Chile: NO ERA UN AYUDISTA, ERA UN MILITANTE ACTIVO DE LA RESISTENCIA
NO ERA UN AYUDISTA, ERA UN MILITANTE ACTIVO DE LA RESISTENCIA
En 1973 conocí a Adalberto Muñoz Jara estando ambos en prisión. Fue en la calle 10 de la Penitenciaria, reservada después del golpe para PRIGUES como la mencionaban los funcionarios de gendarmería en ese entonces, nombrándonos como PRIGUE, vale decir PRI sioneros de GUErra. Mas de un centenera de presos vivíamos en esa calle que mezclaba militantes de casi todos los partidos de la UP (PC, PS, PR, Mapu, Moc), dirigentes sindicales, ex uniformados de todas las ramas que no apoyaban el golpe, pobladores, campesinos, estudiantes, obreros. Adalberto fue quien se ofreció como "mocito" quien después de la cuenta matutina iba a buscar el pan que nos daban, aseaba la calle y recogía las encomiendas que desde el exterior nos enviaban. Así se convirtió en todo un personaje recordado por muchos. Rápidamente fue bautizado como MOPARE, porque había sido camionero parte de la agrupación gremial de ese nombre que defendía a Allende. De aspecto campechano, con muy poco pelo en ese entonces, pero que contextura gruesa y fuertes brazos que solo años después sabría de su origen en Osorno y su primer oficio como leñador. Junto con un compañero sobreviviente y testigo de la masacre en San Bernardo, conformaron una carreta que se ubicaba junto a la que nombrábamos carreta 21. La carreta en ese tiempo era la agrupación de detenidos más afines entre si que juntaban sus víveres para compartirlos y/o cocinar cuando se tenía cocinilla o anafres. Nuestra carreta la componíamos 4 miristas, 1 socialista y dos comunistas. En 1975 logre salir de prisión acogiéndome al decreto 504 que cambiaba prisión por exilio, ya que había sido condenado por un Consejo de Guerra de la FACH. Rumbo al exilio, nunca imagine que volvería al país solo un par de años después y de manera clandestina, y de verdad, no tenía idea de cómo enfrentaría la vida fuera del país.
Reincorporado al MIR y la Resistencia en Chile a fines de 1978, evitaba por norma moverme en el centro de Santiago y prefería realizar compras de insumos y víveres en ferias o locales de poblaciones periféricas. Fue en una de esas ferias que de repente sentí que me seguían descaradamente. Mi sorpresa fue mayúscula: MOPARE me había visto, reconocido y trataba de darme alcance para conversar. Sabía que yo debía estar en el exterior y rápidamente había llegado a la conclusión que yo estaba clandestino y luchando. Así que fue directo al grano y me solicito incorporarse al MIR y a la Resistencia. Vivía en Puente Alto, trabajaba repartiendo productos soprole en una pequeña camioneta que le facilitaba la empresa. Como todo proceso de incorporación al MIR en ese tiempo, leyó nuestros documentos y los discutimos, realizo tareas básicas, aporto con materiales de todo tipo y su casa se convirtió en una casa de seguridad, que solo en 1981 fue conocida por algunos combatientes de Santiago y de Valparaíso. Se destaco en el cumplimiento de las tareas, participo en algunas acciones de sabotaje, y lamentablemente el olvido en su casa de un militante que dejo un uniforme de carabineros usado en una acción y un par de armas viejas e inútiles, llevo a que uno de sus hijos menores descubriera el escondrijo y saliera a la calle con el uniforme y esas armas, iniciándose así el golpe represivo que llevo a su captura y posteriormente la mía. Según vecinos el sector, Investigaciones ocupo durante casi dos semanas la casa montando una ratonera, torturándolo en sus cuarteles durante ese tiempo. El guardo silencio y lo aguanto todo. Su pareja no pudo hacerlo, amenazada respecto a sus hijos, acepto poner las señales de normalidad que habíamos establecido iniciándose así el seguimiento y mi detención posterior. El y otro compañero capturado que apodábamos Inanimado, se portaron de lujo guardando silencio mientras yo asumía las responsabilidades políticas y el segundo Consejo de Guerra a que fuimos sometidos. Inanimado salió libre casi de inmediato. Ese año de nuestra detención y encarcelamiento, fuimos envenenados con toxina botulínica en la calle 2 de la Cárcel Publica, junto con los hermanos Aguilera Morales y cuatro reos más, dos de los cuales fallecieron en el envenenamiento. Después del envenenamiento Mopare salió libre viajando de inmediato a Francia donde se radico junto a su familia. Regreso en los años 90, solo. Su pareja había fallecido y sus hijos ya estaban insertos en ese otro país. Volvió a Osorno trabajando un tiempo en el campo y visito mi casa varias veces conociendo a mis hijos, luego viajo a Cuba enamorándose de la isla y de sus habitantes. Regreso a nuestro país hace un par de años y se radico en Arica y después de un tiempo se internó en una casa de reposo ayudando permanentemente a las religiosas que trabajaban en ese lugar. Hablábamos permanentemente por teléfono y siempre mantuvo sus convicciones anticapitalistas y por la revolución social.
Querido compañero, no pocos te miraban a huevo y te mencionaban solo como amigo, como ayudista, ignorando tu trayectoria y tu compromiso ejemplar. Ahí mismo, donde muchos fallaron y fallan hoy día respecto a su consecuencia, tú te mantuviste firme en eso que siempre repetías de Miguel: sabemos que en esta lucha se nos puede ir la vida, pero la continuaremos hasta la victoria final.
Hasta siempre querido compañero.
Gracias a los camaradas y compañeros que lo acompañaron en Arica hasta su última morada.
¡Solo la lucha nos hace libres!
Publicado en facebook el 25.9.25 por: Guillermo Rodíguez e
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