El programa de cambio socioeconómico de los socialistas millennians

El programa de cambio socioeconómico de los socialistas millennians

Alexandria Ocasio Cortez
Recientemente la prestigiosa revista británica “The Economist” del 14 de febrero del año 2019, publicó un artículo titulado “Los socialistas del milenio quieren sacudir la economía y salvar el clima”. Considero que este artículo hace un buen resumen de lo que piensan los jóvenes de la izquierda democrática tanto en Europa como en los Estados Unidos. Estos jóvenes son los que nacieron entre finales de los años 80 del siglo XX y la primera década del siglo XXI y hoy día aún se encuentran estudiando o adquiriendo experiencia laboral en sus primeros años de trabajo. Con toda la razón del mundo, este sector de la sociedad está inmensamente molesto y desilusionado con el sistema socioeconómico que han heredado de sus mayores.  Tanto en Europa como en Estados Unidos, estos jóvenes inician su vida laboral cargados con una impagable deuda relacionada con el costo de sus estudios. Además de esta tragedia, deben adaptarse a modelos de trabajo y producción que no solo son mal pagados, sino que además producen martirio sicológico, aburrimiento colectivo y fatalismo generalizado.

Se repite así, el calvario tan bien descrito en la película titulada “Tiempos modernos” donde el gran actor Charles Chaplin salía amargado de la fábrica a comienzos del siglo XX. Este pobre trabajador abandonaba su trabajo haciendo los mismos movimientos mecánicos que su oficio le requería hacer durante sus largas horas de penosa explotación en una fábrica de automóviles.

Como si el problema económico fuera poco, los jóvenes del milenio se han dado cuenta que el planeta tierra ha entrado, debido a los efectos de los gases invernadero, en una catastrófica era de cambio climático.  El calentamiento global producido por estos gases está arruinando el planeta. El uso del carbón, petróleo, madera y otros elementos combustibles en los últimos cien años han cambiado el clima de la tierra. Se ha elevado la temperatura en forma sustancial y esto está produciendo tempestades, tornados y huracanes así como también está  subiendo el nivel del mar. Todos estos fenómenos están desbastando extensas regiones y causando miles de muertos. Si esta tragedia continúa sin cambios, los humanos del futuro no tendrán donde vivir.



El artículo ha sido traducido en forma textual, porque él puede servir para ayudar en el análisis y discusión que se ha iniciado en Chile. Este artículo también tiene que ver con el modo de producción que el país ha adoptado. Naturalmente que el modo de producción chileno es varias veces peor que el que sufren los jóvenes de Estados Unidos y Europa. Es así como aquí también se registran manifestaciones de descontento ya que las marchas de la juventud son frecuentes y casi siempre terminan en dura represión policial. Pero sólo las marchas no sirven de mucho. Los pingüinos las iniciaron ya hace más de  10 años atrás y la situación socioeconómica sigue igual o peor que antes.  Es preciso iniciar un análisis más tranquilo y profundo de la situación que hoy día afecta a la juventud chilena.  Creo que la traducción que se incluye a continuación podría ser un pequeño aporte a la discusión que se debe hacer en hogares, colegios y universidades del país.  La traducción se incluye a continuación.

Cuando la muralla de Berlín cayó en noviembre de 1989, muchos pensaron que el socialismo se había hundido para siempre en las arenas de las ideologías muertas. El fin de la guerra fría y el colapso de la Unión Soviética, se interpretaron como el contundente triunfo no sólo de la democracia liberal, sino también del nuevo capitalismo neoliberal defendido y propagandizado sin cesar  por Ronald Reagan en los Estados Unidos y Margaret Tatcher en Gran Bretaña. La nueva izquierda occidental entusiastamente enterró al marxismo y abrazó y se enamoró de estas nuevas creencias neoliberales.

            Líderes progresistas tales como Tony Blair, Bill Clinton y Gerhard Schröder activamente empezaron a promover el llamado: “tercer camino”. Todos ellos aplaudían la eficacia y sabiduría del mercado y con fuerza luchaban por hacer que el mercado y las empresas privadas se encargaran también de entregar los servicios públicos aún operados por el Estado. Ellos creían también que este mercado neoliberal (apoyados por ultra sofisticados modelos matemáticos y computacionales) iban a guiar con sabiduría la producción y distribución de las ganancias. Políticos tales como Jeremy Corbyn (un izquierdista duro y parlamentario por Londres y totalmente opuesto a Blair) y Bernie Sanders un ultra izquierdista alcalde de Vermont y que luego ocupó el cargo de congresista independiente; parecían estar totalmente en el lado equivocado de la historia.

            Alexandria Ocasio-Cortéz la nueva estrella de la izquierda estadounidense, apenas tenía cuatro semanas de vida cuando cayó la muralla de Berlín. Su infancia entera la vivió dentro de la política del tercer camino neoliberal. Sus años como adolecente fueron un tiempo de notable crecimiento económico global. Ella entró en la edad adulta al principio de la crisis financiera global el año 2007. Ella ahora es la congresista más joven en los Estados Unidos. Ocasio-Cortéz también se ha convertido en la estrella política de la izquierda estadounidense y también ha provocado fascinación y terror en la derecha. Tal como Corbyn y Sanders, ella explícitamente se identifica como un político del nuevo socialismo. El socialismo democrático de estos tres políticos anti neoliberales va mucho más lejos de los que propone el mercado en términos de redistribución de la riqueza. En otras palabras, ellos están mucho más a la izquierda que el llamado “tercer camino”. Para estos socialistas democráticos, la sólida y sostenida intervención del Estado en la industria privada es vital. Esta profunda e inteligente intervención estatal en la industria privada debe ser hecha en forma directa, o a través de una forzada participación de cooperativas de trabajadores. Todos estos cambios radicales tienen pocos antecedentes en las democracias modernas, salvo en los países escandinavos.

            Para las generaciones estadounidenses que han crecido después de la caída de la Unión Soviética en 1989, el socialismo ya no es una palabra de miedo así como lo fue anteriormente en dicho país. En la izquierda liberal hay un gran montón de estadounidenses que son actualmente sumamente escépticos hacia el capitalismo neoliberal. En verdad, en lo que se llama socialismo del milenio, se está produciendo un extraordinario momento cultural. Publicaciones tales como “El Jacobino”  y “Tribuna”, las publicaciones preferidas por los intelectuales, jóvenes y personas mayores con convicción social están de moda.  Ninguna película ha hecho que los sindicatos se vean brillantes como las estrellas no obstante, la película titulada “Perdón por molestarlo” sí lo ha hecho. Esta película fue escrita y dirigida por Boots Riley, un joven rapero y activista social. Cuando el famoso analista Piers Morgan, una estrella de la televisión británica encontró que era imposible creer que su joven entrevistado venía del movimiento a la izquierda de Barack Obama, Riley dio vuelta a su camiseta y esta decía “yo soy literalmente un comunista”, luego trató a Morgan de estúpido y terminó la entrevista.

El artículo también incluye un gráfico donde muestra que el año 2010 en el partido demócrata las preferencias por el socialismo y el capitalismo eran iguales. Una mitad prefería el capitalismo y la otra mitad del partido demócrata prefería el socialismo. En el año 2018, la preferencia por el capitalismo había caído a menos del 46% y la preferencia por el socialismo había subido a más de un 54%

La pelea que tú elijes


            Toda esta historia, de declarados y fervientes socialistas son aún raras en la clase política estadounidense. Pero cuando Ocasio-Cortéz o Sanders hablan de la necesidad de un cambio radical, las extremas frustraciones y el gran daño que la clase media y la clase trabajadora han sufrido en los últimos 30 años, le dan a su campaña una gran resonancia a lo largo de la inmensa mayoría de ciudadanos menos radicales pero aún profundamente descontentos izquierdistas. Toda esta inmensa muchedumbre vio como sus líderes del “tercer camino” apoyaban estúpidamente desastrosas guerras extranjeras totalmente equivocadas y contraproducentes. Además, lo que se vendía como una economía robusta y en constante crecimiento, terminó en una catastrófica crisis financiera, para muchos, peor que la crisis de 1929. Todos estos ciudadanos demócratas desencantados se han dado cuenta que el crecimiento económico benefició solamente a los ricos y que con los constantes cortes ideológicos del presupuesto fiscal, siempre se perjudicó a los pobres. Estas masas demócratas están amargadas y furiosas al ver que la elite global y cosmopolita salta con suma facilidad de manejar sus negocios corruptos a cargos políticos y públicos y luego vuelven a sus negocios. Esta corrupta elite no le da cuenta a nadie y tampoco nadie los supervisa y controla.  Por lo tanto la desigualdad y la injusticia crecen exponencialmente. La presencia de Donald Trump en la Casa Blanca, y la salida del Reino Unido de la comunidad europea, subrayan este tremendo descontento. Descontento que crece aún mucho más debido al aumento de los gases tóxicos, lo que pone en gravísimo y real peligro el futuro de ellos y de las generaciones venideras.

El artículo muestra un cuadro donde se señala la participación del 1% de la población más rica en la distribución del ingreso. Este bajó del 15% en 1966 a 10% en 1975 y de ahí subió a más del 20% en el 2014. Por su parte el 0,1% de la población más rica se apoderó del 5% del ingreso en 1966 y este bajó al 3% en 1975 para luego dispararse al 20% en 2014.

En respuesta a este estado de ánimo anti neoliberal de la izquierda occidental, algunos partidos que se casaron con la tercera vía, hoy día han adoptado programas y políticas que eran totalmente inconcebibles 10 años atrás. Véase por ejemplo el abrazo hacia el plan llamado “medicare” o cuidado médico para toda la población. Esta propuesta extremadamente radical ha sido defendida por todos los candidatos demócratas a la presidencia de la república en las próximas elecciones del año 2020. Otras facciones han caído en la insignificancia, sobrepasadas por las facciones más radicales.
Jean Luc Mélenchon
Jean-Luc Melenchon, un candidato de la extrema izquierda francesa propuso un impuesto del 100% a los ricos en la pasada elección del 2017. Melenchon le ganó a todos los socialistas moderados. En verdad en la primera vuelta de esta elección obtuvo una alta votación ya que llegó al 80% de la votación de Emmanuel Macron.

El artículo tiene otro gráfico donde muestra el aumento de la desigualdad tanto en Estados Unidos como en el Reino Unido. Aquí se muestra que en Estados Unidos el coeficiente Gini subió de menos de 0.5 en 1979 a más de 0.6 en 2015. Por su parte en Gran Bretaña el coeficiente Gini subió de 0.4 en 1979 a más de 0.5 en el año 2015. Este coeficiente Gini mide la desigualdad de un país, donde 0 es la igualdad absoluta y 1 es la desigualdad absoluta. Por lo tanto la desigualdad ha crecido sustancialmente tanto en gran Bretaña como en Estados Unidos.

Los virajes de la izquierda no necesariamente significan un camino hacia el poder. En el hecho, muchos izquierdistas, particularmente en Gran Bretaña, temen lo contrario. Después de alcanzar mejores resultados en la elección del año 2017, el partido laborista aún está detrás del partido conservador en las encuestas de opinión. Aunque algunos partidos de extrema izquierda puede que triunfen en las próximas elecciones del parlamento europeo, ellos no podrán reponerse de la pérdida de votos por parte de los partidos de centro izquierda. Por su parte en Estados Unidos, los medioambientalistas de Ocasio-Cortéz y su nuevo “trato verde” están muy optimistas para las próximas primarias. Pero muchos  viejos demócratas temen que ella asustará a más votantes de los que logre atraer en las próximas elecciones del 2020.

Muchos en la extrema derecha están de acuerdo con estos pronósticos hechos por los viejos demócratas. Cuando  Trump señaló en su discurso del Estado de la Unión de febrero 5 del 2019, dijo que USA nunca será un país socialista, esto lo dijo no porque tema una ola socialista. Lo dijo pues él piensa que la mayoría de los estadounidenses, incluyendo muchos demócratas, miran con desagrado esta posibilidad. Trump le dijo al congreso que “los Estados Unidos fueron creados sobre una base de libertad e independencia y no sobre el control, coerción y dominación del gobierno. Nosotros nacimos libres y seguiremos libres. El socialismo versus el capitalismo es todavía una elección fácil para la mayoría de los estadounidenses. El socialismo contra la libertad no tiene oportunidad de ganar en los Estados Unidos”.

Los socialistas del milenio, no obstante tienen sus propias ideas sobre la libertad. Ellos no están para nada satisfechos con la protección de las actuales libertades ya que ellas son solo para la elite. Muy por el contrario, ellos quieren expandir y alcanzar verdaderas libertades aún no alcanzadas por todos. Por ejemplo, dispensando el poder económico hacia todos, particularmente los más pobres, esto le permitirá a más población tomar decisiones y opciones sobre lo que ellos quieren con sus vidas. La libertad, si no es para todos, es incompleta y corrupta. Bhaskar Sunkara, fundador y editor del “Jacobino”, hace una analogía con la India. ¿Cuál es el punto de tener una prensa libre si la inmensa mayoría de la población no sabe leer?

Alcanzando el poder


            Todo lo que la centro izquierda creía en los años 90 y la primera década del año 2000 ya ha sido abandonado. No solo por la vanguardia de los nuevos socialistas del milenio, sino también por la enorme mayoría del pueblo izquierdista. El promedio de los votantes de los partidos de izquierda es escéptico sobre la teoría del comercio libre, es rotundamente contrario a las guerras en el extranjero y con razón, enormemente desconfiado de las asociaciones público-privadas. Lo que aún aceptan es la redistribución del ingreso que es sugerida por todos. La izquierda quiere además un ingreso mínimo mucho más alto de lo que existe en la actualidad. También quiere más gastos en servicios públicos. Tanto Sanders como Ocasio-Cortéz han movilizado a los estadounidenses jóvenes al prometer una universidad gratis para todos. El partido laborista promete lo mismo en Inglaterra y Gales.

            Muchos europeos viviendo en países no socialistas pero desarrollados, no verían nada extraordinario sobre ideas que prometen salud y educación gratis. Es necesario recordar que los Estados Unidos parten de una posición sumamente reaccionaria y retrógrada en estas materias. Pero países atrasados tales como los latinoamericanos, africanos y asiáticos del sur, se asombrarían por iniciativas gubernamentales recientemente introducidas al congreso como el nuevo trato verde de Ocasio-Cortéz y Ed Markey, un senador por Massachusetts. Estas ideas prometen la reducción de emisiones a una escala más allá de las capacidades de Hércules y a un costo lejos del alcance de Croesus. Se presenta la reducción del calentamiento global como una materia de elemental justica y extrema urgencia y no como externalidades económicas. Se promete toda clase de beneficios incluyendo particularmente un robusto y sustentable desarrollo económico, y empleo garantizado y bien remunerado. Se abandonan las políticas económicas deficientes que han sido la marca de previos intentos estadounidenses de producir acción climática a través de legislación. Muy particularmente aquellas leyes llamadas “límites y comercio” inspiradas por el señor Markey  a fines de la década de los 2000. Esto no es sorprendente, ya que el trabajo más sólido sobre el calentamiento global en círculos de izquierda es el de Noemi Klein y titulado “Esto cambia todo. Capitalismo versus el clima”. Aquí se ridiculiza con éxito todos los absurdos mecanismos para mejorar el clima mediante triquiñuelas neoliberales y de mercado. Naturalmente todas ellas han fracasado rotundamente.

            Lo socialistas del milenio quieren hacer mucho más que aumentar el ingreso de los pobres. Ellos luchan por más y mejores servicios públicos y el corte drástico de las emisiones de gases que están literalmente ahogando al planeta. El keynesianismo es insuficiente. En las palabras de James Meadway, un asesor de Corbyn, es también imprescindible la democratización de la economía mediante una drástica reducción de la riqueza y también de los ingresos y sueldos. Si los ricos quieren salvar su pellejo, deben hacer muchos más sacrificios que los que hicieron con el nuevo trato de Roosevelt. Los pobres necesitan aceleradamente aumentar sus sueldos y riqueza. En parte este es un argumento económico. Tener un salario pero no tener riqueza, significa aceptar que la mayoría necesariamente tendrá que tener un bajo nivel de vida. En las tres últimas décadas en países ricos, la participación de los dueños del capital en el ingreso total del país (en la forma de utilidades, rentas e intereses) ha aumentado exponencialmente. Mientras que la participación en el ingreso total por parte de los asalariados en forma de salarios y minúsculos beneficios se ha desplomado. Esto significa que el ingreso de individuos con alto capital se dispara con respecto a los que no tienen capital. Así las predicciones hechas por Thomas Pikety sobre la desigualdad de la riqueza, han probado ser correctas. La cantidad total de capital en la economía seguirá creciendo en relación al producto bruto acumulado, aumentando así en forma exponencial las ventajas de los dueños de capital. Esta aberración social debe ser extirpada a la brevedad posible.

            Pero el argumento por redistribución de la riqueza sale de la esfera de la economía y sus raíces se extienden mucho más lejos del canon socialista. James Harrington, un teórico político del siglo XVII, escribió que “Donde hay desigualdad en las propiedades siempre hay desigualdad en el poder”. El vio una razonable distribución de la riqueza y la libertad de la política democrática, como dos lados de la misma moneda. Sus ideas ejercieron una profunda influencia en los padres de la revolución en los Estados Unidos. John Adams escribió que Harrington señaló con claridad que el poder siempre sigue a la propiedad. Thomas Jefferson fue a su vez inspirado por John Locke y en su libro Trinidad de Vida, Libertad y Propiedad, argumenta en forma muy parecida a Harrington. Además, Locke amaba al campesino libre, ya que él producía su propia comida. Todo esto salía de su ferviente creencia que aquellas personas autosustentables en alimentos, nunca tenían que inclinarse ante el poder de otros y por lo tanto eran verdaderamente libres.

            Antes que Karl Marx empezara a escribir sobre su teoría de la alienación, argumentaba que la idea de tratar a la gente como factores de la producción, significaba que esta gente no solo no tenía libertad, sino que no tenía la oportunidad de alcanzar sus verdaderas potencialidades. El alcanzar la potencialidad en su totalidad, era uno de los elementos esenciales en el pensamiento renacentista. Adam Smith se mortificaba al pensar que el sistema fabril, donde los trabajadores solo seguían las instrucciones y órdenes de los capitalistas; transformaría la masa laboral en tan estúpidos e ignorantes como los salvajes más primitivos. John Stuart Mill, quien apreciaba la libertad política por sobre todas las cosas, también predijo que bajo el capitalismo, el pueblo se transformaría en entes pasivos y en esclavos de un miserable salario. Para evitar todo esto, proponía que las masas trabajaran en cooperativas de producción.

            Los trabajos de Harrington, Smith y Mill están muy claros y presentes en los trabajos politológicos que articula la izquierda hoy día. Los dos trabajos más destacados de la izquierda contemporánea son el titulado “Capitalismo Realista” de Mark Fisher y “Trabajos de mierda” de David Graeber. Para estos dos autores, la actual globalización neoliberal, lejos de ser un motor para la prosperidad, es un generador de inseguridad, falta de libertad e injusticia extrema.
Mark Fisher, autor de Realismo capitalista

Democracias de Verdad


             La tarea más urgente de hoy día es la redistribución de la riqueza y por lo tanto también la redistribución del poder político, la libertad, la autoestima y la propiedad. Cómo hacer todo esto, es tema de acalorado debate. Algunos proponen un camino centralizado. Matt Bruening propone fondos de riqueza sociales. Aquí el Estado acumula capital en los mercados de bonos, acciones y propiedades. Luego el Estado distribuye una fracción del fondo acumulado como una especie de dividendo básico universal para cada ciudadano. Noruega y Alaska ya tienen un sistema parecido. La base de este fondo es la riqueza petrolera. Otros autores son escépticos de este sistema indicando que esto podría crear una pequeña elite ineficiente y corrupta y de esta forma se daría escaso escrutinio democrático y poco debate. Recibir un cheque mensual de parte del fondo de riqueza social del Estado sería agradable. ¿Pero cuán empoderado se sentiría el ciudadano común? Estos temores son una razón porqué la izquierda está dividida sobre el tema del ingreso básico universal. Algunos sindicatos estadounidenses favorecen esta idea. Pero otros señalan que solo se gana algo de tiempo libre pero los trabajadores se verán como pasivos, alienados y recibiendo migajas de un mundo manejado por otros. Esta es la crítica de John Marlow  expresada numerosas veces en la revista “El Nuevo Socialista”.

            Otra posibilidad para la redistribución de la riqueza en forma centralizada más compatible con la dignidad de los trabajadores es darle a todos los niños “bonos infantiles” esta política fue intentada por Gordon Brown en Gran Bretaña  y por Cory  Brooker en Estados Unidos. No obstante, muchos izquierdistas prefieren una transferencia de riqueza a nivel subnacional y esto mediante cooperativas, cuyos dueños son los trabajadores. De esto ya hay algo en Estados Unidos y en el Reino Unido.

            Die Linke es el más izquierdista partido de Alemania. Este ha prometido crear formas legales donde empleados y obreros se hacen dueños de las empresas donde ellos trabajan. Elizabeth Warren otro candidato demócrata a la presidencia de Estados Unidos propone que los trabajadores elijan no menos del 40% de los miembros de los directorios de las empresas donde ellos trabajan. Ella también propone un impuesto del 2% sobre la riqueza de ciudadanos estadounidenses con una fortuna mayor de 50 millones de dólares, y un impuesto del 3% a los ricos con más de mil millones de dólares.

            Tal vez el plan más radical para la democratización de una economía es el que ha sido elaborado por el actual partido laborista del Reino Unido. Se señala que si éste es electo para ganar el parlamento, doblará el tamaño del sector de las cooperativas, además hará que las empresas privadas con más de 250 empleados y obreros, deberán transferir 10% de sus acciones a un fondo administrado por representantes de los trabajadores. El personal recibirá también dividendos de las acciones y los representantes de los trabajadores tendrán una activa participación sobre las decisiones sobre como la compañía se administra.

Tiempos Modernos


            En lo que se refiere a los servicios públicos, los actuales accionistas de las empresas de agua deberán vender sus acciones al Estado. Además se crearán empresas públicas de agua regional ellas serán dirigidas por consejos formados por trabajadores, consejeros nombrados por el Estado, representantes de la comunidad, representantes de los consumidores y representantes de intereses medioambientales. Arreglos similares se hacen para otras empresas estratégicas, particularmente empresas de energía. Los proponentes de estas ideas estatizantes hablan maravillas del gobierno municipal de París. Éste, hace una década atrás, compró todas las compañías privadas de agua y creó un eficiente sistema donde el pueblo local supervisa las actividades de las nuevas empresas municipalizadas.

            Comprar grandes partes de la economía y al mismo tiempo aumentar los servicios públicos, implicará un altamente costoso programa. Algunos socialistas resuelven el problema con la moderna teoría monetaria. Esta teoría señala que el principal freno a los gastos del Estado, no es cuánto dinero se puede juntar con más impuestos y emitiendo bonos, sino cuánto capital y trabajo el Estado es capaz de usar y sin producir una inflación desatada. Los autores de la nueva teoría monetaria, señalan que hoy día no hay inflación y esto viene desde la crisis financiera del año 2007. Todo este fenómeno se ha producido a pesar de enormes déficits y a la gigantesca emisión de dinero por parte de los gobiernos y con el fin de comprar bonos a través del mecanismo “facilidad cuantitativa”. Se agrega que la derecha levanta el peligro de los déficits y de la inflación sólo cuando no esté en el poder. No obstante, cuando la derecha ha estado en el poder, no ha tenido tapujos en crear  gigantescos déficits. Stephanie Kelton de la Universidad Stony Brook indica que sólo cuando los gastos gubernamentales empujan la economía más allá de su capacidad de producir bienes y servicios, sólo entonces deberá el estado cortar sus gastos y aumentar los impuestos.

El artículo termina con una crítica un tanto desesperada al nuevo socialismo. El punto central de esta crítica es que los ricos empresarios ante un programa como el propuesto por los Milenials, van a reaccionar negativa y furiosamente. Además ellos van a trabajar mucho menos y tratarán de evadir los impuestos por todos medios posibles y naturalmente tratarán de complotar para apoderarse del poder político a través de una revolución oligárquica tal como lo hicieron en Chile.

Naturalmente los plutócratas jamás han aceptado pacíficamente una redistribución de la riqueza como la propuesta por los milenials más radicales. Todos estos intentos históricos por democratizar la riqueza, han terminado con revoluciones oligárquicas y golpes de Estado. Una excepción a esta regla ha sido la democratización de la riqueza experimentada por los países escandinavos en el último siglo. Hay también otra brillante excepción a esta regla universal de que el ser humano rico en capital, no acepta pacíficamente una profunda intervención estatal en su economía personal. Esta excepción está claramente ilustrada por el exitoso experimento chino iniciado hace tres décadas atrás. Los nuevos empresarios chinos son libres de iniciar y desarrollar empresas dentro de los parámetros delineados por el Partico Comunista Chino. Si el empresario chino obedece con lealtad todas las normas elaboradas para el sector privado de la economía, este empresario puede disfrutar libremente de parte de su fortuna. Pero si este empresario decide intervenir en política y claramente adopta conductas contrarias a los deseos del partido comunista, este empresario con seguridad terminará con un par de balazos en la cabeza. Gracias a este leviatánico arreglo, China se ha convertido en la primera potencia mundial desde el punto de vista económico.  Con dos motores poderosos, el Estado y el sector privado regulado y debidamente controlado, el producto bruto chino en términos de poder de compra es el más alto del planeta.

  1. Duque Ph.D.
Cientista Político
Puerto Montt, 26 de marzo de 2019

Publicado en: http://www.politika.cl/2019/03/28/el-programa-de-cambio-socioeconomico-de-los-socialistas-millennians/

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