Tal vez sería correcto decirle también que me desenvuelvo laboralmente como temporero agrícola, y en este rubro soy dirigente sindical. Luchador como usted durante la dictadura y siempre con la esperanza de conquistar algún día nuestra dignidad. Un abrazote a la distancia.
LOS OJOS DEL INFINITO
A Modo de Prólogo
Al internarnos en las páginas de “Los ojos del infinito”, nos encontramos ante una obra literaria que nos muestra claramente tres etapas creativas del escritor aconcagüino, Nicolás Liberde Llanka.
En la primera etapa se nos presenta el texto intitulado: “En Pos del Horizonte”, es éste un relato de largo aliento, con elementos poéticos, espirituales, filosóficos. Y definitivamente es ésta una narración hermosa, o si se quiere, un poema extenso.
“En Pos del Horizonte” es una gran historia de amor; amor que nace en la búsqueda desesperada de la adolescencia. Y todo comienza cuando Isabel, una joven acomodada e hija de terratenientes, abre sus alas a su nueva etapa de vida; el mundo de la adolescencia. Etapa compleja, llena de códigos y dudas por descifrar. He ahí el deseo de descubrir, conquistar, explorar la naturaleza o lo que existe más allá de las montañas, que es también una metáfora propia de la existencia. Y es esa búsqueda que la llevará a descubrir el sendero de la vida y del amor. Pero esta historia es la puerta de entrada a realidades más complejas que atañen al ser humano en esta sociedad. Y mientras más nos internamos en la lectura, nos damos cuenta que Nicolás Liberde se va adentrando en las contradicciones de nuestra propia humanidad, y es así como de pronto nos vemos enfrentados a la compleja ramificación o arquitectura social que se ve sometida nuestra existencia, y aquí el autor se refiere al origen, al mal denominado “encuentro de culturas” y los elementos socio culturales que han causado el sufrimiento y la división del hombre latinoamericano durante cientos de años. En resumen, a todas las contradicciones, que, como seres humanos arrastramos.
Podemos concluir que por su fuerza narrativa, por el lenguaje y la atmósfera que logra este relato, todo ello conforma un conjunto de elementos que nos sugiere ciertas imágenes de la obra “Las Piedras Hambrientas” del gran poeta hindú Rabindranath Tagore (1861-1941). Con respecto a la temática que el autor abarca, la cual se refiere a la intensidad del amor, esta nos recuerda a ciertos relatos del escritor austríaco Stefan Zweig (1881-1942).
II
La segunda etapa continúa con 40 textos breves, los cuales nos conducen por un laberinto de situaciones transformadas en diversas historias, y con variadas temáticas que el autor tiene conocimiento como pez dorado en la inmensidad del mar. A medida que vamos avanzando, van apareciendo esas temáticas como una danza de palabras con aroma poético, al mismo tiempo, las palabras van tomando formas y sentidos con elementos que producen efectos y sensaciones que nos invitan a leer con interés. Elementos o símbolos que logran su efectividad en los relatos, lo que los convierte a la vez en verdaderas enseñanzas, o si se quiere, en metáforas con mensajes claros y precisos. Y he ahí la clave de lectura de estos cuentos, vale decir, la enseñanza de vida que cada uno de ellos aporta.
Y hay cuentos que sorprenden, son un viaje íntimo a la esencia de la naturaleza humana, conectada ésta a la vez con la esencia del universo y la búsqueda de respuestas que nos permitan iluminar los pasos en el túnel de la existencia. Y aquí me refiero específicamente al notable relato “El Hombre de las Montañas y las cuatro preguntas”, un texto que podríamos definirlo como el eje central de este libro. Mirado desde esta perspectiva, los 31 textos restantes son verdaderas esferas que se conectan de alguna u otra manera con el cuento principal. En ese sentido, la muestra de las historias es en cierto modo circular, vale decir, el autor en algún minuto nos entrega su mensaje en un cuento determinado, pero más tarde, en otro relato, con otra atmósfera y personajes distintos, el mensaje vuelve a aparecer pero tal vez esté más oculto, pues hay otros valores o enseñanzas que va priorizando el autor. Destacar también en este libro, una emotiva dedicatoria en el «calendario indeleble de la conciencia».
Y es que Nicolás Liberde Llanka, nos entrega su compleja cosmovisión, de poeta, escritor, trabajador, filósofo, con honestidad y fuerza de quien sabe de estas temáticas de vida. O más bien de las respuestas que necesitamos para respirar con seguridad el universo circundante; ¿A dónde va el alma de todas las cosas cuándo mueren? ¿Por qué existen la guerra y la violencia entre los hombres? ¿Existe realmente la felicidad? ¿Cuál será el final de tantas penas en este mundo sufriente?, son preguntas con respuestas que se ajustan a una realidad compleja y subjetiva, y es en estos cuatro puntos, donde se sostiene la columna vertebral de esta singular obra de Nicolás Liberde Llanka. Una obra que, por sus características, podríamos definirla dentro de la tradición de la llamada «novela proletaria chilena», impulsada principalmente por el escritor chileno Nicomedes Guzmán (1914-1964). Y por otro lado, vemos relatos con marcada fuerza espiritual, y algunos en estados oníricos, lo que produce ciertas atmósferas especiales y nos recuerda a las lecturas del gran escritor Hermann Hesse o a María Luisa Bombal.
Y entendemos, que como lectores, se nos hace necesario reflexionar, asociar, bucear y liberarnos en el inmenso territorio de la literatura universal. Es por eso que me atrevería a decir que Nicolás Liberde Llanka es un escritor innovador, y aquí me refiero a su discurso, a la propuesta de quien mezcla su formación autodidacta con otros conocimientos que enriquecen el mensaje, otorgándonos una lectura reflexiva y atenta.
A propósito de ello, se nos hace inevitable referirnos a otro cuento que, por su potente mensaje, lo debemos considerar como un verdadero aporte que sostiene los pilares de este hermoso libro. Me refiero al cuento breve «El Encuentro», he aquí un mensaje de esperanza; esperanza en un futuro mejor, un tiempo en que, a juicio de Nicolás Liberde, el universo llegará a un estado superior, teniendo como gran protagonista al ser humano y a la sociedad consciente de su evolución en todos sus estados, tanto en lo económico como en lo espiritual, en cuanto que somos el mismo infinito que se descubre y se piensa así mismo en el sueño despierto de átomos y resplandores de vida. Tal vez, la idea que nos deja «El Encuentro», nos permita observar a través de los cristales de la literatura y logremos armar un paralelismo de lectura con la novela «Un Mundo Feliz» de Aldous Huxley, con la diferencia claro está, en que «Los ojos del infinito» el hombre llega a estados de evolución superiores por un proceso natural y de ninguna manera sometido a la ciencia médica, ni a mentes manipuladoras y autodestructivas como es el caso de la era fordiana.
III
En la tercera etapa menciono «La Cáscara». En este relato el autor abarca temáticas esenciales de la existencia humana, como la emancipación del ser humano, la conquista de los pueblos, la mitología, estados superiores de la sociedad, en síntesis, casi todas las virtudes y defectos que llevamos desde sus comienzos hasta los tiempos del lejano futuro.
«La Cáscara» se puede leer como un proceso histórico del ser humano, vale decir, el ser humano que se descubre a sí mismo, en constante evolución; tanto material como espiritualmente, transformación permanente que lo conducirá a estados superiores y definitivos, en donde algún día comprenderá su verdadero rol en el cosmos. Las contemplaciones se llevan a cabo en una especie de «ventana de la consciencia y del tiempo». De esa manera, se hace necesario realizar tal viaje, como una forma de encontrarse con el tiempo perdido y contemplar el horizonte del mañana.
Marco López Aballay
Fragmentos del libro «Los ojos del infinito». Género narrativa, 156 páginas.
A LA MEMORIA DE MARTA UGARTE
En la estación del amor fecundo, como la primavera, ella obsequió su corazón florecido. Dicen que en su mirada resplandecía las estrellas más bellas y puras del alma, pues el cosmos había condensado su palpitar infinito en el latido de su pecho. La eternidad constelada miró por sus ojos, besó en sus labios sutiles y amó con todo el hálito esencial de bosques y mares la nueva tierra que se forjaba, un sueño de arcoíris donde ningún Infante padecerá hambre y desolación. Delicada y sensible como una amapola en el alba dorada del nuevo horizonte. Palomas azules revoloteaban en su corazón perfumado. Sencilla y diáfana como la niña que habitaba en sus pupilas. En la aurora de Marta un sentimiento inconmensurable de espigas y campos emancipados para la mesa común de la Hermandad. Hoy la vi sonriendo en una foto mientras trazaba con un lápiz el futuro en el cual nadie sobrará ni será preso de la amargura y soledad.
Rosas blancas para tu corazón, querida compañera. El pan tibio de la madrugada en la mesa de nuestra fraternidad. El amor más inmenso en la unidad de nuestros Pueblos y libertad.
EL ENCUENTRO
Un hombre vestido de blanco bajó de la montaña hacia la guerra del mundo. En su ruta se encontró con un caminante y éste, le dijo: «No guardo rencor en mi corazón, solo hay una gran tristeza». Los dos ascendieron a la cima de la montaña.
Pasaron tres mil años, y cuando las flores de la ciudad mostraron sus pétalos sin temor alguno, descendieron para siempre.
MI GATO
Son las tres de la madrugada. Como un beso cósmico que me llega el alma contemplo el cielo resplandeciente de la noche. Me acompaña mi gato querido «El rubio». Siempre le gusta dormir bajo las estrellas. Tal pareciera que le encanta sentir los latidos del universo en este silencio de astros y planetas. Mientras la ciudad duerme y el mundo gira, nosotros, viajeros del infinito, sentimos pasar el río de la vida y de la inmensidad. A lo lejos germinan galaxias y estrellas en la primavera de la eternidad.
TEMPLO DE LA MISERIA
Un indigente y un acaudalado se hallaban sentados en un templo. El desamparado se le acercó, y le dijo:
—Necesito comer.
—Eres hombre de fe, Dios te proveerá —le respondió fríamente.
Se puso de pie y al salir del templo se encontró con la Conciencia de Humanidad sentada bajo la sombra de un olivo, y ella le manifestó:—Hipócrita ser justo y solidario es tu misión. Tu falsa justicia sembrado desolación sobre el mundo.
Pasaron algunas generaciones y en el mismo templo se encontraron un hombre adinerado y un cesante. El desempleado se acercó, y le dijo:
—Estoy cesante y tengo hambre.
—Tú eres hombre de fe, si el Estado no te ayuda, Dios lo hará. —le contestó el acomodado.
Al salir del templo se encontró con la Conciencia de la Humanidad sentada bajo la sombra del olivo:
—Hipócrita ser justo y solidario es tu misión. Mira lo que luchan y mueren a causa de tu poder y ambición.
Siglos después, una mujer y un hombre conversaban fraternalmente bajo la sombra de un olivo. La mujer sacó una canasta y manifestó:
—Compartamos los frutos de nuestro trabajo. Y el otro hombre, respondió:
—Para ser justos y solidarios hemos nacido. —En silencio degustaron el alimento, mientras contemplaban libres el museo que siglo atrás había sido templo de la miseria.
DOS CIENTÍFICOS
Maravillado uno de los dos científicos explaya sobre el «Huevo cósmico», el origen del tiempo y la creación del universo. Como la energía inteligente había condensado la perfección en cada criatura. El otro científico, más asombrado aún, dijo:
—Mi estimado colega: ese huevo cósmico sólo fue una fase en el inexorable movimiento y transformación perpetua de la materia, en la extensión de lo que no tiene principio ni fin. Imperfecta eternidad constituida de continuos principios y continuos fines. La inmutabilidad y agnosticismo solo tienen cabida en la imaginación. En realidad —agregó—, el átomo no se pregunta por la historia, pero sí la historia logró preguntarse por el átomo. Y hoy –acariciando el mentón con su mano diestra— debo también cortarme la barba...
EL EVENTO MISTERIOSO...
—Estás invitado al evento —me dijo— : "Se llevará a cabo en lo alto del Valle, por allá donde el camino se pierde entre recovecos y grandes árboles. Lo reconocerás porque en el atardecer suelen andar pájaros oscuros revoloteando, como si quisieran desprenderse del lúgubre color de sus alas y volar hacia un cielo distinto. Esa será una señal de que es el sendero correcto".
—Pero el Valle no es tan grande, no me costará encontrarnos —, le respondí.
Me quedó mirando como si no hubiese nadie dentro de esas pupilas taciturnas. No quise interrogarla por el misterio de sus palabras y ese vacío enorme que asomó por sus ojos. Probablemente el tono gris de su existencia marchita y amores idos le dejaron heridas aún sangrantes. Preferí quedarme en silencio y solo asentí agradeciendo su invitación.
Resolví llegar en bicicleta, pues estaba estresado y aburrido de tanto encierro procurando evitar los moscos letales que acechaban al mundo. Y es que ya no soportaba sentir los pasos lastimeros del tiempo sobre los días perdidos de la tristeza y soledad. Para comprobar lo que digo, solo había que contemplar el rostro melancólico de mis vecinos (as). La pandemia no solo hizo estragos en los sembrados abandonados, sino que también se adentró en el alma, dejándonos en un silencio literalmente sepulcral.
En el día acordado emprendí viaje con mi añosa bicicleta. Al principio, anduve recorriendo placentero las calles lejanas del Valle, disfrutando el paisaje y lugareños que daban la sensación de una fiesta tradicional. Pero la tarde fue avanzando y sentí la incomodidad de una mirada misteriosa que me observaba de algún lugar, mas no me importaba, pues tenía que dar con el paradero del evento. Fue así que en el cielo, casi al morir el crepúsculo, aparecieron los pájaros oscuros que me había señalado ella. Supe entonces que estaba cerca. Pero la noche llegó como el brazo cegador de un ser colosal que no quiere que veas ni continúes el camino. A esas alturas me nació una cierta inquietud al no saber donde pasaría la noche. Me bajé de la bicicleta y comencé a caminar ya sin rumbo. Pensaba en aquel misterioso acontecimiento que me podría perder si es que, definitivamente, no hallaba la casa o establecimiento.
Colindante al camino divisé una casona donde se escuchaba el tintineo de cristales y algarabía. Me detuve a mirarla con la vieja bicicleta a mi lado. Tal vez sería el evento que tanto deseaba encontrar. Ingresé al lugar y observé a una mujer que sostenía una copa de vino en su mano. Esperanzado le pregunté si sabía algo al respecto y si conocía a tales personas. Para desilusión mía respondió que lo ignoraba y tampoco los nombres le resultaban familiares. Me despedí dándole las gracias y opté por salir a la brevedad de aquella casona colonial en cuya atmósfera pude oler el aroma sutil de la canela y el vino hervido.
Estaba consciente de lo apartado del lugar. El tiempo transcurría y no lograba dar con lo cometido. Quizás no debí haberme aventurado sin conocer con exactitud el domicilio. Si bien era de noche sentía un calor cada vez más sofocante... Fue así como aparecí en mi cama con el aire un poco seco por el calor emanado de la estufa.
Extraño sueño había tenido... La sábana estilaba humedad y yo transpirando. Sentí en ese momento la presencia de una persona a mi lado... "Tal vez estuve enfermo y alguien me cuidaba", pensé. Pero quién dormía a mi lado... ¿Es que acaso estaba afectado por un cuadro febril y no lo recordaba? Sin embargo, no lograba ver el rostro de quien se hallaba en mi lecho. Me levanté y dirigí mis pasos hacia el baño. Mojé mi rostro y bebí un poco de agua. Respiré profundamente y volví a la pieza, pero extrañamente veía un bulto debajo, como si se tratara solamente de un cúmulo de ropa. De pronto..., se levantó la frazada y pude ver el rostro de mi amigo Juliano. Asombrado le pregunté cómo había entrado a la casa si las llaves estaban bien guardadas. ¿Por qué dormía en casa? ¿Qué le había sucedido...? No me respondió absolutamente nada. Luego dejó caer sobre su rostro un enjuague bucal azulado.
—¡Te hará mal!—, le dije. —¿Cómo se te ocurre hacer algo así? Pero continuó vaciando el líquido en su cara y también en su cabello.
Me acosté procurando desentenderme de Juliano. "Está muy mal de la cabeza", me dije en silencio. Qué le habrá sucedido al pobre... Quizás está ebrio, pero no recuerdo haber percibido alcohol alguno. Traté de conciliar el sueño y fue en ese lapso que entró mi hermana y se sentó a un costado de la cama. Seguramente debió haber encontrado la puerta abierta del antejardín. Pero, en plena madrugada... Me dijo que tuviera cuidado con los alimentos y la hora que los digería, pues era incesante el sonido gástrico en mi estómago. Me miró en silencio unos instantes y, sin decir nada más, se puso de pie y se fue.
Un gato que corría furibundo estremeció la techumbre. Desperté de ese extraño sueño y recordé a Juliano que había fallecido hace más de dos años.
MEMORIA MILENARIA
Habló la memoria milenaria, y dijo: «Sucumbió nuestra comunidad, el amor más sublime. No fue la mitología cristiana de la manzana de Adán y Eva, no fue la desobediencia: fue la propiedad privada y el surgimiento de las clases sociales, el antagonismo inconciliable. Tuvo precio el tiempo y la vida en la sociedad del egoísmo y la tristeza. Cayó la sangre sobre la Tierra. Hermanos con hermanos se hicieron la guerra: Había nacido el patriarcado y la esclavitud».
Nicolás Liberde Llanka
Escritor.
Es un gran compañero,muy conecuente, que escribe muy bien y hace muy buenos comentarios en facebook.
La idea es apoyarlo para que pueda publicar su nuevo libro: «Los ojos del infinito». Género narrativa, 156 páginas
El costo es de 2,5 millones de pesos chilenos ???
El cro me envió esta correo-e para aclarar algunas cosas, en particular la cuenta a la que se pueden hacer los aportes.
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