Adopciones irregulares de niños mapuche en Europa: “Crecimos sintiendo que no pertenecíamos a nada”

 

Alina Namuncura Rodenkirchen

Adopciones irregulares de niños mapuche en Europa: “Crecimos sintiendo que no pertenecíamos a nada”

Paula Huenchumil
 
Alina Namuncura Rodenkirchen

Tras ser adoptada por una pareja alemana a los pocos meses de vida, a los 16 años viajó por primera vez a Chile junto a sus padres. No sabía castellano, ni mapuzugun. Después de una segunda estadía, ya no quería regresar por el racismo que percibió en nuestro país. Finalmente volvió y vive actualmente en Wallmapu. Su historia no es excepcional: durante la dictadura militar cerca de 20.000 niños fueron adoptados por parejas extranjeras, y se estima que al menos 8.000 de estos casos podrían ser ilegales. Este es su testimonio, que se basa en conversaciones con nuestra periodista.

Alina Namuncura Rodenkirchen (35 años). Magíster en Estudios Regionales de América Latina, Universidad de Colonia y docente de alemán como segunda lengua, Universidad de Düsseldorf. Actualmente reside en Chile.

Siempre supe que soy adoptada y que soy mapuche, aunque no sabía lo que significaba. Nací en Panguipulli y a los dos meses de vida, en 1985, me llevaron a Köln en Alemania con una tuición. En Alemania mis padres me adoptaron. Pasé toda mi vida allá, hasta que a los 16 años vine con ellos a Chile a buscar mis raíces. Ellos siempre me dijeron que la vida de Alemania era parte de mí, pero que siempre me apoyarían si yo quería buscar mi parte mapuche.

Cuando tenía 18 años, mis padres me regalaron las joyas, el txarilogko, el txapel de tres cadenas y los chaway. Cuando me adoptaron, compraron eso para mí y me lo regalaron en ese momento especial. Fue un gesto muy importante y aunque no son mapuche, podían entender lo que podría significar para mí.

Estando allá siempre sentía que me faltaba algo, tenía estabilidad, trabajo, amigos mapuche de segunda o tercera generación, hijos de exiliados, con quienes intentábamos recuperar nuestra identidad. Aunque cada historia era un poco diferente, todos nos sentíamos despojados de una parte de nosotros.

Recuerdo que había un chachay (adulto mayor), llamado Helmut Schindler, que publicó unos libros, y uno de ellos es sobre la historia y costumbres mapuche, con dibujos y fotografías de sus viajes. Siempre fue el regalo para todos los adoptados mapuche en Alemania. Con este libro empecé e intenté a construir mi identidad mapuche.

En mi caso, no fui robada, mi familia me entregó porque no podía mantenerme. Lo que sí hacía la asistente social o el registro civil, fue que cuando mi tía me inscribió, la presionaron para que no pusiera mis dos apellidos mapuche. Mi abuela quería quedarse conmigo, ella vivía en una ruka y los médicos dijeron que no era un ambiente adecuado para criar a una niña. En mi caso no es robo de bebé, más bien, una alteración de los plazos para hacer los trámites de una adopción que debió hacerse en Chile.

Se habla más o menos de 20 mil adoptados en dictadura. En Suecia hay 2.200 adoptados, solamente allá, ahí se saben los números porque hay una agencia de adopción sueca (Adoptionscentrum). Lo que no sé es si en Alemania se puede hablar de robos de niños, porque en Suecia se ven patrones, donde siempre son las misma personas las que firman, los mismos jueces, o dobles inscripciones.

Las madres vivían en un contexto humilde, y en el caso mapuche a veces no podían hablar español, sino solamente mapuzugun. Les dijeron después del parto que la guagua había nacido muerta, y que no tenían que preocuparse por nada, solo firmar. En ocasiones tampoco recibían documentación de que habían tenido un hijo. Los bebés que fueron sustraídos muchas veces fueron inscritos con nombres y apellidos suecos.

La adopción en el caso de Alemania siempre fue a través de contactos privados con la iglesia, y con las hermanas de la Santa Cruz. Hay un montón de niños adoptados. Me acuerdo que teníamos reuniones de adoptados, éramos chiquititos e iguales, como morenitos y de pelo negro. 

Mis padres intentaron adoptar desde antes a través de organizaciones, pero al final tenían contactos con Chile y vinieron personalmente para acá. En mi caso no fui robada, pero en otros casos realmente no sé si las hermanas de la Santa Cruz estaban activamente detrás de niños para sacarlos del país, eso no lo sé.

Alina Namuncura Rodenkirchen en su infancia de vacaciones en Francia
Alina Namuncura Rodenkirchen en su infancia de vacaciones en Francia

Mi primer viaje

Cuando tenía 16 años vinimos con mis padres a conocer a mi familia biológica. Habíamos recorrido un poco el país, llegamos al sur, a Panguipulli y conocí a mi madre biológica. La situación era muy extraña porque alguien llega y te dicen que es tu madre. ¿Qué tenía que sentir si no la conocía? Era una total desconocida. No sentí nada, a lo mejor susto. Hay muchas personas que me han dicho “pero cómo no puedes sentir nada si es tu madre”.

Por supuesto que hay otras experiencias de madres que sí han estado buscando a sus hijos y se reencuentran, porque nunca quisieron deshacerse de él o de ella y creo que es otra emoción la que se da. En mi caso mi madre tiene capacidades diferentes, que no entiendo bien de qué se trata, pero no pude comunicarme con ella, hasta el día de hoy no me reconoce. Las tías le dicen “es tu hija”, pero no reacciona, así que no tengo ninguna relación con ella, ni tampoco un vínculo emocional. Cuando nos conocimos yo vi a un montón de gente, no sabía hablar castellano en ese momento, eran totalmente desconocidos.

Mis padres adoptivos son mi familia. En la actualidad estoy bien con eso, porque es mi decisión. Acá hay historias entrecruzadas por la violencia por lo que he escuchado de los relatos de los familiares. Me decepcioné. Lo bueno es que puedo elegir y yo elegí este camino para mí.

Segundo viaje a Chile: “Quedé traumatizada con el racismo”

Después de mi segundo viaje no volví en ocho años a Chile, porque quedé traumatizada con el racismo. A veces la gente piensa que te está dando un consejo, que te está diciendo algo positivo, pero el racismo es tan intrínseco que ni siquiera se dan cuenta de que te están insultando. Siempre escuchaba “eres linda, no puedo creer que eres mapuche. También me decían “qué suerte que vives en Alemania, puedes buscar un rubio para mejorar tu raza”.

Es muy violento ser despojado del idioma, por suerte lo pude aprender después, pero muchos adoptados tienen esa barrera, que no lo logran aprender, también hay obstáculos emocionales, creo. A lo mejor se puede comparar con la gente mapuche que fue tan reprimida al hablar el mapuzugun y por eso no lo transmitieron a sus hijos. Y sus hijos crecieron con esta barrera interna ya.

Siempre sentía que el idioma era algo que me faltaba. Siento que una aprende de una cultura a través del idioma. El mapuzugun es algo muy relevante para la vida mapuche, para poder entender el conocimiento y cómo funcionan las cosas. Siempre intentaba aprender, pero no me funcionaba tan bien estando lejos en Alemania, a cada persona que tenía un poco de conocimiento del idioma la estrujaba un poquito.

Actualmente estoy haciendo clases de introducción del mapuzugun a un grupo de mapuche-suecos adoptados. Me veo en ellos, en el sentido de cuando estaba descubriendo mi ser mapuche, quería saber y saber, pero no sabía dónde acudir. Quiero ser de alguna forma un puente para que conozcan más. No solo hicimos clases de idioma, sino además conversamos de la cultura, y también de las realidades de Wallmapu. Algún día quiero ser hablante de mapuzugun, yo lo siento como una necesidad interna y un deber que tengo.

“Empecé a sentirme bienvenida y entre los míos”

Después de ocho años, volví y fue la primera vez que me sentí más a gusto con lo que me rodeaba. Estaba haciendo mi tesis sobre las experiencias mapuche en la dictadura. Ya conocía a algunas personas que me ayudaron a contactar a otras personas, y ahí realmente pude tener contacto con gente mapuche que me enseñaba y mostraba cosas. Fue todo lo contrario a lo que había vivido en la sociedad chilena. Lo malo que había vivido fue quedando atrás y ahí recién empecé a sentirme bienvenida y entre los míos. Sintiendo que era aceptada y que era parte de algo, porque antes no sabía qué implicaba ser mapuche.

Cuando les preguntaba a las personas mapuche sobre sus vivencias en la dictadura, debido a mi acento alemán me preguntaban que por qué hablaba así. Entonces yo les contaba mi historia y siempre me decían "ah sí, conozco otro caso de adopción", o "había escuchado sobre algún caso" de robo de niños mapuche. Se me abrió un abismo porque yo pensaba que éramos solo unos pocos, pero al parecer somos muchos los niños mapuche sustraídos. En cualquier territorio al que iba me pasaba lo mismo: conocía más historias de mujeres a quienes les habían arrebatados a sus bebés. Mujeres mapuche que a lo mejor nunca habían denunciado o hablado con sus familias, que habían tenido un bebé, pero que no sabían dónde estaban.

Yo por suerte siempre supe que soy de Panguipulli. En mis documentos tenía el nombre de mi madre y mis apellidos, así que siempre supe que soy mapuche y que tengo un tuwün (lugar de origen). Aunque no tengo mayor contacto con ese lugar, sé de dónde vengo, y muchos mapuche en mi situación eso no lo tienen. A algunos les cambiaron su nombre, les fue borrado el apellido en el certificado de nacimiento. O la asistente social u otros agentes en estas sustracciones de niños falsificaron los documentos que venían con la historia de la niña o niño.

Normalmente las asistentes sociales se inventaron muchas cosas terribles sobre lo que le había pasado al niño, y que por ese motivo había que llevar a ese niño a ser adoptado a un lugar muy lejano. Y no siempre era así. Eso también para engañar a la familia adoptiva, porque ellos creen que hacen algo bueno, en dar un hogar a un niño supuestamente abandonado. Esos niños crecen con un imaginario que ni siquiera existe. En el mejor de los casos, ellos encuentran a su familia, y ellos le pueden explicar lo que de verdad pasó. Sin embargo, muchas veces esos niños, ya adultos, han tenido secuelas, comportamientos distorsionados durante toda su vida porque pensaban que les habían hecho tal o cual cosa terrible, o que fueron abandonados, y que no valen nada o que nadie los quiere.

Imaginen lo que debe ser vivir cuarenta años en esa mentira. Es muy difícil. Y más encima si eres mapuche, fuiste robado de tu familia, y te das cuenta luego de 40 años o 45 años que perteneces a un pueblo, y no tenías idea. Eso causa mucha tristeza y rabia, porque ¿cómo vas a recuperar lo que te quitaron?

Alina Namuncura en una marcha en Temuco "por la oficialización del mapuzungun"
Alina Namuncura en una marcha en Temuco "por la oficialización del mapuzungun"

¿Por qué me abandonaron? ¿Por qué a mí?

En mi caso no tengo hijos, así que he tenido tiempo para acercarme lentamente a mi pueblo y así recuperar todo eso. Yo tuve la oportunidad de elegir y tomar la decisión de vivir acá, pero muchos ya no lo pueden hacer y eso les pesa mucho. Es muy difícil para ellos, porque por fin sienten que pertenecen a algo. Pero a veces no saben dónde está su tuwün y no saben hacia dónde ir ahora. Además son personas que no están ni siquiera en las estadísticas a pesar de ser mapuche, no están en ninguna parte. Es como que no existen, pero a la vez sí existen y quieren ser mapuche.

Algunas de estas personas tienen hijos, entonces ellos luego reflexionan: "bueno, entonces ellos son mapuche también, pero yo no les pude enseñar nada de eso. Ya me han despojado no solo del idioma castellano sino que también del mapuzugun, tengo 45 años, pasé la mitad de mi vida creyendo otras cosas y ya no tengo tiempo para recuperar todo lo que yo he perdido".

Por todo esto estoy apoyando a la organización Hijos y Madres del Silencio, que hace búsquedas acá y en el extranjero y también apoyo en traducción. La barrera idiomática es algo muy cruel, si uno hace un encuentro, las familias no se pueden comunicar, lo cual es terrible. Hace un tiempo he estado en contacto con una organización sueca de adoptados: Chile Adoption. 

Muchas personas, adoptados como familias que buscan, están tomando test de ADN para ver si hay alguna relación con otras personas y así se puede investigar y llegar a familiares. Muchos de ellos han querido sacar su “calidad indígena” como yo, y no es posible, porque Conadi pide el certificado de nacimiento donde salga un padre o madre con los apellidos mapuche. En el caso de nosotros, muchas veces los padres no están o fueron borrados del certificado de nacimiento.

Hemos tenido reuniones con los adoptados de Suecia, y también con una lamgen (hermana) de acá que fue adoptada dentro del país que tiene el mismo problema. Esas reuniones fueron muy importantes para conversar sobre la importancia que tiene la “calidad indígena” para nosotros. Muchos adoptados saben recién que pertenecen a nuestro pueblo, y como no tienen otra manera de acceder a algo más, ven la “calidad indígena” como algo simbólico, pero muy importante, porque eso es lo que nos “acredita” que pertenecemos al pueblo mapuche. Lo vemos como un derecho.

Se ha vuelto algo importante porque nos lo han negado. La queremos porque es un derecho que tenemos porque somos mapuche. Nosotros y nuestra generación de mapuche que fuimos robados somos parte de la historia del despojo y la violencia contra nuestro pueblo. Somos una parte de la historia pero que todavía no se sabe ni se conoce en la mayoría de la sociedad. Queremos que eso se haga ver, porque es algo que no solo nos afectó a nosotros los hijos, sino que también a muchas familias que fueron amenazadas al no querer entregar a su hijo en adopción.

Además el hecho del abandono, que es un hecho impactante en la vida, porque uno vive día a día con esa incertidumbre. ¿Por qué me abandonaron? ¿Por qué a mí? Quizás soy la única que fue abandonada y los otros hijos de la familia se quedaron en la familia. Porque la mayoría de los suecos no sabían que eran robados, entonces pensaron todo el tiempo que habían sido abandonados. Al final puede causar mucha inestabilidad emocional y miedo al abandono en otras relaciones.

Ya sabemos el rol que cumple una machi o un machi, y ya sabemos que ese rol va a ser heredado por generaciones. ¿Qué pasa en ese caso, si hay un joven que es hijo o nieto de una machi? A una machi por buscar a su hijo la declararon loca, por ser machi. Y qué pasa con ese niño que fue robado, despojado de todo ese legado, adoptado y que tiene linaje de machi. Qué va a pasar con el o con sus hijos o nietos, es algo terrible, muy violento.

Ese abandono, ese crecer en la nada, sintiendo que no perteneces a nada, genera muchos problemas. Muchos adoptados que conocí tienen dificultades psicológicos, mentales. También adicciones y problemas, porque su vida no está en equilibrio, su vida no tiene el fundamento que necesita una persona para poder crecer. Siempre el abandono es una piedra de tope, y de hecho, solo algunas personas consiguen ser “funcionales” en la sociedad.

Sin embargo hay casos como yo, o como el de mi amiga Maria Diemar de Suecia, en que se da una situación positiva, pero no siempre es así. Acá se suele hablar del primer mundo de Europa, pero allá también hay violencia intrafamiliar, también hay abuso sexual de los niños adoptados, también hay doble abandono de los niños adoptados porque no se pudieron adaptar y sus familias adoptantes los abandonaron una vez más. Así que no todo es bueno y no toda la gente de allá es buena y apta para ser padres.

“Ahora sí estás completa"

La primera vez que usé mi takuluwün (vestimenta mapuche) fue en Holanda, con una familia mapuche que había sido exiliada. Allá nos reunimos para un wetxipantu simbólico. Yo llevaba mis joyas para ver si las podía ocupar en algún momento, pero ellos me dijeron "te vamos a vestir". Y me vistieron, y yo no sabía cómo se ponía el küpam (chamal), el alfiler, nada. Así que me vistieron y yo no me moví más, pero me sentí súper bien. Además, la reacción de ellos fue como: "¡Ah!, ahora sí estás completa". Me sentí muy bien, no quería sacarme la vestimenta. Luego de ese encuentro me dijeron que podía quedarme con el küpam y yo estuve muy emocionada, "Mi primer küpam", pensaba. Ahora tengo muchos, tengo para distintos climas porque no solo lo uso para ceremonias, sino que también en la calle para cosas cotidianas.

Mi primer gillatun fue en Llaima. Ahí me llevó mi amiga mapuche que conocía desde Bélgica. Ella con su prima me invitaron y para mí se abrió un mundo, fue todo nuevo. Yo sentía que estaba bien en ese lugar, estaba donde tenía que estar. Lo disfruto siempre y veo que es mucho mucho trabajo, no sé cómo lo hacen.

Hay muchas cosas que me faltan para adaptarme bien, por ejemplo en Alemania mi mamá me decía que no era necesario que cocinara, porque era mejor que me dedicara a estudiar o trabajar. Y eso me falta acá porque ¡Yo no sé cocinar! Además la comida aquí es muy distinta, y hay mucha gente a la que le llega visitas y en unos minutos tienen todo listo para que la gente coma, y yo no sé hacer nada. Me pongo muy nerviosa, pero siempre tengo ayuda. Estoy aprendiendo en cada momento y soy afortunada de poder aprender de muy queridas papay (ancianas mapcuhe) del campo que me enseñan.

Actualmente ya llevo casi cuatro años en Temuco y me encuentro feliz. De todas formas, yo todavía soy alemana. Siempre digo que soy mapuche-alemana, porque mi socialización fue allá y quizás pienso como alemana. Además en temas, por ejemplo, de comida, necesito la comida de Alemania de repente. El pan de acá me genera kutxan (malestar) después de cierto tiempo, entonces tengo que ir al Jumbo a comprar un pan importado para regular otra vez mi cuerpo (ríe). La comida es diferente, y eso me cuesta bastante todavía.

Siempre pienso en los reencuentros que dan por la televisión o la radio, donde una persona adoptada se reencuentra con sus familiares. Pienso que siempre se ve la adopción como algo positivo, y en mi caso si fue positivo. Pero no siempre es así, de hecho hay estadísticas que dicen que los adoptados tienen una tasa de suicidio más alta que otro grupo. Me parece que es grave la falta de pertinencia en el caso de nosotros los mapuche, el tuwün, el küpalme, el conocimiento, el idioma. Es como un árbol que crece como una persona, tiene sus ramas, hace su familia, pero si el tronco no tiene las raíces uno no tiene la estabilidad en su vida para seguir creciendo, y cualquier viento lo puede botar.

Alina Namuncura en Icalma, LonquimayAlina Namuncura en Icalma, Lonquima

 

Extractado de: https://interferencia.cl/articulos/adopciones-irregulares-de-ninos-mapuche-en-europa-crecimos-sintiendo-que-no-perteneciamos

 

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