Los archivos secretos de Llaitul: la bitácora de 25 años de interceptaciones telefónicas y seguimientos al jefe de la CAM / Chile

DOCUMENTOS RESERVADOS DE INTELIGENCIA POLICIAL REVELAN QUE HA ESTADO BAJO MONITOREO DESDE 1997

Los archivos secretos de Llaitul: la bitácora de 25 años de interceptaciones telefónicas y seguimientos al jefe de la CAM

Decenas de informes reservados archivados por la inteligencia de Carabineros, a los que CIPER tuvo acceso, revelan que las comunicaciones y movimientos de Héctor Llaitul han sido monitoreados de manera casi permanente durante más de dos décadas y que ha sido detenido en 20 ocasiones. El menú de acusaciones es amplio: desórdenes, riña, abigeato, secuestro, incendio, daños a Carabineros, porte ilegal de armas, atentado incendiario y asociación ilícita terrorista. La mayor condena que ha enfrentado fue por el atentado contra un fiscal. El cerco estatal ha sido tan estrecho, que Carabineros tiene los registros de sus agendas telefónicas, que incluyen los nombres, RUT y direcciones de quienes aparecen en ellas.

Dirigente de la primera organización mapuche que abrazó el camino de los atentados y el sabotaje en los años 90, Héctor Llaitul debe ser una de las personas que lideran el ranking de chilenos con mayor número de conversaciones telefónicas escuchadas por las policías. Desde hace al menos 25 años que, cuando no está en la cárcel, sus llamadas son interceptadas por Carabineros o la PDI, o por ambas policías en simultáneo. Así lo indican decenas de informes secretos archivados por la Dirección de Inteligencia Policial de Carabineros (Dipolcar) a los que CIPER tuvo acceso. No hay antecedentes públicos de que los aparatos de inteligencia de las Fuerzas Armadas o la Agencia Nacional de Inteligencia también lo hayan “pinchado”, pero no sería raro.

Llaitul es en la actualidad el dirigente más visible de las orgánicas mapuche que han optado por una línea radical de enfrentamiento con el Estado y la industria forestal. Ha militado en la Coordinadora Arauco Malleco (CAM) desde su fundación en 1997. Hace pocos meses llamó a tomar las armas y desde el principio de este gobierno desconfió del diálogo que el Presidente Gabriel Boric ha ofrecido a todas las organizaciones que protagonizan el conflicto en la denominada Macrozona Sur. Reivindica que la única vía para obtener las tierras reclamadas por su pueblo son los sabotajes a las faenas forestales y la recuperación de predios por la fuerza.

Cualquier persona que haya estudiado un poco la historia de Llaitul puede presumir que sus teléfonos están intervenidos. Por eso sorprendió que una asesora de la renunciada ministra de Desarrollo Social, Jeanette Vega (PPD), lo llamara por línea abierta para intentar un diálogo entre él y la secretaria de Estado, en mayo pasado. Al menos, si la intención de ellas era que ese contacto no trascendiera. No fue así. Esta semana la PDI detuvo a Llaitul y la Fiscalía le imputó delitos por robo de madera, usurpación y atentado contra la autoridad. Un día después, Ex-Ante publicó la transcripción de la llamada entre la asesora de Vega y Llaitul. A las pocas horas la ministra tuvo que dejar el cargo.

CIPER buscó los expedientes sobre Llaitul en la base de datos de los Archivos Secretos de Carabineros, la mayor filtración en la historia de la policía uniformada (220 gigabytes de información), a la que este medio tuvo acceso y que reveló, en parte, en seis reportajes publicados durante el verano pasado (vea aquí ese especial). Allí hay decenas de informes, fichas y audios sobre el líder de la CAM y sus actividades.

Según los reportes reservados de la Dipolcar, Llaitul ha sido detenido en 20 ocasiones. El menú de acusaciones es variado: desórdenes, riña, abigeato, secuestro, incendio, daños a Carabineros, porte ilegal de armas, atentado incendiario y asociación ilícita terrorista. La condena más grande que ha enfrentado fue por el atentado al fiscal Mario Elgueta, en 2008. Ese delito lo llevó a la cárcel hasta abril de 2015, cuando obtuvo la libertad condicional.

Jeannete Vega, ex ministra de Desarrollo Social

Apenas salió de la cárcel, su celular volvió a ser “pinchado”. No era la primera vez, hay registros de que ya en 2008 su teléfono estaba intervenido por orden de la Fiscalía Militar. Los reportes sobre Llaitul no se limitan a las interceptaciones de sus llamados. En los expedientes hay seguimientos a él y a su familia, monitoreo permanente de sus actividades y también perfiles de las personas con las que se junta. El cerco estatal es tan estrecho, que Carabineros también tiene registros de sus agendas telefónicas, donde se incluyen los nombres, RUT y direcciones de quienes aparecen en ellas.

La imagen de Llaitul escaló en 2017 con la Operación Huracán, el montaje que le echó encima la policía uniformada y que lo presentó como el líder máximo y más peligroso de las orgánicas radicales mapuche. Pero en esa ocasión Carabineros no consideró, o no hizo público, un factor relevante: la competencia entre la CAM y otras agrupaciones que promueven la violencia y que se disputan el liderazgo de la esquina más dura del mundo mapuche.

Porque si bien Llaitul y su grupo son los más conocidos, hay otras organizaciones que han salido a disputarle el liderazgo, aumentando el nivel de radicalidad. La Weichan Auka Mapu quema iglesias y escuelas. Los dirigentes de la Resistencia Mapuche Malleco han sido acusados de tráfico de marihuana. Y otros grupos se han visto involucrados en el asesinato de comuneros mapuche y trabajadores forestales. Con ellos, Llaitul ha intentado marcar una distancia: en los comunicados de la CAM ha establecido que ellos no atacan a trabajadores, ni a mapuche, que rechazan el tráfico de drogas y la vinculación con organizaciones criminales.

Pero, aunque Llaitul sostiene que solo ejecutan sabotajes a la industria forestal, en esas acciones también han caído ciudadanos ajenos al conflicto, por los que la CAM debe hacerse responsable. Así ocurrió con el trabajador Ceferino González, quien en julio del año pasado recibió un tiro en el tórax en la balacera desatada por una acción de una célula de la CAM en la que también murió su militante Pablo Marchant. El propio Llaitul reivindicó esa acción.

Esos códigos éticos que intentan asegurar que su lucha se limita al sabotaje, le han granjeado a Llaitul la simpatía de ciertos sectores de la izquierda. Eso y su pasado en organizaciones paramilitares que enfrentaron a la dictadura: antes de ingresar al FPMR militó en orgánicas miristas. Ese coqueteo con la izquierda ha complicado al gobierno de Boric. La ministra del Interior, Izkia Siches, partió hablando del “Wallmapu” y apoyando la idea de que en Chile había presos políticos mapuche, aunque rápidamente tuvo que retroceder. No ha sido la única. Los mismos planteamientos y su intento de establecer contacto con Llaitul le costaron el puesto, finalmente, a la exministra Vega. Y el abogado de Interior que participó en la formalización del dirigente de la CAM esta semana dijo que Llaitul “es un líder, mucho más que un guerrero”, aunque igual pidió su prisión preventiva.

Luego del fiasco de la Operación Huracán, en 2017, el vocero de la CAM gozó de cierta calma. De hecho, el segundo gobierno de Sebastián Piñera es el único, desde los tiempos de Ricardo Lagos, en que Llaitul no ha sido encarcelado. Pero el saldo de esa cuenta corriente se le acabó esta semana, cuando la PDI lo detuvo en un restaurant en Cañete.

LLAITUL, EL DIRIGENTE

Cuando Llaitul obtuvo la libertad condicional en abril de 2015, luego de pasar seis años preso por el atentado al fiscal Elgueta, aparece un quiebre en su historia. De las 20 detenciones que registran los expedientes de la Dipolcar, 18 ocurrieron entre 1988 y 2009. Luego de su paso más extenso por la cárcel, el dirigente asumió otro rol, o eso al menos se puede concluir al revisar los expedientes de la inteligencia de Carabineros y sus actuaciones públicas.

En 2012, desde la cárcel, había escrito un libro en conjunto con el dirigente socialista Jorge Arrate (“Weichan, conversaciones con un weychafe en la prisión política”), y de 2015 en adelante ha sido frecuente verlo en foros públicos y presentaciones de libros. También son habituales sus entrevistas con medios de comunicación. En los últimos años ha intentado cultivar un perfil como dirigente y estratega, bajo el rol de vocero de la CAM y ya no como un cuadro operativo. Eso, hasta ahora, cuando la acusación de la Fiscalía lo situó en escenarios donde se habrían cometido delitos.

La Fiscalía señaló en el control de detención del jueves pasado que estaban escuchando sus llamadas y siguiendo sus pasos desde 2020, y entre los delitos que le imputaron está su eventual participación en un enfrentamiento a tiros con Carabineros. Su defensa, el abogado Rodrigo Román, acusa que la prueba es débil: un carabinero dijo haberlo reconocido tras una capucha. El Juzgado de Garantía de Temuco fijó un plazo de 30 días para la investigación.

Hay documentos que evidencian el seguimiento permanente de carabineros de civil a Llaitul en esta última época. Por ejemplo, un memorándum del 18 de marzo de 2017 da cuenta de que el vocero de la CAM participaría de un conversatorio mapuche en Santiago junto al filósofo Gastón Soublette. Otro documento señala que el 25 de marzo del mismo año se dirigía al Alto Biobío a reunirse con comuneros mapuche. Un tercer memo informa que el 30 de agosto de 2017 participaría de un foro con el abogado José Aylwin y el actual senador Francisco Huenchumilla (DC).

PINCHAZOS Y SOLICITUDES DE INTERCEPTACIÓN

En abril de 1988 fue la primera vez que Héctor Llaitul fue detenido por la policía y procesado por la justicia (esa vez fue la justicia naval). Cayó en la cárcel de Quillota, donde fue torturado (según un fallo reciente el Estado deberá indemnizarlo con $12 millones). En esa época era un militante anónimo del FPMR, mientras estudiaba Trabajo Social en la Universidad Católica de Valparaíso.

Pero cuando realmente los policías comenzaron a seguirle la pista fue en febrero de 1997. En esos días, Llaitul alojó en la casa de otro de los fundadores de la CAM, Ramón Llanquileo Pilquimán, en Tirúa. Eso dicen los reportes de la Dipolcar. De ahí en adelante no volvió a salir del radar de la inteligencia policial.

Su nombre y su teléfono, por ejemplo, aparecen en un documento titulado “TELÉFONOS SOLICITADOS A LA FISCALÍA MILITAR PARA MONITOREARLOS”, junto con la información de otras seis personas. En el apartado “OBSERVACIONES”, se señala que “existen antecedentes certeros que le presta ayuda económica y logística al prófugo Tralcal Quidel”. El documento es de 2009.

Otro archivo de la misma índole, llamado “NÚMEROS DE TELÉFONOS PARA SER MONITOREADOS”, identifica a cuatro personas cercanas a Llaitul que serían intervenidas, incluyendo a la entonces pareja del propio dirigente de la CAM y al líder de la Alianza Territorial Mapuche, Mijail Carbone Queipul. También aparece el número del mismo Llaitul. Existe otro archivo que tiene el mismo formato en el que aparece el teléfono de una mujer que –de acuerdo con la información obtenida por Carabineros—tenía nexos con Llaitul y su pareja. Incluso, el informe sostiene que la mujer participó de una conversación privada con la pareja de Llaitul en compañía de Raúl Castro Antipan, informante de la policía. Ninguno de estos documentos tiene fecha.

Cuenta monitoreo Telefónico N°1”, “Cuenta monitoreo Telefónico N°2”, “Novedades monitoreo telefónico Cautín Malleco” y “Transcripciones marzo 2017” son cuatro archivos de la Dipolcar que contienen transcripciones de conversaciones telefónicas de Llaitul. En ellos se señala que el comunero y otros cinco sujetos de interés de la inteligencia policial estuvieron pinchados desde octubre de 2015 hasta enero de 2016 por la Sipolcar de Cautín, con autorización de la Corte de Apelaciones de Temuco. En la lista también aparece el historiador mapuche Fernando Pairican.

En el archivo, fechado el 31 de diciembre de 2015, se consignan cuatro llamadas telefónicas de Llaitul entre el 13 de noviembre de 2015 y el 17 de diciembre del mismo año. Para entonces ya gozaba de libertad condicional tras su condena por robo con intimidación, homicidio frustrado y lesiones graves dictada en 2010.

El tema de una de esas conversaciones, según el oficial encargado de escuchar el tráfico telefónico de Llaitul, fue que se produjo un “quiebre de liderazgo en el grupo de operativos que roban madera del sector San Ramón, Tirúa”, sin aportar mayores antecedentes.

El segundo archivo de este tipo señala, a modo de resumen, que Llaitul registra pocas comunicaciones debido a que “el usuario cambió de telefonía celular”, pero que de todas formas le comunicó a una persona desconocida que participaría de un guillatún en Osorno.

El tercer documento, que registró conversaciones interceptadas entre fines de 2015 y comienzos de 2016, señala que Llaitul habló sobre un festival de cine indígena y que fue alertado de la llegada de una delegada especializada en derechos humanos que deseaba visitar a Mauricio Hernández Norambuena, el comandante Ramiro del FPMR, quien permanece en la Cárcel de Alta Seguridad.

El cuarto informe, fechado en marzo de 2017, da cuenta de conversaciones de Llaitul con amigos sobre noticias aparecidas en los diarios y sobre detenciones de comuneros mapuche.

Otro documento PDF registró el tráfico de llamadas de Llaitul entre el 2 de agosto de 2008 y el 31 de enero de 2009. Allí se anotó el número, el nombre de las personas con las que se comunicó –solo en algunos casos– y la cantidad de veces que entabló conversaciones telefónicas con ellas.

FICHAS PERSONALES Y FOTOGRAFÍAS DE LA FAMILIA

Los archivos secretos de Carabineros demuestran que el entorno familiar de Llaitul también concitaba interés investigativo. Prueba de eso es el documento titulado “63) ERNESTO LLAITUL PEZOA”, una ficha personal caratulada como secreta y confeccionada el 13 de abril de 2017.

Se trata del hijo del líder de la CAM y también militante del mismo grupo, nacido en 1996. Su nombre adquirió mayor notoriedad en 2021, cuando desde Carabineros, la Fiscalía y La Moneda se informó erróneamente que había fallecido en el enfrentamiento en que cayó abatido Pablo Marchant y donde un trabajador forestal fue gravemente herido en el pecho. Ese tiroteo con Carabineros ocurrió en un fundo de la Forestal Mininco, en Carahue. Finalmente, se rectificó la información y se estableció que la víctima no era Ernesto Llaitul, sino Marchant.

En el documento sobre Ernesto Llaitul se anotaron su domicilio, RUT y fecha de nacimiento, además de otros datos de interés de la policía, como sus amigos de Facebook. También se señalan sus antecedentes policiales (amenazas a Carabineros en 2014 y dos eventos de desórdenes públicos en 2015) y penales (una causa por porte ilegal de armas de la que resultó absuelto en 2017).

En la tercera página del documento se detallan sus “Antecedentes familiares”, los que parten con una foto e información sobre su padre. Más abajo aparecen su madre y cuatro hermanos. La madre y uno de los hermanos también aparecen en otro documento en el que se les identifica como blancos de interés, mientras que la red familiar completa se detalla en una ficha personal de datos sobre Héctor Llaitul.

El registro más preciso sobre la familia data de 2008, en un documento emitido por la Sipolcar de Cautín llamado “FICHA ANTECEDENTES”. Son 11 páginas con fotografías, antecedentes y datos públicos sobre su pareja, hijos, papá, mamá y hermanos. La misma información se despliega sobre la familia de su mujer en las últimas tres páginas.

Hay otros documentos menos formales, como un informe en formato Word donde los agentes de la Dipolcar se burlan de la hija de Llaitul porque apareció vestida con el atuendo tradicional mapuche en entrevistas de televisión y luego subió a su Facebook fotos con ropa informal.

Sobre la madre de Héctor Llaitul, Carabineros también elaboró un documento con seis fotografías tomadas afuera de su casa, en Osorno. Las imágenes son del 7 de septiembre de 2014 y muestran la entrada del inmueble y una vista general del lugar. Más abajo aparecen fotografías de Llaitul saliendo del hogar, aunque no hay detalle sobre la fecha de esa visita. En esa época gozaba del beneficio de la salida dominical de la cárcel.

REGISTROS DE GENDARMERÍA Y AGENDAS TELEFÓNICAS

Carabineros incluyó en sus archivos dos imágenes de Llaitul tomadas por Gendarmería (una en 2013 y otra sin fecha). Aparentemente, corresponden a ingresos a un penal. En la de 2013 sostiene un cartel con sus datos personales.

Utilizando información también registrada por Gendarmería, la inteligencia de la policía uniformada elaboró un gráfico detallando las visitas que recibió Llaitul luego de su condena en 2007. En la imagen aparecen miembros de su familia y amistades, detallando sus nombres, RUT y fecha de la visita.

Sobre la huelga de hambre que hizo Llaitul a causa de la investigación judicial que lo encarceló en 2010, Carabineros guardó varios documentos: un manuscrito del propio condenado en el que anunciaba a la Secretaría Regional Ministerial de Justicia que comenzaría con esa medida de presión y protesta, del 14 de noviembre de 2012; el primer informe diario sobre su estado de salud y las cartas escritas a mano que intercambió con algún miembro de la familia Tralcal, en las que discutían sobre cuestiones estratégicas del movimiento mapuche y eventuales reformas a la Ley Antiterrorista.

Por último, CIPER encontró dos fotografías tomadas a agendas telefónicas de Llaitul. Las imágenes muestran dos hojas de papel cuadriculadas, en las que el dirigente de la CAM anotó de su puño y letra los contactos telefónicos de familiares y conocidos.

Extractado de: https://www.ciperchile.cl/2022/08/27/los-archivos-secretos-de-llaitul-la-bitacora-de-25-anos-de-interceptaciones-telefonicas-y-seguimientos-al-jefe-de-la-cam/?fbclid=IwAR0yqtzX76E4_6Td_cDZ4zmOZDKjLYPzF4iVEgRlRXBsM3DBWNQBrRD8PRY

 

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