El MIR en el andar pelusa de la población

El MIR en el andar pelusa de la población

Chago, militante Tejer-Construir

“El seguirá en la pelea, vivo con toda la vida
porque hay hombres que no mueren, aunque sea mortal la herida”
(Homenaje a Miguel Enríquez Carlos Puebla)

La dictadura de Pinochet durante la década de los 80´s se vive con porfía en las poblaciones. La vida insiste una y otra vez en seguir su cauce y son las y los niños de la pobla quienes mejor la representan. En medio de tanta pobreza, miedo, deprivación cultural, represión militar y violencia diaria de un capitalismo aplastante, se escabulle por las calles de tierra la risa pelusona.

Los juegos por esos días grises son en patota: “la pichanga”, “auto es corriente”, “las bolitas”, “la escondida” y el “alto” son parte del repertorio callejero. En la población el jugar de las niñeces se mezcla con el jugársela de los adultos y jóvenes, quienes literalmente se “juegan la vida” en la resistencia. “Las escondidas” y “el corre que te pillo” adquieren otra envergadura cuando se trata de sortear, de deveritas arriesgando el pellejo, las redadas represivas de pacos, milicos y ratis.

Entre juego y juego, los cabros chicos fuimos creciendo (en el más profundo sentido de la palabra) en las colonias urbanas, en las chocolatadas por cuadra, en instancias recreativas en la parroquia, en talleres infantiles. Entre murales, protestas, barricadas, ollas comunes, volantinadas y tizadas, el mundo popular se las arregla para entrar en esas coordenadas donde la precariedad no limita la creatividad y la muerte no opaca a la vida, como quiso el enemigo de siempre.

Jugar entremedio de las jornadas de protestas nacional, el aniversario de la población, o las conmemoraciones de fechas de la memoria le lleva conversa. Los temas son variados, entre futbol, dibujos animados y política contingente. Las conversaciones, escuchadas y repetidas, tienen como protagonistas de relatos casi reales, casi faccionados, casi ciertos, casi épicos, a las y los “militantes”. Gente que se la juega y que es capaz de enfrentar casi irracionalmente a la dictadura. Cuando la rabia se mezcla con la esperanza se sazona una forma de vida que moviliza, eso lo dijo una vez alguien grande, refiriéndose a la militancia.

Por esos tiempos la resistencia tiene su propia banda sonora, donde la narración musical se dirige a las andadurías colectivas de hombre y mujeres que hacen de la resistencia, la lucha, el amor al pueblo y la esperanza por un mañana socialistas, el motor de la vida.

EL MIR fue para muchos y muchas, que por esa década éramos niños, la mayor expresión de “eso” que no podíamos explicar que era, pero que sí podíamos asociar con la idea de la militancia. Se trataba de una bandera que contenía la admiración y el respeto que nos merecían las y los militantes, y que detrás y junto a ella estaban las expresiones sociales y comunitarias de la vida linda en la población y también en ese mismo manto, estaba la figura mítica de las y los combatientes.

Los combatientes eran para nosotros, pelusas pobletes, lo más parecido a un “superhéroe”. Existía admiración, respeto y cuidado de esa figura. Las y los revolucionarios representaban una especie de lugar a llegar, una mezcla entre deber ser y herencia cultural e histórica a alcanzar.

Los rayados, las propagandas armadas, los panfletos, los lienzos, los murales, los fierros, el secreto, la admiración, Miguel Enríquez, los hermanos Vergara Toledo, la Revolución Sandinista, El Che, todo todito con fondo rojo y negro. ¡Como no iba a ser importante el MIR si en esas tres letras cupia tanto!

Se fusionaban en la imaginación de pendejos populares la figura de los combatientes miristas con la de los jedi de la guerra de las galaxias, con batman y su máscara y también con Cristo su peinado hippie y su coherencia moral. Se trataba de algo presente en lo concreto y en lo simbólico. Entendíamos que de “eso”, del MIR, no se podía hablar en la escuela o con cualquier persona. No todos los amigos de la población tenían las mismas familias “rojas” o “comprometidas” así que no podíamos “descuidar” la lengua y eso era parte del asunto. La vida debía vencer a la muerte y en esa pelea todos y todas teníamos una responsabilidad.

Los años pasaron y con él se fueron desvaneciendo las cosas, la derrota caló muy profundo, la democracia como la imaginamos nunca llegó y el rojo y negro fue quedando enquistado en la memoria. El mall neoliberal trajo nuevos héroes, nuevas épicas y atrás quedaron los días de la lucha, el poder popular y la militancia.

El MIR, o al menos una versión él, caminó junto a nosotros y nosotras también en los complejos años 90, cuando ya no éramos tan pendejos y nos recordó que la revolución era joven. Con la rojinegra durante el fin de siglo dimos pelea en las calles, en los grupos muralistas, en los colectivos, en los preu populares, en las murgas, en las barras, en la tocata punkrocker y en la cárcel de alta seguridad. Esa bandera – nuestra bandera – abrió el siglo XXI sirviendo de telón de fondo para empuñar las estrellas y anidar nuevos sueños y bríos emancipadores, ¡porque el MIR nos enseñó que la lucha continua y que el poder popular es una construcción y un desafío permanente que no se desacopla jamás de la lucha de clases y que a los pobres del campo y la ciudad nadie les trancará el paso!

Hoy a 60 años de la fundación del MIR sigue totalmente vigente su proyecto político y de seguro la memoria de la resistencia contra la dictadura y la porfía subversiva contra la falsa democracia serán componentes fundamentales para despertar al gigante popular que solo está dormido. La mirada de esos turbulentos años a través de los ojos de quienes fuimos niños y jóvenes pobladores es una forma de darle vuelta, desde otras perspectivas, a un aprendizaje histórico que no podemos ni debemos olvidar.

Honor y gloria al pueblo mirista, a los combatientes populares y a todas y todos quienes, bajo el manto de unidad de la rojo y negro, albergaron los sueños rebeldes de quienes abrazan la vida.

¡Hasta La Victoria Siempre!

Extractado de: https://revistahorizonte.cl/el-mir-en-el-andar-pelusa-de-la-poblacion/?fbclid=IwY2xjawMaUo1leHRuA2FlbQIxMABicmlkETA4dWpFNDIwbTU2dGU1ZEV4AR7fKb8-pL5OihaytX8Qv19_fmTjhC4S6W9FfGTt2sbl54RH3wekvj_iwX4bOg_aem_9GuJrn3zUYDxoMhfFhBovQ

 

 

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