Una de ellas es Mercedes Toledo, quien recién separada, sin dinero para alimentar a sus hijas, comenzó a vender almuerzos en la Plaza de Armas, en el centro de Santiago, y gracias al contacto con los vecinos de la zona se convierte en empleada doméstica de algunos de ellos. Uno de sus empleadores la recomienda para trabajar haciendo aseo en una casa del sector oriente de la capital, en Los Dominicos. Toledo repara en que sus jefes no están nunca porque van constantemente al exclusivo balneario de Zapallar y pone a disposición el recinto para que miembros del Partido Socialista realicen sus reuniones. Cuando llegaban los militantes, montaban una escena en la calle como que eran un grupo de limpiadores que la apoyaban en sus tareas. “Toda esa cadena de creatividad es muy asombrosa y habla del potencial creador que tienen esas mujeres en aquella época”, plantea García.
Durante dos años el joven escritor se dedicó a buscar ese tipo de testimonios. Unas mujeres le hablaban de otras y así fue construyendo la red. La mayoría de ellas no han tenido en su vida un papel de portavoz sobre la resistencia en la dictadura y no estaban acostumbradas a desempolvar cómo la vivieron. Incluso a hablarlo con sus familias. Los hijos sí tenían una idea, pero a los sobrinos y nietos ya no les había llegado el relato. Fue un ejercicio de memoria y confianza.
Hay dos testimonios que le solicitaron García no señalar sus nombres verdaderos por un temor que todavía las acecha. “Muchas sienten todavía la sombra de la dictadura”, apunta el autor. “Hay un miedo muy latente, pero también por un desconocimiento del valor de su propia historia. Un menoscabo, si se quiere, de su propia experiencia. Nombraban a otras que consideran haber sido mucho más valientes o arrojadas en esas tareas”, añade.
El amor es clave en los testimonios. A una pareja, a un hijo, al país. “Ellas estaban movilizadas por lo más humanitario que pueda haber, que es querer que la otra persona esté bien, que esté sana, que esté viva”, apunta García, que deliberadamente escogió mujeres que no hubiesen crecido en un entorno demasiado político, sino más bien ajeno y que debido a las circunstancias podían haberse vuelto militantes o no.
Ese amor movilizador que menciona el autor se palpa en la monja María Inés, que rescata un bebé abandonado en un hospital vigilado por la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), la policía secreta de la dictadura; en Claudia, la militante comunista que trasladaba armamentos envueltos en bolsas de papel de regalo o en una caja de plancha; o en la veinteañera Mercedes que, acompañada de sus hijas en plena calle, recibía cajas de detergente marca Rinso cargadas con documentos clandestinos para los socialistas que escondía en su casa. Las historias del libro, un ejercicio de periodismo narrativo, están descritas con un nivel de detalle que trasladan al lector a las escenas ocurridas en una frontera en el norte, en el epicentro de la capital, o en un rincón de la sureña isla de Chiloé.
Al lanzamiento del libro en el Museo de Violeta Parra llegaron todas las entrevistadas, salvo Amelia Mancilla, la chilota, que falleció. Lo hicieron acompañada de sus cercanos, de esos que desconocían el pasado de su abuela o su tía. Y a pesar de que la mayoría no era consciente de que había sido una ayudista, se acercaron al final del encuentro a García para decirle que sentían que se había hecho “media justicia” con el libro. Que su publicación había sido un acto reparatorio.
Fuente: https://elpais.com/chile/2025-09-15/las-ayudistas-anonimas-de-la-resistencia-contra-pinochet-sus-tareas-hicieron-posible-que-hubiera-menos-muertos.html
De Archivo:
«Todo lo que tenías que hacer. Mujeres ayudistas en la dictadura de Pinochet» de Tomás García Álvarez
por Eduardo Contreras Villablanca / Letras de Chile/Imágenes para Memoriar (Andriana Goñi).
Una buena noticia del mundo del libro en Chile, es que en años recientes, se han publicado obras que abordan un tema poco tratado hasta la fecha: los ejemplos heroicos de mujeres chilenas que colaboraban de diversas formas para proteger personas perseguidas por la dictadura de Pinochet.
Ejemplo de eso es «Ella no debe morir» de Taro Rivera, una
novela basada en hechos reales, que relata la historia de Diana Araujo,
una joven militante comunista que regresa desde el exilio en Hungría en
1979 para asumir la misión de proteger la vida de Gladys Marín, quien
había ingresado clandestinamente al país. Diana se convierte en la
encargada de seguridad de Gladys durante cuatro años.
En el caso del libro que comentamos, «Todo lo que tenías que hacer. Mujeres ayudistas en la dictadura de Pinochet» del periodista Tomás García Álvarez, publicado por Alquimia Ediciones en 2025, tenemos el resultado de una extensa investigación. La obra reúne testimonios y crónicas sobre mujeres que, en medio de sus responsabilidades cotidianas, arriesgaron sus vidas para ayudar, proteger y resistir en favor de quienes eran perseguidos por los aparatos represivos de la dictadura.
Tomás García Álvarez estudió en la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile, este es su segundo libro. En él recoge parte de la investigación realizada para su memoria de título, memoria que también dio origen a su primer libro “El Negro Palma. Retorno Desde el Punto de Fuga”.
En
base a la lectura de «Todo lo que tenías que hacer. Mujeres ayudistas
en la dictadura de Pinochet», y en mi rol no solo de escritor sino
además de profesor en la Universidad de Chile, debo agradecer la
contribución del autor al cumplimiento de buena parte de la misión que
dicha universidad se ha planteado: el libro hace un gran aporte a
la búsqueda de la verdad, a la generación y difusión del conocimiento,
en este caso relativo a nuestra historia reciente, a la vez de crear un
patrimonio histórico y cultural con este rescate de las voces de las
mujeres ayudistas, contribuyendo así, además, al desarrollo de una
conciencia crítica en nuestra sociedad.
El libro está trabajado en capítulos. En “Una isla partida en dos”, se describen las actividades de Amelia Mansilla, militante del Partido Socialista en Castro, apoyando inicialmente a los prisioneros de Isla Dawson, luego a los relegados y personas de su entorno, incluso familiares, que van cayendo debido a la represión

La prosa fluye y tiene imágenes acertadas y emotivas, como por ejemplo la siguiente, que refiere a la detención de Gladys, nuera de Amelia, cuando caminaba por la calle con su hijo: “El niño quedó solo. Tirado en la calle, entre locales y zapaterías, esperando a que su madre volviera. Imaginando que lo que veían sus ojos era un simple juego que él no sabía jugar”.
En “La partida de ajedrez”, se narra la historia de Mónica Urrutia. Proveniente de una familia de tradición demócrata cristiana, se compromete férreamente con el rescate y asilo de perseguidos, alguno de ellos vive oculto en su casa, es el caso de El Gitano, militante del Partido Comunista, y sobreviviente de una matanza en Concepción. Mónica lo hace pasar por un maestro que se quedó sin trabajo y que está de allegado en su casa mientras encuentra un empleo… en un barrio de mayoría partidaria al régimen, y con familiares de Mónica que justificaban el golpe y el fantasma del terrorismo de izquierda (ver micro entrevista a Mónica Urrutia en https://web.facebook.com/share/v/1AK4aJeX8a)
El Capítulo “Las cajas – las puertas – las armas – las casas”, relata dos historias en paralelo, la de Mercedes Toledo, que protege a personas que forman parte de la dirección clandestina del Partido Socialista, y la de Claudia Casone, militante de las Juventudes Comunistas, que va a asumiendo tareas de apoyo al Frente Patriótico Manuel Rodríguez, organización en la que participa activamente su pareja, Renzo Contreras.
Otra vida de perseverancia y coraje, es la de Margarita Medina, una de las protagonistas del capítulo “Ahuyentar la muerte”. Margarita, al momento del golpe, es militante del Partido Comunista Revolucionario, de tendencia Maoísta. Detenida en 1976 en Valparaíso, y luego llevada al centro de torturas conocido como “venda sexy” donde es salvajemente torturada. Lo anterior no mata su ímpetu por apoyar la resistencia, y apenas es liberada, ya descolgada de su partido, comienza a ayudar a las personas que sufren prisión política en Valparaíso. Luego la vida bajo dictadura le depara otro golpe, que la lleva a trasladarse a Santiago, lugar en el que comienza a apoyar a militantes clandestinos del MIR.

En este capítulo, la narración va alternando con la historia de una religiosa, la hermana María Inés, que trabaja en conjunto con el sacerdote Fernando Ariztía y con el Comité Pro Paz, en el rescate de personas perseguidas. Cito un pasaje de este capítulo que muestra el rol que en esa época jugaron las personas más comprometidas de la iglesia, en particular religiosas como María Inés. “El hábito y la cruz en el pecho no las transformaba en santas, pero servía para ocultarlas en esa enorme jaula-país. Una jaula pesada y hostil en la que se colaban algunos pájaros que entraban y salían porque nadie sospechaba de ellas…”
El último capítulo es uno de los más extensos, y la historia lo amerita. Soledad Carrasco, en Arica, también ayuda a personas perseguidas, hasta que conoce a un joven uruguayo, Felipe, que ha venido recorriendo el país como mochilero. Felipe aloja en casa de Soledad y su familia, ella lo va acogiendo como un hijo, el joven se va quedando más tiempo de lo que pensaba en esa ciudad. También se va interesando en la realidad sociopolítica chilena, por eso lo invitan a una protesta, ahí Felipe cae detenido y su paseo por Chile se transforma en una pesadilla.
Finalizo con una cita del autor en el epílogo del libro, que explica el título de la obra e ilustra la sencillez y humildad con que estas mujeres se involucraron y arriesgaron sus vidas: “La mayoría de ellas disminuían sus acciones y no se creían merecedoras de ningún reconocimiento. Probablemente porque todas (cuando digo todas, son todas) estaban convencidas de que era lo que había que hacer. Me lo repitieron innumerables veces (y no exagero). A través de esa frase fui comprendiendo la importancia de la ayuda movilizada por la angustia y la desesperación, pero sobre todo por la humanidad de las mujeres”.
Un libro necesario. Ojalá muchas personas lo lean. En estos momentos en que se alzan demasiadas voces que justifican los crímenes de la dictadura, leer este libro creo que ayudaría a que algunas de las personas que sostienen esas posiciones, reflexionen al respecto, y ojalá en honor al humanismo, cambien de postura si es que logran empatizar con las y los compatriotas retratados en este libro.
Fuente: https://letrasdechile.cl/2025/05/10/todo-lo-que-tenias-que-hacer-mujeres-ayudistas-en-la-dictadura-de-pinochet-de-tomas-garcia-alvarez/
Extractado de: https://cctt.cl/2025/09/20/chile-resistencia-las-ayudistas-anonimas-de-la-resistencia-contra-pinochet/?utm_source=mailpoet&utm_medium=email&utm_source_platform=mailpoet
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