UNIDAD DE LA OPOSICIÓN, TAREA ESENCIAL DEL PROGRESISMO. Un militante comunista nos habla con el corazón

UNIDAD DE LA OPOSICIÓN, TAREA ESENCIAL DEL PROGRESISMO.


por Mario Contreras Vega

1.- LA SITUACION NACIONAL
A menos de dos  días del término del 2018, y habiendo transcurrido largos 300 días del gobierno de “los mejores”, estamos en condiciones de ofrecer una lectura bastante aterrizada respecto de lo que ha sucedido y seguirá sucediendo en los próximos meses, sobre todo en lo que dice relación con el avance que se había prometido tanto para el país como para nuestra provincia y con las nulas perspectivas de crecimiento económico aceptado y proyectado para el próximo futuro, reconocido por las propias autoridades, según recogen diversos organismos internacionales y las numerosas agencias que se dedicar a medir semanalmente la actividad económica para poder descubrir aunque sea un solo parámetro favorable que les permita seguir manteniendo su promesa de crecimiento y recuperación del daño que –según ellos- le dejó al país el gobierno de la Nueva Mayoría.
Similar situación observamos respecto de la corrupción que se ha asentado definitivamente en nuestro país, así como de la violencia, ([1]) caldo de cultivo que favorecen los sectores patronales para generar temor en la población y hacer su negocio con los diversos sistemas que se han implementado para hacer frente a este flagelo, del cual, por supuesto, los empresarios extraen su  cuota nada pequeña de utilidades.  
Se constata como falso, entonces, e interesado, el discurso con el que llegaron a la moneda, asumiendo que ellos, “por ser los mejores” iban a resolver estos problemas que afectan a los chilenos, (y a gran parte de la humanidad allí donde predomina el capitalismo)  puesto que eran  ellos los que poseían las mejores condiciones para conducirnos por dicho camino.
         Respecto del crecimiento económico, promesa fallida, sucede que el empresariado chileno se dedica, desde hace largos años, a vivir a costa del estado y de las generosas leyes que los protegen, los subsidian y los conectan con el resto del mundo para que intercambien sus productos. El estado chileno subsidió, solo en el rubro forestal,  con 875 millones de dólares,  (entre el año 1975 y el 2014) a tres familias chilenas que   hoy constituyen la base económica de la derecha: la familia Matte, dueña de la CMPC, la familia Angelini, dueña de Forestal Arauco, y Forestal MININCO (Celulosa Constitución),  las que con ese dinero se apropiaron de TRES MILLONES DE HECTAREAS, la mayor parte de las cuales pertenecía a las comunidades indígenas de la 8ava a la Xa. Región.  
No conformes con 40 años recibiendo generosos aportes del estado (además de la “vista gorda” de éste al apropiarse mañosamente de grandes extensiones de territorio nativo), la avidez y el descaro por apropiarse  groseramente de los fondos públicos los llevó a convencer al anterior gobierno de la NM para obtener una prórroga por veinte años del DL 701 de 1974, del que estamos hablando,  situación que hasta el día de hoy no ha prosperó gracias al incendio Forestal de 2016 que consumió cerca de 400 mil hectáreas de bosque nativo y plantaciones y puso en alerta a la comunidad nacional. Gracias a dicho incendio, pudo detenerse, al menos provisoriamente, esta ley infamante, que no solo le ha entregado multimillonarios recursos de todos los chilenos a tres familias, sino que  –entre otras anomalías- ha sido causa de la destrucción del bosque nativo de dichas regiones y –además- de la pobreza y la inseguridad en que vive dicha etnia y del terror que se ejerce sobre aquellos que intentan defender sus derechos. Todo ello,  sin contar el debilitamiento sistemático de las leyes medio ambientales, en desmedro de la necesidad de seguir contando con una naturaleza  que nos otorgue un grado mínimo de certezas respecto del futuro. Insistir que el país no tenía recursos por mal manejo del gobierno anterior no ha sido nada más que un falacia, destinada a copar los medios de comunicación que le pertenecen a los mismos empresarios que hoy gobiernan con Piñera, para quienes se está adecuando -además-  aceleradamente el sistema, liberando a éste de los supuestos “lastres” que le impiden recoger mayores y abusivas ganancias, tales como los avances en negociación colectiva que se lograron en el gobierno anterior, la flexibilización de las exigencias medio ambientales y de resguardo de la naturaleza, la entrega ya no del mar chileno a 7 familias, que eso se hizo en su anterior gobierno, sino del BORDE COSTERO que hasta ayer pertenecía a todos los chilenos y que dentro de poco pasará a ser propiedad de los inversionistas para asegurar rentabilidad a sus “resorts”, a sus “marinas”, a sus hoteles y otros negocios relacionados, impidiendo que
los pueblos aledaños al mar, que viven de la pesca a pie, de la recolección y cultivo en pequeña escala de algas y otros emprendimientos propios de la pesquería artesanal, puedan seguir realizando su actividad de sobrevivencia.
            En síntesis, y ya que los bancos  y transnacionales  son –en definitiva- quienes  manejan nuestra economía y conocen el final de esta historia, es sumamente extraño que un capitalista como Piñera,  que ha pasado su vida negociando con esos organismos, haya ignorado la realidad que se avecinaba y no haya previsto las medidas necesarias para asegurar el efectivo crecimiento del país que estaba llamado a conducir.
            Es decir, no son los finteos y contrapuntos del gobierno chino con Trumph los que han enlentecido el mercado, sino la corrupción generalizada, que obliga a los empresarios a asegurar los necesarios y obligatorios apoyos de políticos y de gestores que se ganan el pan de cada día en conciliábulos  con quienes controlan y manejan las redes del verdadero poder, que se mueve en las sombras y se sienta en las grandes cocinas en la que se toman los acuerdos, sin preguntarle ni una palabra a los chilenos a quienes se supone deberían favorecer dichos  “acuerdos”.-

2.- LA MIRADA LOCAL
            Trasladada esta situación al ámbito local, vemos como se repite en nuestra provincia tanto la soberbia y prepotencia de quienes se autocalifican como “los mejores”, actuando en consecuencia con dicho discurso que, por sus realizaciones  parece “popular”, pero que,  miradas  estas realizaciones a largo plazo, solo tienden a preservar las condiciones de explotación y enajenación de los trabajadores al máximo nivel de dependencia posible, tanto desde el punto de vista de lo efímero de ellas, (fiestas populares en que se gastan cientos de millones de pesos, la mayor parte de los cuales se los llevan los “artistas” o la empresa que ofrece su servicio), despedidas de profesionales y funcionarios públicos en forma “aparatosa”, como señal de venganza contra los anteriores gobernantes o para satisfacer el reclamo del lumpen que ve en estos hechos una señal de “justicia”, (aunque  más tarde tengan que pagar los onerosos costos en tribunales y muchas veces restituir a los despedidos),  o abandonando proyectos que resultaron clave en el mejoramiento de la calidad de vida de los ciudadanos, cambiándolos por aquellos más fáciles  y menos onerosos y respecto de los cuales no hay que pensar mucho, (pintado de asientos, construcción de jardines y letreros con “identidad”, hermoseamiento de paseos públicos, amplio presupuesto para actividades festivas de verano en la que tres o cuatro “artistas” foráneos suelen llevarse gran parte del presupuesto destinado al festejo “popular”, centenares de “diplomas de perfeccionamiento” entregados a vecinos que asisten a onces o charlas de 45 minutos dos veces al mes,  etc,)  dejando para la gente la breve satisfacción de una tarde de falsa alegría, algunos globos para los niños  y el deterioro cerebral que implica el seguir reconociendo que esa satisfacción sensorial es lo que requieren para ser felices…no importa quién nos gobierne y quien le expropie los beneficios sociales obtenido por las generaciones  que no dudaron en organizarse, marchar y exigir esos beneficios que hoy se dilapidan al antojo de los falsos benefactores del “pueblo”.
            Ello es posible porque hemos transformado la cultura nacional en un bien desechable, al que hemos puesto un ínfimo precio: nuestras autoridades quieren hacernos creer que pintar un letrero con el nombre de la ciudad, instalar una pantalla gigante que dé cuenta  del vacío existencial que hemos sumado a nuestras vidas, obligándonos a reconocernos en una marcas comerciales para transformar nuestra conciencia ciudadana y podamos  olvidar, aunque sea por un mínimo instante, los rasgos solidarios que nos identificaban a fin de que  nos transformemos en consumidores alienados por los productos de moda y no críticos de la segregación social que dichos productos crean en los individuos, sustrayéndolos del deber ciudadano de compartir no solo los bienes sino las capacidades para construir una ciudad para todos, como bien superior. Estiman que mostrar el consumo afiebrado en los programas de televisión y en las vitrinas de los restaurantes que exhiben a sus gloriosos comensales a la vista de nuestros pobres de la ciudad y el campo es “compartir”, no percibiendo que ello solo genera resentimiento, amargura y dolor en el corazón de quienes deben luchar día a día por llegar con el suficiente pan a su mesa.
            Luego se quejan de la violencia que persiste en una sociedad, en la que los pobres carecen de acceso a los bienes más comunes de la existencia, viviendas dignas, salud como un derecho humano obligatorio, educación universal hasta donde la capacidad intelectual de los niños y jóvenes  o adultos les permita, salarios dignos  que permitan, sino recrear la familia de antaño, al menos permitir que los padres pasen más horas con sus hijos, lo que no pueden hacer hoy día pues  -si no trabaja la pareja-  no les alcanza con sus míseros sueldos para sobrevivir.
            Para qué hablar de la planificación vial y –o- urbana, que en nuestra provincia no existe, levantándose poblaciones callampas en cuanto sitio descampado se encuentre, transformándose aquellos sectores en verdaderos guetos, pues mayoritariamente carecen del saneamiento básico, (energía eléctrica, agua potable, alcantarillado) además de una fluida relación con las vías de comunicación, (calles, pasajes, caminos de acercamiento o áreas verdes adecuadas) situación que no logra revertirse por el poco interés del estado en “invertir” en los pobres.
            Y aunque todos estos problemas los conocemos, y aunque algunas fuerzas políticas hemos estado desde siempre intentando nadar contra la corriente transformando el estado desde la definición de “estado subsidiario” (es decir, que solo interviene allí donde no haya interés de los “privados),  en un estado SOLIDARIO, no hemos encontrado –aun- suficiente apoyo entre nuestros habituales aliados.
            Para ello, por cierto, para esta falta de “interés”,  nuestros aliados de ayer tienen suficientes y muy pragmáticas “razones”: la mayor parte de ellos hace “negocios” con el estado. Han constituido todo tipo de “sociedades” que viven de los recursos que les otorga el gobierno vía Ministerio de Educación,  vía SENAME, vía Ministerio de Obras Públicas, vía Ministerio de Vivienda y Urbanismo,  vía ministerio del Trabajo, incluso, vía Ministerio de Defensa, según se ha visto de los falsos proveedores de reparación y mantención del material destinado a las Fuerzas armadas.
            Aun más: los que no “hacen negocios” por la vía directa, se ganan la vida defendiendo los intereses de la clase pudiente de este país, colaborando en la administración de sus empresas y  negocios, como ejecutivos o directores de la banca estatal y privada (actividad por la que cobran millonarias dietas que –por supuesto- salen del bolsillo de los clientes), de las AFP y las numerosas empresas fiscales,  semifiscales y privadas, todas las cuales actúan  no en favor de los chilenos de a pié sino del estado opresor o del explotador de sus hermanos, simplemente.
            El caso más visible es de los portuarios eventuales de Valparaíso, (puerto que maneja una empresa multinacional) que tuvieron que marchar y esperar 35 días para obtener un ínfimo beneficio, consistente en un bono que no alcanza a ser el viático de 4 días que un parlamentario exige para concurrir a su trabajo, más algunas prestaciones y capacitaciones que terminará aportando el  estado, con recursos de todos los chilenos, por supuesto. Lo mismo sucede en estos días, en que la única solución que encuentra ENAP para corregir los malos números que muestra su balance, consiste en despedir a 500 trabajadores…

3.- QUIENES SON, ENTONCES, NUESTROS NECESARIOS “AMIGOS”…? O planteado de otro modo: ¿Cuáles son los amigos junto a los cuales nos conviene estar…?
            La respuesta depende de la sociedad que queramos construir. Si queremos repetir lo conocido, bastaría con seguir asegurando las cuotas de poder de todos aquellos que han profitado de los recursos públicos en los últimos 45 años. Es decir, seguir apoyando una constitución que ha permitido que las fuerzas armadas  y de “orden” de este país se sigan considerando autónomas y con libre disposición de los recursos que entre todos los chilenos les aportamos, incluso para usarlos en paseos al exterior, en francachelas y corrupciones de todo tipo, en latrocinio y robo descarado de recursos que se han perdido  sea en las mesas de juego de los casinos o en las patas de los caballos.
            Junto con ello, seguir cancelando las dietas más onerosas del mundo (miradas desde la perspectiva del lugar que ocupamos en éste) a una clase política a la que hemos cedido la capacidad, que no el derecho, de fijarse sus propios sueldos, agregándose bonos adicionales a medida de su ingenio, sea para cuidar sus vehículos como para tener que pagarles por ir a trabajar, como si  el monto que nos cobran no fuese suficiente para mantener a   10 o 20 familias chilenas cada uno…
            Ello, repito, si quisiéramos mantener las condiciones existentes hasta la fecha.
            Pero, ¿es eso lo que queremos los progresistas chilenos?
            A mí me parece que existe una amplia masa crítica dentro de la sociedad chilena que repudia plenamente dichas conductas, gran parte de los cuales, sin embargo, se  han restado a  participar en los asuntos públicos, (de su colegio, de su barrio, de la empresa en que labora) creyendo que toda acción a favor de ellos mismos los lleva a “entregar las responsabilidades de conducción” a los mismos agentes coludidos con aquellos políticos que han demostrado fehacientemente que no están de acuerdo con el cambio  que requiere el país.
            Ello indica que dichos ciudadanos desconfían de su propia capacidad, sea por carencia de formación o por desinterés y comodidad, pues prefieren divagar desde las redes sociales, despotricando contra quienes proponen soluciones a los problemas ciudadanos, antes de  sumarse a los diversos colectivos que –a duras penas- siguen resistiendo el avance depredador del capitalismo.
            ¿Somos, acaso, los que nos sentimos de “izquierda” en este país, responsables de la crisis de representación que aqueja a nuestras naciones…? En parte, si,  debemos reconocerlo, pues si no pudimos prever con certeza el derrumbamiento del poder soviético, junto con el posterior desplome de todos y cada uno de los países allegados territorialmente a su esfera de influencia,  también carecimos de respuestas no solo oportunas, sino creíbles y afiatadas. El constante temor a la crítica a aquellos países, transformados en nuestros personales espejos, hizo patente su peso en nuestras conciencias, pues aun después de muerto el cadáver no nos atrevíamos a alzar la voz para que no se nos incorpore a la algarabía y el festejo capitalista.
            Cuando comprendimos que nuestro silencio respecto de la crisis del campo socialista solo fortalecía la idea fascista del “final de la historia”, ya las derechas habían dado dos pasos al frente, tomando como aliados a los más débiles de nuestros propios aliados, aquellos que con dificultad entendían  lo del avance hacia una sociedad superior en la que prime “el hombre nuevo”, los que sin “asco” habían  una vez más abrazado las ideas del enemigo y concordado en una política de acuerdos y medianías. El principal de aquellos acuerdos fue, cómo no, acoger las órdenes del Departamento de Estado de dejar fuera de la “institucionalidad post dictadura” a los más connotados luchadores antidictadura.
            ¿Qué se obtuvo con ello, con la llegada de dichos personeros al aparato de gobierno del país…? Pues, en primer lugar, validar dicha supuesta y menguada “democracia” y –como corolario de ello- aceptar que aquellos que habían sido cómplices de la dictadura, que participaron en los consejos de guerra y en las salas de tortura, que supieron –y no dijeron nada e incluso se burlaron de nuestras víctimas- por el solo hecho de participar en aquella farsa electorera de los 90 ya habían conquistado para sí el título de “demócratas”.
            A partir de  ese paso, se inició la colusión y la turbiedad en el manejo económico de la “cosa pública”. ¿O ya no se recuerda el famoso “desmalezamiento” de la refinería de Concón por la suma de 540 millones de pesos de la época, cuando el salario base de los chilenos no superaba los 18.000 pesos al mes y los profesores cobraban un máximo de dos sueldos mínimos…? ¿Y las rendiciones de cuentas de Digeder de la región metropolitana, que con facturas de una frutería justificaba desembolsos de trescientos millones de pesos…?
            A pesar de ello, seguimos creyendo, durante mucho más rato del necesario, aun para auto-justificarnos en nuestra ingenuidad, que aquellos oscuros y escandalosos sucesos no eran más que accidentes…que de seguro no se volverían a repetir.
            Y así pasaron los años y los presidentes supuestamente democráticos, (que no se atrevieron a derogar el art. 8 de la constitución, que nos excluía del parlamento) y se inició la corrupción en forma profesional…a partir del primer presidente progresista después de Allende…
            ¿ACASO LOS COMUNISTAS PARTICIPAMOS DE LA CORRUPCION…?
            No, por supuesto que no, pero no hicimos lo suficiente para “separar aguas” de aquellos que se “embarcaron” en dicha aventura. Junto con ello, gracias a la motivación permanente del estado para “desmovilizar” a los ciudadanos organizados, nuestras denuncias respecto a dichas conductas carecieron de la fuerza necesaria para que la ciudadanía las haga suyas, (para no favorecer al enemigo, supongo, pues la mayoría de la concertación seguía atemorizada ante el riesgo de “involución” de nuestra empelotada democracia) igual como ayer nosotros  nos negábamos a discutir lo que pasaba en la ex URSS), limitando el espíritu crítico de nuestros  militantes, el que –a fin de cuentas- es lo único que nos impide dormirnos en los laureles de los supuestos éxitos,  obtenidos al alero de una constitución que no ha dejado de ser el principal impedimento para avanzar hacia una mejor democracia, permitiendo que –gracias a nuestra debilidad,  a nuestras escasas ideas respecto del nuevo momento por el que ha atravesado la sociedad chilena en los últimos 40 años y frente a lo cual  se suele opinar con demasiada ligereza, pues no nos hemos adentrado en profundidad en los temas medioambientales o relacionado con nuestros pueblos originarios, con la organización por la base, (al modo de la Comuna de París, que tanto reivindicamos), con la identidad regional, que en Chiloé y en las regiones más apartadas del centro tienen una historia y un peso específico sustancial, con la insatisfacción juvenil y de género, etc, se nos ha terminado confundiendo por la gran masa crítica que hoy se ha restado de los asuntos públicos pero que –a pesar de ello- resultan ser los más ácidos opinantes de las redes sociales, confundiendo, repito, con aquellos que hicieron de la política su negocio y su modo de vida, a pesar de los innumerables méritos de nuestras propuestas, que son las que –en definitiva- le dieron la nota diferenciadora al ex gobierno de la NM.
            Ese es, seguramente, el mantra que estaremos obligados a sobrellevar.
            Ello, sin embargo, es pasado. No hay nada más triste y más torpe en la historia humana que tratar de revivir viejos amores cuando todo el mundo percibe que esos amores estuvieron basados en el miedo a desaparecer y en el interés de mantener prebendas, no para los comunistas, sino para los que usaban y abusaban de nuestra buena fe y de nuestros connotados esfuerzos de siempre por constituir la diferencia.
            Esa debe ser, por tanto, la conclusión que nos mueva de aquí en adelante. Esa, y la convicción de la necesidad perentoria de mantener nuestros estándares éticos lo más arriba posible del mundo de los mortales. Que no sean las prebendas ni los beneficios personales que muevan nuestro andar. Que no sea el nuestro un partido de “caciques” sino de hombres y mujeres que se muevan esencialmente en las calles, en las fábricas, en los puestos de trabajo de la gran mayoría de los ciudadanos de a pié, aquellos a los  que ni la Concertación, ni la Nueva Mayoría ni el Gobierno de los “mejores” les ha resuelto ni les resolverá en el futuro la necesidad de transformarse en verdaderos ciudadanos, dotados de dignidad y reconocimiento que les permita hacer un aporte sustancial a la nueva historia de Chile, que está aun por escribirse.


[1] Cuando nos referimos a la violencia,  estamos hablando no solo de la que ejercen los delincuentes y muchos servidores del orden público, (esencialmente contra los pobres, sean estos inmigrantes, mapuche o simples pobladores) sino –además- a quienes han visto perdido los escasos  derechos sociales recuperados y obtenidos tras largos años de lucha y derramamiento de sangre de cientos de trabajadores organizados, sin contar contra la violencia que se ejerce contra la naturaleza, que destruye nuestras formas de vida por el abuso y depredación que se ejerce contra ella. Otra forma de violencia, cuya responsabilidad hay que cobrársela a la clase gobernante del país, es la justicia de doble rasero, (una para los ricos otra para los pobres, (y no hablo solo de la relativa a los tribunales  sino, además, a la falta de acceso a la salud y a la educación, instituidas para preservar el espacio de los poderosos en el manejo y control del estado, desde el que gobiernan para protegerse a si mismos y sus intereses.

Mario Contreras Vega

Castro, diciembre de 30 de 2018.-


NDLR, el autor es, según el mismo:

el mejor del mundoDesde el 14 de octubre de 1947 hasta la fecha

CaporalDe Enero de 1959 a Agosto de 1965Estância Rosário, Rio Grande Do Sul, Brazil
Desde las primeras horas de la mañana observávamos a las aves en su vagar libre por el cielo. A veces íbamos a sentarnos al borde del río
  • Asistente de direccion, Cancionero de Pájaros
  • escrituración de libro

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