Sobre el Rescate de la Cabaña de Melinka. Puchuncaví

 

Sobre el Rescate de la Cabaña de Melinka. Puchuncaví. (Narda)

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Red Charquican red@charquican.cl

30 ene 2021 18:52 (hace 17 horas)

para 
Hola 
Renvío escrito de mi hermano a propósito del campamento Melinka, Puchuncaví.
un abrazo,
narda
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Una linda iniciativa, digna de apoyar en todo sentido.
Adjunto un corto relato de Melinka. Esto a propósito del intento de una compañera, la cual me pidió que escribiera algo sobre "El Teatro en Prisión durante la dictadura". Esto fue hace cerca de 20 años atrás, en la idea de incluirlo en un libro con el mismo nombre, el cual al parecer nunca se publicó.

Un abrazote
 
 

 

TEATRO DE MELINKA

 

Quisiera en primer lugar, saludar la iniciativa de Verónica en su tarea de recopilar antecedentes sobre lo que fue el Teatro en Prisión durante la dictadura.

 

Nuestro grupo se formó al poco tiempo de haber llegado a Melinka.

Éramos un grupo de 50 detenidos que fuimos trasladados a finales del mes de Julio de 1974 desde la Cárcel Pública de Santiago. Fuimos prácticamente el grupo de prisioneros políticos que inauguró el Campo de Concentración de Puchuncaví, conocido también como Melinka. En este grupo había compañeros de todas las profesiones, categorías y ocupaciones, menos actores de teatro.

 

El campamento estaba a cargo de la Infantería de Marina de Valparaíso; los cosacos para unos, los gorríaos para otros. Estos hacían alarde de su preparación en relación a otros uniformados y cada uno de ellos se comparaba, nada menos, que por ocho  milícos... Así que "váyanse con cuidaito" fue el primer aviso que recibimos de sus hinchados e inflados pechos.

 

Con el correr de los días entre marchas y canciones militares, trabajo y también caldos, aprovechamos la disposición más humana de un comandante de campo -el cual cambiaban cada semana-, para plantearle la necesidad de que la gente se pudiese dedicar a otras actividades que aportaran a una mejor salud mental.

 

Fue así como a fines de 1974 se da inicio a estas actividades de educación  y cultura. Se impartían cursos de inglés, matemáticas, historia y otras  materias de interés entre los prisioneros. También se creó el grupo artístico que daría inicio a los Sábados Culturales y se hizo nuestra la consigna de "Fuerza y ánimo que mañana Chile amanece", impulsada por nuestro compañero Emilio Cisternas animador del show.

 

Los Sábados Culturales estaban amenizados por cultivados folcloristas nacionales, de los cuales destacaban Pedro Baeza, "caballito blanco" Bahamondes y "pajarito" Cruz, entre otros. Ellos  con canciones de Víctor Jara, Violeta Parra y demás canta autores nos paseaban en un armonioso recorrido por nuestras raíces, el folclor chileno y latinoamericano.

 

También habíamos otros menos cultivados como "el chico Zamorano” y un servidor, los cuales con humor casero y de huaso falsificado, tratábamos de parodiar al dúo "Los Perlas". Bueno, muy pronto nos dimos cuenta que nuestro lugar no estaba en el folclor y nos dedicamos de lleno con "mandolino” Marcos Plummer, el Gatíca, "el huaso" Lavandero y otros compañeros a incursionar la parte cómica de las Noches Culturales. Este grupo, con la puesta en escena de sketchs y parodias de programas televisivos de popularidad, serían el germen de lo que posteriormente se convertiría en el Teatro de Melinka.

 

En realidad nosotros no creábamos nada, todo estaba allí, en nuestra monótona vida impuesta y rutina diaria de prisioneros. Solo había que ponerle como en el séptimo arte, luz, cámara y acción.

 

Para estos fines el comedor del campo de concentración, se convirtió en la sala de espectáculos, utilizando mesas sillas e implemento de cocina como escenografía y accesorios a utilizar en cada presentación.

 

Como no poder representar a “Mi Sargento Nuñez”, que tan sólo verlo abrir la boca, ya era motivo para risa.

Al llamado de fooormar, para diferentes actividades del campo, él llevaba sus manos a la espalda, se daba un par de vueltas a lo largo de la formación y mirando al suelo como queriendo madurar lo que iba a decir, se  dirigía a los prisioneros cuan catedrático se dirige a sus alumnos.

Su gorra siempre a nivel de los ojos, una barriga que le colgaba sobre el cinturón y una pata del 45 con el terrible juanete que le deformaba el bototo. Cada vez que se detenía, se ponía en posición de a discreción y golpeaba el pie contra el suelo al mismo ritmo con el que una madre golpea a su guagüita en la espalda para sacarle los flatitos. En actitud de querer mostrar su “criatura” paseaba desafiante su mirada por la fila como  esperando respuesta entre los presos al: Qué tal, qué les parece este juanetito?

 

Para todo el que haya pasado por el campo de prisioneros de Puchuncaví, se le haría imposible pensar que este personaje no estuviese presente en cada uno de nuestros sketchs.

 

Nunca faltaba el que llegara atrasado a la formación, única y exclusivamente para escuchar a nuestro sargento Nuñez. Uno llegaba corriendo y se paraba frente a él, tal como a ellos les gustaba que uno se presentara: con la vista al frente mirando al infinito, pecho y barbilla afuera, manos en la línea del pantalón y con un sonar de tacos que hacia vibrar hasta el pelo.

 

  -- Permiso para ingresar a la fila mi sargento!

Luego su típico movimiento de cabeza de... Cuando aprenderán?

  -- No se dice ingresar, se dice "dentrar". Vaya y preséntese de nuevo. Media vuelta cinco pasos atrás y luego el mismo procedimiento: vista, pecho, barbilla, manos y tacos.

 

  -- Permiso para "dentrar" a la fila mi sargento!

Y la leve sonrisa de satisfacción.

  -- Ahora si. "Dentre".

 

 Dejar pasar este tipo de situaciones, era como comer pan pelado teniendo sobre la mesa cantidades de mantequilla, queso y jamón.

 

…O cuando al compás de Lily Marlén o el himno de los cosacos, nos dirigíamos por la mañana a izar y por la tarde a arriar la bandera  esperando con ansias el término del…Oh mis nobles soldaaados que habéis hecho…para escuchar a quién otro, sino a mi sargento Nuñez: "Y ahora a gritar un fuerte Viva Chile, que se escuche al lado de allá, más allá del lado de allá, del otro lado del cerro".

 

Todas estas situaciones de nuestro monótono vivir al que estábamos sometidos, no pasaban desapercibidas y se tomaban rápidamente por los ágiles del teatro e incluían de una u otra forma en nuestros sketchs.

 

Al día siguiente de las presentaciones, sabíamos que nos podía caer la teja a alguno de nosotros y mi sargento salía con otra de sus frases célebres:

 

"No se me estése me maquiniándose me se me". Ya hágame 30 (flexiones). Por suerte nuestra juventud, estado físico con mucho fútbol, nos acompañaban y hacíamos las 30 hasta con yapa.

 

Sabíamos que estábamos expuestos a esa forma de represalia, por aquellos que cumplen el triste rol de carceleros, pero el gustito que nos dábamos en cada sketch, valía la pena pasar por ese picadero. Nos revitalizaba y nos decíamos: estos tonton macutes no nos podrán doblegar.

 

Nos tenían a su merced y antojo, pero igual estaban para la risa. Sus  frases y dichos deberían estar impresos en un monumento de mármol al centro del campamento, dedicado a la soldadezca utilizada y en cuya parte superior leer en ribete de oro… El buen soldado es aquel que cumple las ordenes sin preguntarse, por qué?

 

También se representaron parodias de programas y series de televisión vistas  y conocidas por todos, entre ellas: "Simplemente María", "Muchacha italiana  viene a Puchuncaví", "Música Libre", "Tugar, tugar salir a bailar" y otras que  en este momento no recuerdo, ante largas carcajadas de nuestros compañeros y  también de infantes de marina que disfrutaban del show.

 

Por su parte los soldados empezaban a sentir cierta simpatía por los presos, ya que rompía con todos los esquemas que la dictadura les inculcaba, mostrando a la gente de izquierda como criminales antipatriotas, al servicio del marxismo internacional.

Esto hizo que una noche, mientras muchos compañeros ya dormían, comandos enmascarados irrumpieran en nuestras cabañas propinándonos una golpiza colectiva. Para ponernos en el “lugar que corresponde”, se ensañaron con los compañeros del Consejo de Ancianos y la gente del grupo de teatro. Ahora sí que habían llegado "verdaderos cosacos y no las cagadas de soldaditos que tenían antes", nos advirtieron.

 

Como acción inmediata procedieron a cambiar toda la guardia.

Luego se produjo un periodo corto de receso en el cual nuestras actividades de educación y cultura fueron prohibidas.

 

Después de este obligatorio receso nos planteamos presentar algo más serio, que nos cultivara un poco más en nuestra historia como latinoamericanos. En ese objetivo nos preparamos y ambientamos una obra basada en el tiempo de la conquista, en la cual el Cacique Lempíra y su pueblo -hoy Honduras-, se rebelan contra el colonialismo  español.

 

 

Sería una cosa en grande y muy distinta a lo común de los sábados culturales. El comandante del campo, como primicia, había invitado a las autoridades del pueblo para esa noche cultural. Incluso autorizó micrófonos y parlantes para presenciar una obra teatral basada en pasajes de la historia del continente.

 

La obra sería en dos actos. El primero solamente españoles y el segundo acto con los indios.

 

Se designaron los roles y empezamos nuestros ensayos. Españoles e indios nos ayudábamos mutuamente en nuestros roles e intercambiábamos opiniones. Vendrían autoridades del pueblo y tendríamos micrófonos, así que no había lugar a equivocaciones.

 

La noche del estreno, empezaron a llegar los invitados y a copar la sala. El alcalde, el jefe de los bomberos, sus respectivas esposas y otras autoridades del pueblo se les ubicó en platea, así como también a lolitas hijas o parientes de los invitados.

 

Sería demasiado largo relatarles todo lo que ocurrió en esa obra, que de seria y con ribetes históricos, se transformó muy pronto en comedia… A un español se le cayó el bigote, a otro mientras hablaba se le corría la barba, en tanto a otro se le rompía el pantalón. Espadas que se quebraban y texto que se olvidaba. Españoles que disparaban con ametralladora en vez de arcabuz, etc. Todos estos imprevistos eran rectificados al momento gracias al ingenio de los actores que le daban el toque cómico a la situación.

 

 Al entrar al segundo acto con los indios, el circo volador de los Monte Python no nos llegaba ni a los talones, mientras el público gozaba a carcajadas.

 

En un momento en que el Cacique Lempíra se levanta de su trono para arengar a sus guerreros, se encuentra que al regresar a el, uno de sus guerreros se encontraba confortablemente sentado en su trono. Lempíra debe entonces continuar de pie e improvisar más arenga, mientras de reojo y a regañadientes por un lado de la boca, le murmuraba al guerrero: "párate wueón, párate wueón" frente a un micrófono que funcionaba a la perfección. Por su parte el guerrero no estaba ni ahí con lo que el cacique le decía, embobaaado mirando las lolitas de platea.

 

Los ensayos en conjunto entre españoles e indios, se prestaron también para  situaciones fuera de libreto y confusión. En un momento el jefe de los guerreros se dirige a Lempíra y le dice: "Gran cazique dadme vueztro permizo que con miz guerreroz  deztruiré al invazor”… Al percatarse del error murmura: “Ah chuuucha, estoy hablando como español". Un pensamiento en voz alta que seguramente hubiese pasado inadvertido, pero esta no era una noche común, nuevamente los micrófonos  hicieron de ésta inesperada réplica, un eco retumbador en el auditorio entre alcaldía, autoridades del pueblo, oficialidad del campo y todo lo presente.

 

Luego de este intento, no tan fallido después de todo, ya que el teatro paralelo al mensaje, es entretener y deleitar al público. En resumen los asistentes pasaron una tarde agradable, se divirtieron y disfrutaron de la obra. Lo cual también nos dejó contentos, a pesar del bochorno que creímos haber caído en un principio.

  

Estos pasajes que relato, de lo que fue el Teatro de Melinka se vio diezmado con la salida de algunos compañeros hacia México y posteriormente de otros a Panamá. Pero el relevo ya estaba próximo y nada menos que con grandes colosos del teatro chileno, los compañeros del teatro ALEPH con Oscar Castro alias Casimiro Peñafleta. Ellos darían en siguientes presentaciones, continuidad, calidad y forma de lo que fue el Teatro en Prisión durante la dictadura pinochetista.

 

Para terminar creo que es necesario agregar que lo más importante de estas jornadas culturales era conservar el espíritu de cuerpo y solidaridad entre nosotros, mantener la moral de todos los prisioneros siempre en alto y reafirmar con ello, la fe y esperanza de un mañana mejor. Ese objetivo imperioso, con el cual modestamente nos comprometimos, nos lleva a decir con orgullo: Misión cumplida.

 

Fredy "flaco" Salgado.  

Gotemburgo,Suecia.

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