Adriana Guzmán: «Hay un feminismo racista, colonialista y eurocéntrico»

Adriana Guzmán: «Hay un feminismo racista, colonialista y eurocéntrico»
El 5 de
agosto estuvo en la ciudad de Rosario, Adriana Guzmán, referenta del
Feminismo Comunitario Antipatriarcal de Bolivia. En el marco del primer
encuentro del «Ciclo de Feminismos Populares», organizado en conjunto
con distintas organizaciones, nos encontramos para conversar acerca de
lo plurinacional en la construcción del feminismo. Este debate viene
atravesando los Encuentros de Mujeres y se planteó con fuerza en el
último, cuya sede fue Trelew, territorio mapuche. Allí se promovió
modificar el nombre del Encuentro Nacional de Mujeres por el de
Plurinacional, en reconocimiento a la existencia de los diversos pueblos
que habitan el territorio de Argentina. A su vez, pone en cuestión al
nacionalismo genocida, colonial y racista sobre el cual se conforma el
Estado Nación, que continua invisibilizando y marginando a las
poblaciones indígenas. Este debate nos interpela en torno a qué
feminismo queremos construir, poniendo de relieve las diferentes formas
de explotación y opresión que nos atraviesan como mujeres y disidentes:
de clase, género, colonial y racial.
En su exposición Adriana Guzmán denunció
la existencia de un feminismo eurocéntrico, racista y colonialista que
«no nos ve» y «no cuenta las luchas de todas las mujeres». Ese feminismo
«reconoce la imagen de Simone de Bouvoire, pero no reconoce las
imágenes de nuestras abuelas, de la Bartolina Sisa, que ha luchado en
estos territorios, de la abuela Melitona, de la india Juliana; esas
mujeres, podemos poner sus fotos y nadie las reconocería», «hay que
reconocer lo que hicieron nuestras abuelas en un contexto absolutamente
distinto, frente a los españoles, colonizadores, genocidas, violadores
sistemáticos». En este sentido, destaca que hay distintos feminismos y es importante tener en cuenta dónde nos posicionamos:
«para algunos feminismos las mujeres originarias sirven para limpiar
sus casas, criar a sus hijos, mientras hacen teorías feministas». Las
elaboraciones teóricas desarrolladas en Europa «se sostienen sobre
nuestras hermanas que van a limpiarle sus casas, cuidar a sus hijos y a
limpiarle sus baños», «la economía feminista, la economía del cuidado en
realidad es la economía de la explotación».
Adriana nos relata su experiencia, de
cómo se hicieron feministas siendo mujeres originarias aymaras. Plantea
que elaboraron su propia definición del feminismo, la cual «no proviene
de la teoría, ni de la academia, sino de la lucha en la calle contra el
patriarcado». La masacre del gas en 2003 fue un momento de quiebre en la
historia de Bolivia y en particular en la lucha de las mujeres. En este
contexto, «frente al genocidio, frente a las balas, frente a los
militares, las mujeres organizadas nos damos cuenta que lo que vivimos
en las casas es peor que estar frente a las balas y a los militares.
Porque una cosa es que un militar te mate de un tiro, un tipo que no
conoces, que tiene la orden de matar, y otra cosa es que te mate el
compañero con el que compartes la vida, los sueños, las ilusiones, con
el que piensas». Además agrega, «ese compañero nuestro, revolucionario y
todo, es un gran compañero en la calle. Pero si llegábamos a las casas
nos quería ver limpiando, cocinando, atendiendo a los hijos. Entonces al compañero revolucionario lo queremos y nos gusta en la calle, pero no nos gusta en la casa. Porque en la calle cuestiona al patrón y en la casa se vuelven un patrón.
Entonces ahí entendimos la violencia que vivíamos, la explotación… que
criar a las guaguas todo el tiempo es un trabajo impago, ese trabajo no
era pues natural, ni normal, ni era por amor».
Así, en este contexto de importantes
cambios para Bolivia, se empezaron a organizar, con el objetivo de que
sus reclamos y reivindicaciones también sean incorporadas en la nueva
Constitución, que se debatía en el marco de la Asamblea Constituyente
por un Estado Plurinacional: «queríamos hablar sobre esas cosas, la
violencia, la explotación, la complicidad de nuestros compañeros en la
explotación. Porque los compañeros anticolonialistas,
anti-imperialistas, anticapitalistas, absolutamente, comprobadamente
revolucionarios, ¿no? pero padres irresponsables, incapaces de ponerse
un condón. Queríamos acabar con la explotación, con la
violencia, queríamos realmente vivir de otra forma, cambiarlo todo y por
eso nos definimos feministas. Nos empezamos a decir feministas porque
sabíamos que significaba otra lucha más».
En este sentido definieron al feminismo como
«la lucha de cualquier mujer, en cualquier parte del mundo, en
cualquier tiempo de la historia que lucha, se resiste y propone frente
al patriarcado».
Se trata de un feminismo que no surge de
los libros, sino que se hace «desde el cuerpo, las emociones y de las
opresiones que vivimos»: «Hicimos este feminismo nuestro como para
nombrarnos desde estos cuerpos, desde estas opresiones y desde estos
territorios invisibilizados, colonizados, entendidos como lo pre-
civilizatorio». Así, mientras el mundo patriarcal ofrece «modernidad» y
«desarrollo», el feminismo vino a cuestionar estos ideales, develando la
manera en que estos proyectos se sustentan en procesos de
desposesión/despojo y múltiples formas de explotación: «Entonces nos
definimos feministas para cuestionar todo eso».
Desde el Feminismo Comunitario consideran
que «los Estados no hacen revoluciones, los Estados solamente hacen
reformas, los Estados son patriarcales, coloniales, burgueses, racistas,
no se puede acabar con el Patriarcado y la explotación por decreto o
por ley. Solo las organizaciones hacen revoluciones». En este sentido,
plantean como propuesta la Comunidad, la auto organización, el
autogobierno: «En Bolivia gran parte del país existe al margen del
Estado, auto organiza su comida, su camino, su educación, sus problemas,
su justicia ¿no? ¿cómo puede parecernos tan difícil cuando hay cientos
de comunidades que viven así? más bien es increíble cómo vamos y
entregamos nuestro poder en un papelito a alguien que jamás va a volver
por nuestra comunidad y jamás va a hacer nada». «Cómo no podemos creer
en la comunidad y sí podemos creer en una democracia perversa, fallida,
donde todo lo peor pueden volver a ser candidatos. Genocidas, corruptos,
estafadores pueden ser candidatos».
En este sentido Adriana Guzmán destaca
que los nacionalismos se fundaron a partir de un genocidio ancestral,
pero al mismo tiempo, ese genocidio continúa siendo, de manera
sistemática y permanente: «los feminicidios son parte de esta política
nacionalista que alimenta las ciudades y los grandes capitales.
Necesitan matarnos para que el sistema funcione. Necesitan matarnos para
disciplinarnos para este trabajo impago, para la explotación. No sería
posible quién se deje explotar feliz. Los feminicidios, las violencias,
las violaciones sirven para escarmentarnos, para hacer lo que tenemos
que hacer como mujeres, y reproducir fuerza de trabajo, etc». «Entonces
el nacionalismo se sostiene sobre la violencia hacia las mujeres, sobre
la explotación de las mujeres, y principalmente sobre la explotación
sistemática de las mujeres originarias donde hay un genocidio permanente
porque se nos obliga a cambiar de nombre, a blanquearnos, a vestirnos
de otras formas, a olvidar nuestro idioma cuando llegamos a estas
ciudades. Por eso para una boliviana, que pasa la frontera le es más
fácil decir que es jujeña, para que no la discriminen en la escuela, en
el trabajo. Y por eso siendo jujeña no tiene que hablar aymara, no tiene
que hablar quechua y no tiene que reconocer que es mujer originaria. Y
tiene que mirarse al espejo y convencerse que es una señorita de ciudad
para poder sobrevivir. Eso es el nacionalismo: Un genocidio sistemático, ancestral y sistemático, todos los días.
Un genocidio sobre nuestras abuelas, abuelos, hijos, que sostienen
estas grandes ciudades. Entonces el nacionalismo es parte del sistema».
En este sentido relata que la discusión
sobre lo Plurinacional en Bolivia «tocó en lo más profundo del racismo y
el colonialismo de nuestro territorio». Esto significo un gran debate
que se dio principalmente en las calles y continúa hasta el presente,
con actos terribles de racismo y persecución que no se saldaron con la
aprobación de la nueva Constitución: «Porque hoy hay mujeres y hombres
que dicen por qué estas indias no se callan nunca, por qué suben al bus
como si fueran gente, por qué están en las oficinas, por qué ahora
tenemos que ver mujeres de pollera en los bancos, por qué estas mujeres
no aprenden a callarse como antes. Porque el colonialismo lo que busca
es acallarnos, educarnos para agachar la cabeza. Decían eso en los
colegios católicos, las indias tienen que agachar las cabezas sino
agachan la cabeza no es un buen colegio». Entonces a partir de este
proceso de discusión sobre lo plurinacional y «la reivindicación de
nuestras identidades de una forma política, hemos levantado la cabeza y
nos peleamos con cualquiera».
De esta manera Guzmán considera que al
igual que sucedió en Bolivia, donde el racismo no se acabó con la
sanción de una nueva Constitución, que proclama y reconoce la existencia
de un Estado Plurinacional, tampoco el cambio de nombre del Encuentro
va saldar esta discusión: «esa discusión no se ha cerrado con la
Constitución y no se va a cerrar si el encuentro cambia de nombre, sino
que se va profundizar más porque nos vamos a tener que mirar las caras
dentro del Encuentro, y no para vender nosotras choripan y las otras
discutiendo en los talleres, sino para estar en los talleres discutiendo
qué pensamos sobre el aborto, tú en tus condiciones y yo en mis
condiciones». «Entonces no es solamente el cambio del nombre, sino
realmente algo que no se dio en Bolivia y que se ha dado aquí, es
discutir dentro del movimiento de mujeres el racismo y el colonialismo
entre nosotras, porque también es cierto que el feminismo y su juegos de
palabras, la sororidad y todo eso, nos hizo creer que todas las mujeres
nos apoyamos y nos queremos entre nosotras y eso no es cierto. No es una cuestión biológica, es una cuestión política.
Es más, hay mujeres con las no nos vamos a encontrar, ni caminamos por
las mismas calles, ni vamos al mismo mercado, imposible que nos
conozcamos jamás, esa mujer jamás será sorora conmigo ni solidaria ni
nada».
La importancia de lo que está sucediendo
hoy en la Argentina, según Adriana, es haber develado «que hay un
feminismo que es racista, que hay un feminismo colonialista y que hay un
feminismo eurocéntrico». Entonces, «si hay racismo está bien, que se
caigan las caretas y nos miraremos como somos. Y vamos a enfrentar el
racismo también, no necesitamos que nadie nos proteja».
Entonces,
concluye Guzmán, «creo que es fundamental la discusión que se está
dando aquí. El Encuentro, que para nosotras ya es Plurinacional, no
tiene fronteras y por eso vamos a venir de todos los territorios, porque
las luchas no son propiedad privada, porque la Comisión Organizadora no
se ha comprado el Encuentro, vamos a venir desde todos los territorios,
porque es importante la lucha de las mujeres y necesitamos mirarnos en esa lucha,
necesitamos trabajar ese racismo, decir que hay un feminismo que es
racista y que es colonialista. Esto no quiere decir que queremos acabar
con las compañeras, necesitamos cuestionarnos, reconstruirnos,
mirarnos de otra forma porque realmente necesitamos enfrentar al sistema
y para enfrentar al sistema hay que cuestionarse ese colonialismo y ese
racismo que ha sostenido también ese encuentro de mujeres. ¡Somos plurinacionales porque somos antipatriarcales!».
Extraido de: https://sendaguevarista.com/2019/09/26/adriana-guzman-hay-un-feminismo-racista-colonialista-y-eurocentrico/
Comentarios
Publicar un comentario