Antes de salir de casa. Una gran oportunidad revolucionaria. (un cambio de conciencia y del actuar)
Este
mundo nuestro es un gran circo donde ejercen sus funciones toda clase
de domadores de multitudes que seducidas y domesticadas por el látigo,
el miedo y la dependencia de aquellos para subsistir, han elegido el tener y despreciado el ser.
Y el grado de perversión mental y espiritual de las gentes ha llegado a
tal punto en esto bajo las batutas dominantes, que se cuentan por miles
de millones los que admiran, imitan y aspiran a domadores ellos mismos,
para poder tener y tener cuanto más mejor. Y es que el tener da poder,
prestigio, privilegios y muchas cosas más que los seres poco
evolucionados tienen como la mayor de sus aspiraciones. Ahora muchos se
dan cuenta de ese error de cálculo: el tener no protege de un simple
virus.
¿La penúltima ofensiva contra el género humano?
El Planeta, entre tanto,
víctima de los que tienen demasiado y de sus imitadores, no para de
mostrar insistentemente, con toda suerte de catástrofes, el poder que
toda criatura viva superior muestra contra pequeños agresores molestos, y
por eso hemos visto a lo largo de los últimos años una creciente
espiral de fenómenos destructivos medioambientales como respuesta a las
agresivas acciones humanas. Y su última manifestación ha salido de sus
propias entrañas en forma de virus destructor, precisamente de humanos y
no de otras criaturas de la Naturaleza.
Este
mundo y sus gentes,y no los animales o las plantas, somos los que hemos
envenenado las aguas, el aire, los bosques y las tierras de cultivo. Y
el Planeta, el dueño de todo eso, responde con fuego volcánico,
terremotos, tsunamis, huracanes, tifones, tornados, lluvias
torrenciales, inundaciones, sequías… Todos estos elementos combinados de
acciones y reacciones han provocado este cambio climático, que tanto
daño hace a miles de millones de personas en todas partes, y que en
realidad es el Apocalipsis que tanto se viene anunciando desde hace dos
mil y pico años. ¿ Qué otra cosa podría ser, si no ?… No hacen falta
trompetas ni ángeles exterminadores: basta con un virus.
No
crean, pues, que estamos ante un supuesto castigo de Dios, sino ante la
cosecha de nuestras malas siembras milenarias. Dios no castiga, porque
el Amor no castiga: advierte. Y Dios nos viene advirtiendo por boca de
muchos iluminados clarividentes y profetas – tan denostados como
acertados- que vamos por mal camino por no respetar la vida cualquiera
que sea su forma de manifestarse.
¿ La penúltima respuesta?
¿ La penúltima respuesta?
Que
el coronavirus, el último elemento defensivo-ofensivo de la Tierra
puesto en acción, va a cambiar nuestras existencias como ninguna
revolución en toda la historia, parece fuera de toda duda. Y esta no es
una tormenta, que pasa y sale el sol: no se sabe por cuánto tiempo va a
quedarse, ni si luego volverá o será otra cosa: la Tierra se defiende
hasta que todo sea como debe ser para ella.
Así
que después de esta pandemia habrá que reiniciarlo todo; absolutamente
todo: desde nuestro modo de producir y consumir, hasta nuestro modo de
relacionarnos entre nosotros y con la naturaleza y el mundo animal y
vegetal, sin olvidar a los minerales. Incluso habrá que replantearse la
relación con el mismo Dios, al fin y al cabo dueño de la vida universal,
a quien tan olvidado se tenía cegados por el materialismo y la falsa
seguridad de muchos de nosotros en este mundo. Pero nada era seguro,
excepto Dios mismo. Basta ver cómo hasta los orgullosos domadores del
mundo, los mismos que pretenden administrar nuestra seguridad, se
esconden temerosos en sus mansiones, muchos de ellos también alcanzados
por el virus.
Despertando de los viejos sueños
Despertando de los viejos sueños
A lo mejor a partir de
este serio aviso – qué cosas- comenzamos a despertar aunque sea en medio
de una pesadilla . Comenzamos a tomar conciencia de que
la tecnología, el progreso, todo eso que nos presentaban como lo mejor,
solo eran baratijas que no nos han liberado del hambre, ni de la
esclavitud en todas sus versiones laborales, sociales y etc mientras con
su abuso hemos puesto en jaque al Planeta y hoy mismo despreciamos a
los que piden ayuda a las puertas del mundo rico víctimas de sus guerras
tanto como del clima. No hemos aprendido a ser compasivos, ni
solidarios. No hemos aprendido a practicar el verbo amar excepto donde
sabemos y poco más. No hemos aprendido casi nada, pero nos creíamos
cultos y hasta sabios,Y sobre todo, prepotentes. Incluso muchos hasta
habían conquistado su propio paraíso… ( fiscal, claro).
La
pandemia ha puesto al descubierto todas las miserias del mundo y nos
obliga a reiniciar nuestro modo de ver las cosas y a cambiar lo que
perjudica, tanto al Planeta como a nosotros y a nuestros semejantes,
incluidos nuestros pequeños hermanos animales, con más fuerza que
cualquier pensamiento filosófico, religioso o político. Este es el lado
bueno, si es que somos capaces de eliminar de nuestras vidas lo que nos
está matando, que no es solo el virus.
Una mala cosecha
Una mala cosecha
Comenzamos a darnos
cuenta que el covid-19 es una cosecha de nuestro modo erróneo de pensar,
de sentir y de actuar a nivel personal y colectivo bajo la batuta de
los mandamases de todas las castas, ya sean políticas, económicas,
religiosas o militares. Estas tendrán que rectificar y salir
de todos sus paraísos – y son varios- ante lo que se está viniendo
encima mayormente por su culpa, para que reine la paz, la justicia, el
amor altruista y la libertad que estos nos niegan o nos regatean, o nos
falsifican, pero siempre administran. Y solo entonces será imposible la
aparición de cualquier virus corrector y destructor. Entre tanto,
encerrados en casa, tenemos una oportunidad inmejorable para revisar
nuestras vidas personales y reiniciar lo que debamos para facilitar
todos esos cambios positivos para que este mundo desaparezca y salga el
sol.
Una gran oportunidad
Esta
es la gran oportunidad para una revolución en la propia conciencia, la
que conduce a la libertad de lo que esclaviza nuestras vidas, sea cual
sea su aspecto: deseos, sueños, personas, ideas y todo aquello que nos
tiene encerrados en casa en definitiva. Así que cuando salgamos,
salgamos cambiados. Y sobre todo: que nos dure.
Extractado de: https://kaosenlared.net/antes-de-salir-de-casa/
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