Mi Encuentro con Don Clotario Blest

Mi Encuentro con Don Clotario Blest


Fue a fines de marzo de 1981
cuando el destino me regaló
el honor de conocerle.



Fue el Encuentro que
reafirmo mi Vida: Más bien él
me encontró a mí, como si el
multiverso popular y los
arcángeles hubieran
conspirado para que nuestros
caminos se cruzaran en ese
momento preciso. Era tarde,
Yo esperaba en el antiguo
paradero de los Expresos
Pullman a Puente Alto,
ubicado en la calle Ricardo
Santa Cruz, cuando el reloj
marcaba las siete de la tarde.


YO venía caminando desde el Darío Salas, donde cursaba primer año de
enseñanza media, había entrado a clases un lunes de marzo al Instituto Nacional,
el otro lunes ya había sido trasladado al Liceo A-16 Darío Salas. Me parece que
era Viernes, ya había salido de clases y transitaba con un libro entre mis manos
que despertaría una conversación que marcaría mi alma para siempre: "Ven y
Verás", el texto de religión que acababa de recibir ese dia en el Liceo. Qué
paradoja la vida me presentaba: estudiar en un liceo que había sido el último
bastión de la educación pública experimental y laica en dictadura, y ahora tener
que enfrentar por primera vez una clase de religión.


Recuerdo vívidamente cómo cada autoridad del Liceo —la profesora Livacic, el
Pato Lucas mi profesor jefe, la profesora de religión apodada "la Chilindrina", el
Mancilla, rector y su protegido el sapo Julio García Provoste— nos había dado
pequeños sermones sobre aquel libro. Páginas llenas de cartas, dibujos, cuadros
sinópticos y fotogramas de un Jesús blanco y rubio, el mismo de la película "Jesús
de Nazaret". Yo estaba absorto en aquellas imágenes cuando sentí una presencia
mirándome.


Ahí estaba él, frente a mí, como surgido de la penumbra del atardecer. Vestía un
mameluco azul, llevaba una bolsa de género en sus manos y una bufanda verde
al cuello. La noche comenzaba a envolver la ciudad cuando me atreví a dirigirle la
palabra. Le mire a los ojos, esos inconmensurables ojos azules de cielo, —Buenas
tardes, Don Clotario. Don Lito es mi abuelo, mi nombre es...yo soy Gregorio —me
respondió, clavando en mí sus ojos, esos ojos que parecían contener toda la
sabiduría del mundo—.
Tomo once... [ñamm...], usted es nieto del mecánico, [ñamm...] usted es un
cresto. Si usted gusta y si usted puede, venga, tomaremos once.
Su tono era formal y a la vez convocante, como una invitación que no se podía
rechazar. Caminé junto a él unos metros que se sintieron como un viaje hacia
otra dimensión. Conocí su casa, su enorme biblioteca, sus gatos y sus
compañeros de morada. Durante esa once, de marraquetas, mantequilla, y dulce
de ciruelas, nuestra conversación giró en torno al libro que yo llevaba "Ven y
Verás". Su observación se centró en una gráfica interior que daba origen al título
"Ven y Verás", haciendo la distinción entre las parábolas "Ven y Sígueme" y la
interpelación al joven rico. Al despedirme, le clarifique, "si soy un Crestto con 2
T", me miro, sonrió y aun más abrió sus ojos,..[ñamm...] si es uno de los
"Cresthos"... lo entendí en un aspecto, y años después lo entendí en su totalidad.


Los Años de Aprendizaje


Durante varios años le frecuenté periódicamente, siempre que las condiciones de
seguridad lo permitían. A veces lo encontraba muy vigilado, otras no tanto. Si
viviera hoy, en nuestro siglo XXI, estaría con un dron pegado a su sombra, sus
teléfonos pinchados y de cuando en cuando unos agentes tras sus pasos.


Hacia 1987 lo encontré plenamente lúcido. Aunque sus palabras fueron siempre
las mismas —pues reiteraba una y otra vez LA UNIDAD—, su mensaje comenzó a
trascender en mi ser como semillas que germinan en tierra fértil:
"La acción y el ejemplo arrastra mucho más que la palabra... Libertad, Justicia y
Fraternidad. Hacer el bien a todos los que sufren... No hacerle el mal a nadie.
Sólo atacar a quienes atacan a los trabajadores... ¡No se desalienten nunca!...
Tendrán que tener a veces pequeñas derrotas, no, sí. ¿Cuántas derrotas no
hemos sufrido nosotros?... Ahora ya llevo más de diez años en la misma tarea...
sin resultado alguno, porque aún la podredumbre es mucho más grande que
antes... No se desaliente jamás, siga adelante en esta lucha... especialmente en
las poblaciones, donde hay más pobreza... Soy un incansable predicador de la
unidad de la clase trabajadora chilena, porque cuando la clase trabajadora chilena
está unida, es invencible... Nadie se atreve contra ella..."


Reflexiones desde el Presente


Hoy, en mayo de 2025, constato el reflujo, luego el estancamiento y la
putrefacción en la que sobrevivimos, pero también vislumbro cómo comenzamos
a superar este período de restauración neoliberal que iniciamos cuando asumió el
gobierno de los fariseos y del joven rico Gabriel Boric en 2021.


Don Clotario es una figura reconocida en Chile, aunque sus enemigos de clase
solo pueden ver en él una especie de santón, una moral inquebrantable, un
"idealismo moral". Ese es un relato recortado, una versión que no hace justicia a
su verdadera grandeza.


Don Clotario fue un hombre de enorme inteligencia y capacidad de lucha. Su vida
fue sin duda ejemplar, desarrollando una política popular y clasista independiente
de los partidos políticos del régimen de la clase dominante.
Él mismo decía: "Los ricos, oligarcas o burgueses no son mis parientes".


El Legado del Grupo Germen


En 1928, durante la Dictadura de Ibáñez, fundó el grupo Germen, a través del
cual compartió en su revista homónima el espíritu revolucionario del cristianismo.
Uno de sus principios fundamentales me sigue estremeciendo:
"Se ha desfigurado a Cristo ante las masas hasta el extremo de hacerlo odioso.
Silencio alrededor del obrero que es Cristo: mucha palabrería alrededor del Dios
que es rey. Se ha desfigurado a Jesús, mirándole sólo como Dios, y no como
hombre y obrero, verdadero hermano nuestro según la carne, donde Él quiere y
desea y pide ser imitado y amado".


Don Clotario fue funcionario público y sindicalista, organizador de la Asociación
Nacional de Empleados Fiscales (ANEF), de la extinta Central Única de
Trabajadores de Chile (CUT-CH), del Comité de Defensa de los Derechos Humanos
y Sindicales (CODEHS), del Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR) y
hermano terciario franciscano.


Desde joven estuvo vinculado a la Iglesia Católica, siendo inicialmente orientado
por el pensamiento social cristiano que compartía el sacerdote jesuita Fernando
Vives Solar, quien propiciaba un Cristo Obrero. Desde aquellos días, Don Clotario
frecuentó las conferencias de Luis Emilio Recabarren a fines de la década de 1910
e inicios de los 20.


Su trabajo ha sido considerado como la continuación natural de Recabarren, tanto
en pensamiento como en acción política.


Como dato que me conmueve profundamente, luego del "suicidio" del Maestro
Recabarren, a Don Clotario le tocó participar en la organización de sus funerales y
sepelio final.


El Constructor de la Unidad Sindical


En 1922 entró a trabajar como empleado público en la Tesorería General de la
República.


En aquellos años, la ley prohibía que los empleados fiscales formaran sindicatos o
asociaciones. Por este motivo, Don Clotario decidió formar inicialmente (1938)
una asociación deportiva llamada Asociación Deportiva de Instituciones Públicas,
que sería el antecedente de la Agrupación Nacional de Empleados Fiscales
(ANEF), constituida por él en 1943.


No solo la ANEF debe su existencia a Don Clotario; la extinta Central Única de
Trabajadores también le debe su nacimiento.


El primero de mayo de 1952 se agruparon más de 50 mil trabajadores en la Plaza
de los Artesanos, Barrio La Chimba.


Don Clotario inició su discurso y, tras un largo silencio que electrizó el ambiente,
declamó:
—¡Sólo la unidad sindical hará posible que triunfemos en nuestras demandas! Por
eso les pregunto: ¿quieren o no la unidad?
—¡Sí! —se escuchó responder a la muchedumbre.
—¡Entonces, díganles a todos estos dirigentes! ¡Díganles ustedes mismos que
quieren la unidad!


Durante aproximadamente quince minutos se escucharon los gritos de la
muchedumbre exclamando '¡UNIDAD!', '¡UNIDAD!', '¡UNIDAD!'
Un clamor que aún resuena en nuestra memoria de Clase.


El Internacionalista


Con altos y bajos, cárceles y traiciones, presidió la ex-CUT y cuanta confluencia
antiimperialista impulsó por la soberanía y unidad del campo popular. Viajó a la
Unión Soviética, a Cuba Revolucionaria, a Argelia liberada.


Convocó y realizó en Santiago de Chile, el 19 de abril de 1961, a contracorriente
de los dirigentes de los partidos de izquierda, salvo Salvador Allende, el primer y
único paro de solidaridad con Cuba y con su comandante en jefe Fidel Castro Ruz.
Este hecho significó un salto de conciencia en una franja importante del
movimiento sindical, en la clase popular y particularmente en la juventud de la
época.


A partir de entonces, paso a paso se reanimó la lucha de clases en Chile, período
que fue cancelado con el golpe civil y militar de septiembre de 1973.


El Defensor de los Derechos Humanos


Tras el golpe de Estado siguió luchando por la defensa de los derechos humanos.
Como acto simbólico, no se volvió a cortar su barba, sosteniendo que se la
cortaría solo tras la recuperación de la democracia y la victoria de la resistencia.
En 1976, cuando la urgencia de la situación de guerra abierta superó al Comité
Pro Paz y la Iglesia Católica institucionalizó su defensa en la Vicaría de la
Solidaridad, a sus casi 80 años reanimó el CODEHS (Comité de Derechos
Humanos y Sindicales), un espacio legal creado diez años antes para apoyar la
defensa jurídica de los rebeldes.


Don Clotario participó en numerosas manifestaciones por la libertad y la vida,
facilitando su apoyo a la resistencia popular contra la dictadura. Su casa sirvió de
sede y refugio para represaliados y proscritos, ayudándolos a conseguir pan y
asilo en las embajadas cuando lo requerían.


Participó activamente contra la violación de los derechos humanos y en la lucha
por la libertad, la verdad y la justicia, colaborando en la fundación de la
Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, cuya sede estuvo por años
en su propia casa de Ricardo Santa Cruz 632.


Don Clotario defendía la idea de que, desde un punto de vista cristiano, era
mucho mejor ir a visitar a los presos el domingo que ir a misa. Por ello, todos los
domingos iba a la Penitenciaría a visitar a los presos políticos de la calle 5,
llevándoles información útil y ayuda. Ellos, a su vez, proporcionaban información
sobre su situación, que se utilizaba en los informes.


El Reconocimiento Internacional


Su labor fue reconocida por el Servicio de Paz y Justicia, de quienes recibió en
1978 el Premio de la Paz. En 1980 fue nominado al Premio Nobel, nominación que
fue bloqueada por la DC internacional, el Vaticano y el gobierno estadounidense
de la época.


En Chile aún no ha recibido el reconocimiento a su labor histórico-social
institucional, dada su mitificación y cancelación ideológica por parte de los
neoliberalismos malmenorista y fascista.


El Legado que Debemos Alzar


Hoy, en mayo de 2025, es necesario alzar su figura para que los jóvenes
trabajadores conozcan, valoren y mantengan vivo su legado. El más importante
de todos: la unidad de las y los trabajadores.


Don Clotario es un profeta que hizo su aporte en vida, con su propia vida, para
configurar un proyecto de LIBERACIÓN, es decir, de fraternidad, justicia y libertad
en acción en el movimiento real de la vida.


Don Clotario, nuestro padre, no solo reflexionó, no solo escribió, no solo se hizo
verbo encarnado en la acción directa. Él trasciende en el sentipensamiento de
quienes comprendemos que la vida es hacer la fraternidad, la justicia y la
libertad, orientados hacia metas y fines, no hacia plazos.


El Cristianismo Revolucionario


La verdadera prédica y quehacer de Don Clotario dictaba que el capitalismo es
muerte en vida, miseria en cuotas y explotación; por ende, la revolución popular
era vida, dignidad y liberación.


Rechazó cuantiosos sobornos ofrecidos por la casta política oligarca, eligiendo la
austeridad y el honor. Sobrevivió en la cárcel cuando los gobernantes lo enviaron
con la intención de que lo asesinaran allí, pues incluso los criminales peligrosos
reconocían el trabajo de Don Clotario.


Siempre estuvo del lado de los pobres, combatiendo la injusticia y la miseria. Por
sobre todo, era un declarado cristiano, pero no de cualquier cristianismo:
practicaba el cristianismo del Jesús Obrero, que estaba en confrontación directa
con el Cristo Rey de los oligarcas, de los mercaderes y los fariseos; un cristo
blanco deformado que, a los ojos de Don Clotario, llegaba a ser odioso ante las
masas trabajadoras.


Ese cristo con corona era lo contrario al verdadero: al carpintero y constructor,
hijo del hombre y la mujer del campo y la ciudad, Jesús.


Ese altar de oro en catedrales e iglesias era una ficción ajena al Jesús que
caminó, sonrió, sufrió, bebió y murió entre los hombres y mujeres, rebelándose
contra los dogmas, superando los dolores e iniquidades de su tiempo, creando
tácticas de poder que nos abrieron camino.


El Jesús verdadero sufrió en carne propia la injusticia, naciendo en un pesebre
entre animales. Sus primeros amigos fueron los hijos de crianceros, se crio entre
hombres de trabajo, entre crianceros, pescadores y constructores.


Como sentenciaba Don Clotario: "Se ha desfigurado a Cristo ante las masas hasta
el extremo de hacerlo odioso. Silencio alrededor del obrero que es Cristo: mucha
palabrería alrededor del Dios que es rey. Se ha desfigurado a Jesús, mirándole
sólo como Dios, y no como hombre y obrero, verdadero hermano nuestro según
la carne, donde Él quiere y desea y pide ser imitado y amado".


El Jesús de los Oprimidos


Para Don Clotario, el Jesús auténtico era aquel que expulsa con violencia a los
mercaderes del templo, como si se tratara de una profecía para erradicar el reino
corrompido de los mercaderes y usureros de la faz del mundo.


El modo de sentir y pensar de Don Clotario no tenía nada que ver con el pacifismo
o la cobardía. Por el contrario, era el cristianismo del Dios que destruye el mundo
donde reinan los depravados y ladrones, para construir uno nuevo, donde el
revolucionario encarna el azote y el relámpago de la justicia sobre la tierra.
El cristianismo de Don Clotario era aquel que honra en coherencia la frase bíblica
"Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros, a mí no siempre me
tendréis" (Mateo 26:11), como una sentencia del poder latente de los pobres, del
cual no habrá salvación y ni siquiera él podrá frenar.


La Toma de la Catedral: Un Acto Profético


Sobre la verdadera iglesia que solo puede crecer en las filas de la lucha popular,
Don Clotario movilizó sus recursos personales, comprometió su patrimonio y puso
su persona en el acto de rebelión más importante de la historia de los cristianos
en Chile hasta esos días.


A las cuatro de la madrugada del domingo 11 de agosto de 1968, las rejas de la
Catedral de Santiago amanecieron con cadenas y candado. De sus torres, que
miran a la Plaza de Armas, colgaba un lienzo que decía: "Cristo es igual a la
verdad. Por una Iglesia junto al pueblo y su lucha. Justicia y amor".


Don Clotario, como parte de un grupo de laicos, sacerdotes y religiosas —llamado
"Iglesia Joven"—, realizó una toma del recinto. Adentro celebraron una misa,
pidieron por las víctimas de la guerra de Vietnam, por los obreros de América
Latina y por los procesados políticos de Brasil.


La "Iglesia Joven", con este acto espectacular, buscaba llamar la atención de los
católicos chilenos para convertirlos en cristianos. La toma de la Catedral generó
enormes repercusiones en el mundo católico chileno y fue un símbolo que
visibilizó a distintos grupos rebeldes que surgían en su interior.


La novedad del acto radicaba en que las "tomas" eran una práctica política
esencialmente de izquierda, y los espacios tomados hasta ese momento habían
sido fábricas, fundos y terrenos urbanos. Además, la participación de sacerdotes
y monjas, no solo laicos, en un acto de abierta rebelión era revolucionaria.


El Manifiesto de la Iglesia del Pueblo


El "Manifiesto de la Iglesia Joven" tuvo la mayor difusión. En él expresaron los
motivos de la toma, dejando claro que la manifestación no era contra el Cardenal
ni tampoco contra el Papa, sino contra "las estructuras caducas" de la institución
eclesiástica.


Planteaban un cambio dentro de la Iglesia, especialmente en torno a los valores
actuales de obediencia, disciplina y uniformidad, por otros más evangélicos como
pobreza, libertad, servicio y comprensión abierta y audaz.


Se declararon una "IGLESIA DEL PUEBLO", que estuviera con los pobres no solo
compartiendo su miseria, sino también sus luchas, haciendo un llamado a un
compromiso con "la auténtica liberación del pueblo".


La Liturgia de la Liberación


La toma de la Catedral estuvo llena de símbolos religiosos y políticos realizados
en su nave central. Los ocupantes celebraron una misa, no en el altar central,
sino en un altar improvisado con una mesa rodeada de bancas.


La eucaristía se hizo con panes y vino que se partieron y compartieron entre los
asistentes. Dentro de las lecturas bíblicas se analizó el pasaje en que Jesús
expulsa del templo a los mercaderes. Jóvenes con guitarras entonaron himnos y
canciones no cantadas comúnmente en misa.


Al término de la misa, en el momento de las letanías, cada concurrente improvisó
una plegaria: "por el angustiado pueblo de Biafra (actual región sudoriental de
Nigeria, que subsistió hasta enero de 1970) que muere de hambre", "por los
caídos en la absurda guerra de Vietnam", "por el pueblo uruguayo que lucha por
una vida mejor", "por todos aquellos hermanos nuestros que han muerto en las
luchas por la libertad de América Latina". Tras lo cual el resto repetía "escúchanos
Señor, te rogamos".


Por la tarde, los cantantes Ángel e Isabel Parra interpretaron su "Oratorio para el
Pueblo", mientras una reportera mercurial comentaba atónita que dicho acto se
asemejaba más a "la Peña de los Parra" que a un acto litúrgico.
El Evangelio de la Hoz y el Martillo


Don Clotario proclamaba que el evangelio original es de la hoz y el martillo:
"Los escribas y fariseos reunidos para condenarnos no han encontrado otra
acusación que la de que nuestro signo es igual al del Soviet. ¿Ignorancia? No;
mala fe clara y manifiesta. Desconocen estos Doctores de la Ley el símbolo del
cristianismo, infinitamente enaltecido por el sacrificio y señalado a los siglos como
emblema de redención. Los trabajadores, como base fundamental de toda
sociedad, deben ser la preocupación dominante de ella. Las herramientas del
trabajo industrial y agrícola: hoz y martillo, son los emblemas de la manifestación
más sagrada, después de las manifestaciones del Espíritu. La cruz de Cristo
puesta sobre estos símbolos significa la cristianización de la producción y la vida".


El Látigo contra los Fariseos


Don Clotario atacó sin tregua a los privilegiados y depravados de la iglesia
católica chilena, justificando el ataque popular contra la institución eclesiástica.
Don Clotario siempre recordaba las humillaciones y el dolor de su madre, aunque
se mantuvo dentro de los cánones del rito católico.


Como él mismo decía: "Mientras no renuncien a hacerse gratos a los de arriba y
despreciar a los de abajo, el proletariado, la porción escogida de Jesús, los
repudiará con asco y, desgraciadamente, identificando a estos 'traidores' con la
iglesia misma, atacará por igual a ambos... Por todas estas razones, y muchas
otras, no podemos aplaudir ni aplaudiremos, y nuestra actitud será la del látigo
en manos de Jesús, expulsando mercaderes de su Templo, enrostrando
venalidades y traiciones, y llamando al hipócrita, hipócrita, y al traidor, traidor. Así
nos encontraréis siempre, serenos y resueltos".


La Dualidad entre los Cristos y los Cresthos


Don Clotario nunca titubeó en atacar durante toda su vida a los fariseos, los
"doctores de las escrituras", cuya única doctrina consiste en memorizar intactos
los puntos y las comas de los libros sagrados, pero que no tienen al Cristo en el
corazón. Son los hipócritas, los sepulcros blanqueados como los Larraín, los
Ossandón, los Kast, los Frei, los Viera Gallo, los Gazmuri, los Garretón, que se
golpean el pecho condenando a otros sin comprender la auténtica doctrina de
amor al prójimo que combate la usura y la corrupción.


El cristo de los fariseos y oligarcas es “un canalla que se codea con los ricos,
“ungido” por ellos para colocarse una corona y mirar con desprecio al pueblo
trabajador y los empobrecidos.”


El Jesús de los pobres es el perseguido, proscrito y represaliado, el que llama a
las puertas y nadie le abre. Es aquel que sacrifica todo sentido del individualismo
en pro de un mundo nuevo, en favor de los otros, del nosotros.
El Jesús de los pobres es la palabra de la buena nueva y la verdad en acción que
devuelve la vista a los ciegos y retorna la vida a los muertos, ese es el "Chresto”
el buen hombre, el hombre nuevo que se rebela y es crucificado por los
opresores, mientras que el "Christos", el ungido, de la oligarquía y las castas es el
déspota que hace perdurar la miseria, la muerte y el dolor.


Mi Compromiso con su Legado


Hoy, mientras escribo estas líneas, siento que el espíritu de Don Clotario vive en
cada palabra, en cada gesto de resistencia, en cada acto de solidaridad que
realizamos quienes hemos bebido de su fuente inagotable de esperanza.


Su mensaje rima más vigente que nunca: la unidad de los trabajadores es el
camino hacia la liberación. En estos tiempos de fragmentación y desaliento, su
figura se alza como un faro que nos guía hacia la construcción de un mundo más
justo, más fraterno, más humano.


Don Clotario vive en cada uno de nosotros que decidimos tomar el camino de la
lucha por la dignidad. Su legado no es solo memoria, es compromiso. No es solo
recuerdo, es acción transformadora. Como él nos enseñó: "No se desalienten
nunca". Porque cuando los trabajadores estamos unidos, somos invencibles.


Nadie se atreve contra nosotros.


En memoria y acción de Don Clotario Blest Riffo, el profeta del pueblo trabajador.
En conmemoración a Don Clotario, quien nos deja un 31 de mayo de 1990,
comparto el “Decálogo del Hombre Nuevo":
I. El que se forje en la vida diaria elevando sus principios de libertad, justicia
y fraternidad a la categoría de ideales o centro de acción de toda nuestra
vida.
II. Es el que abre el camino hacia la cima y no se detiene jamás.
III. Es el capaz de sentir y alzarse contra las injusticias, la violencia, la violación
de los derechos humanos y la explotación del hombre por el hombre, donde
quiera se cometa y quien sea el que lo haga.
IV. Es el que está guiado en toda su vida por grandes sentimientos de amor.
V. Es el que huye de todo dogmatismo hueco y actitudes sectaristas o
prepotentes.
VI. Es el capaz de renunciar voluntariamente a una vida cómoda o
aburguesada, y pagar en cualquier momento su cuota de sacrificio, aún el
de su propia vida.


VII. Es el que une a un espíritu apasionado una mente realista, capaz de
tomar las decisiones más dolorosas sin desmayar un solo instante.
VIII. Es el que lo da todo en la vida sin esperar retribución alguna, que no
sea la crucifixión.


IX. Es el que todos los días lucha para que ese amor a la humanidad se
transforme en hechos concretos, predicando más que por la palabra con el
ejemplo permanente, y una vida austera, con sencillez propia de las almas
grandes y heroicas.


X. Es el mejor entre los buenos.


NADIE ESTÁ OLVIDADO, NADA ESTÁ OLVIDADO!!
Atentamente Gregorio Mondaca Crestto, Cristiano y Allendista,
Champurrea , y letreado por cuenta propia.


Notas y Fuentes
(*) "Germen" (Santiago de Chile), Número 11, marzo 1933.
Hemeroteca Biblioteca Nacional
Maximiliano SALINAS, “Clotario Blest, profeta contra el
capitalismo”. Ediciones Rehue. Santiago (1987). “Democracia y
Proletariado (1985)”. Maximiliano Salinas Arzobispado de
Santiago, Vicaría de Pastoral Obrera.
Mónica ECHEVERRÍA, , “Antihistoria de un luchador”. Ediciones
LOM. Santiago (1993).
Ángel Parra - 1965 - Oratorio para el Pueblo
(https://www.youtube.com/watch?v=jvwGvChJs1U )

 Texto de Gregorio Mondaca Crestto

 

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