Cristianos y Justicia: Aportes desde el catolicismo para el mundo evangélico – Por Alonso Ignacio Salinas
Cristianos y Justicia: Aportes desde el catolicismo para el mundo evangélico – Por Alonso Ignacio Salinas
Por Alonso Ignacio Salinas*
Como un activista político de confesión
católica, me he encontrado inmerso en un mundo interesante dentro de las
poblaciones y el mundo estudiantil, he conocido a varios evangélicos de
toda denominación y me he abierto a conocer sus convicciones y
tradiciones, descubriendo un mundo lleno de vida y esperanza que
contrasta con el prejuicio que tenía.
El mundo evangélico tiene una enorme
ventaja respecto al católico, la posibilidad de leer las Sagradas
Escrituras y vivir una relación directa con Dios fuera de los límites e
instrucciones jerárquicas de la Iglesia. Sumado a ello, cuando mi
iglesia ha desaparecido de las poblaciones, por el contrario, nuestros
hermanos evangélicos se han tomado las calles, las cárceles y las villas
predicando la Buena Nueva. Sin embargo, veo algunos problemas
importantes.
1) ¿Acaso se vive la Buena Nueva
radicalmente? Se es y predica, pues no existe fe sin obras (Santiago
2:14-19), pero me pone los pelos de punta y me alarma ver que muchos
hermanos se desviven solo para la comunidad de una iglesia y, cuando se
involucra con otros, se busca su exclusiva conversión. Cristo no vivió y
murió por un pueblo en específico, sino por todos (Isaías 11:6-9). Me
preocupa el excesivo proselitismo y falta de tolerancia con el otro,
cuando eso es esencial en la vida misional cristiana.
2) Liberados de las ordenes y las
instituciones políticas que representa muchas veces mi Iglesia (la cual
fue causa de terribles guerras como las Cruzadas, las guerras religiosas
y la persecución de nuestros mismos hermanos por siglos), es que les
pregunto,mis queridos hermanos: ¿Se han liberado de las ataduras
terrenales y pecaminosas para vivir la fe? El origen de los males es la
avaricia, la codicia por el poder político y el dinero (Timoteo 6:10),
pero aun así veo Pastores que se enriquecen a costa de ustedes y los
engañan con diezmos para poder tener mejores autos o casas, cuando el
Diezmo es para la comunidad y el deber cristiano que no es otro que dar
justicia, e incluso ir más allá, pues como cristianos amamos e imitamos a
Cristo (Juan 2:6), lo que implica dar la vida por el prójimo y no por
la avaricia de algunos Pastores.
3) Ligado a lo anterior hermanos míos,
¿qué pasa con la lectura de la Biblia?, muchos gritan y combaten por
ciertos versículos como si fueran caballeros templarios pero olvidan
todo el resto, ¿acaso lo que he leído como ideología de género es un
mayor peligro que la avaricia o la corrupción? Según las mismas
escrituras no lo son. ¿Cómo es que puede haber hermanos que olvidan
Hechos 4:32-35 y prefieren ser egoístas con el migrante, con el
vagabundo, con las y los obreros y campesinos? Les recordaré, con el
profundo amor y respeto que les tengo a todos: “El grupo de creyentes
estaba totalmente compenetrado en un mismo sentir y pensar, y ninguno
consideraba de su exclusiva propiedad los bienes que poseía, sino que
todos los disfrutaban en común. Los Apóstoles, por su parte, daban
testimonio de la resurrección de Jesús, el Señor, con toda firmeza, y se
los miraba con gran simpatía. Nadie entre los creyentes carecía de
nada, pues los que eran dueños de haciendas o casas las vendían y
entregaban el producto de la venta, poniéndolo a disposición de los
apóstoles para que estos los distribuyeran conforme a la necesidad de
cada uno”. Como es que algunos, por asuntos de la llamada “agenda
moral”, olvidan el discurso de María que nos da una misión claramente
política y social para vivirla: “Quitar del trono a los poderosos,
exaltar a los humildes. Colmar de bienes a los hambrientos y dejar a los
ricos con las manos vacías” (Lucas 1:52-53).
Sobre esto les comentaré: que existen
ciertos conceptos en la Teología católica que pueden aportarles una guía
para sus vidas individuales, comunitarias, tanto como comunidad de
creyentes y a nivel barrial, comunal y país.
a) Precio Justo: Para la escolástica los
contratos deben tener un intercambio de igual valor, sea; idéntico (la
cosa misma), equivalente (misma cantidad y calidad, no en su sentido
cuantitativo, sino cualitativo y adjetivo, no sustantivo) y una
proporción; sino sería un enriquecimiento sin causa que dañaría la
alteridad de las relaciones, pues aquel intercambio se fundaría en el
egoísmo. Por ende, el valor de la cosa no recae en un valor inherente o
de utilidad; si tal fuera el caso, valdría más un pan que un diamante[1].
El Justo Precio de los bienes es aquel
que; 1) se desarrolla en un mercado de condiciones competitivas, en que
el intercambio entre compradores y vendedores funciona sin que las
autoridades fijen los precios-, 2) refleja la necesidad, la escasez y
los costos, que varían día a día y permiten hasta al más pobre adquirir
lo necesario para lo necessarium vita y personae
(necesarias para la subsistencia básica como la vivienda o la comida y
la otra las necesidades según la posición relativa de la persona en la
sociedad por mérito, condición social, etc.), 3) donde eventualmente o
normalmente, el productor recupere sus costos luego de una serie de
contratos, 4) y que fomente la armonía social y la justicia (que no
exista lesión enorme)[2].
b) Los Actos Mixtos y la Violencia Mixta:
Principio escolástico incómodo para la actualidad que podemos entender
desde un acercamiento realizado por Odd Langholm respecto al acto humano
y la Violencia Mixta: “Ninguna persona actúa contra su propio mejor
juicio (…) Sobre una persona que se encuentra en circunstancias externas
en que hace algo que no habría hecho en otra situación, Aristóteles
dice que ahí actúa por Bia (Force) -a la fuerza- en un sentido,
pero no absolutamente (…) Nadie elegiría hacer cosas como esas sino por
aquellas circunstancias”[3].
Hoy en día todo se reduce a “es la voluntad de las partes o es lo
permitido legalmente”, pero jamás se debe olvidar la causa de la
decisión y la condición de mayor voluntariedad pero menor libertad que
vive nuestro pueblo hoy en día. Es por esto que entendemos por qué hasta
hoy en día la gente puede realizar hasta los trabajos más degradantes y
en pésimas condiciones, y de todas formas se toma como válido tanto por
las partes dentro del contrato como por el Derecho moderno, pero son
intrínsecamente injustas.
c) Destino Universal de los Bienes: El
derecho a la propiedad privada, adquirida o recibida de modo justo, no
anula la donación original de la tierra al conjunto de la humanidad. El
destino universal de los bienes continúa siendo primordial, aunque la
promoción del bien común exija el respeto de la propiedad privada, de su
derecho y de su ejercicio. Los bienes de producción —materiales o
inmateriales— como tierras o fábricas, profesiones o artes, requieren
los cuidados de sus poseedores para que su fecundidad aproveche al mayor
número de personas. Los poseedores de bienes de uso y consumo deben
usarlos con templanza reservando la mejor parte al huésped, al enfermo,
al pobre[4].
d) La Propiedad Comunitaria: Bajo ese mismo concepto es que Alberto
Hurtado y mi organización aseguran: “La Sociedad vive por el trabajo de
sus ciudadanos: sin trabajo no habría riqueza ni sociedad. Esta idea
podría ser mejor comprendida en una asociación vocacional en la que el
que el trabajador, dejando de ser un simple asalariado, participara de
la propiedad y aun de la dirección de la obra en que trabaja para bien y
servicio de la sociedad”[5].e) Opción Preferencial por los Pobres: Cristo está al lado de los pobres; no a través de la violencia, de los juegos de poder, de los sistemas políticos, sino por medio de la verdad sobre el hombre, camino hacia un futuro mejor. Nuestra realidad: ricos cada vez más ricos a costa de pobres cada vez más pobres, atenta al evangelio. Por ello es que el cristiano tiene una opción por el hombre latinoamericano visto en su integridad, con su amor preferencial pero no exclusivo por los pobres, con su aliento a una liberación integral de los hombres y de los pueblos, Medellín, la Iglesia allí presente, fue una llamada de esperanza hacia metas más cristianas y más humanas[6].
Como conclusión tras estos aportes
sintetizados es necesario decir que no son solo reflexiones idealistas
que no poseen aplicación material, todo lo contrario, pues son centrales
en la vida práctica del cristiano. Ningún cristiano puede votar por
quienes fomentan la exclusión social de los más pobres, por quienes
fomentan la acumulación desenfrenada de quienes tienen más sin
retribuirle algo a la sociedad (como los impuestos que son aspectos
mínimos) o defienda los paradigmas modernos del individualismo y el
egoísmo que permean nuestra vida económica y jurídica. Como también, más
allá de ese espacio público que son las elecciones, en la vida
cotidiana y social el pueblo evangélico, los vecinos y las comunidades
deben salir de la comodidad de solo estar en las Iglesias o marchar en
contra del aborto; hay que predicar y vivir el evangelio con
radicalidad, explorar la solidaridad en la propiedad común; cooperativas
de abastecimiento, de reciclaje, de los diversos oficios y profesiones,
poner los recursos de la Iglesia al servicio de los oprimidos y
excluidos que vino a rectificar el Señor, no permitan que unos pocos se
lleven las riquezas producidas por todos cuando el hermano tiene hambre,
frío, está endeudado o desempleado.
Creo que no hay mejor forma de cerrar
esto que con la famosa frase de un gran cristiano y sindicalista,
Clorario Blest en la revista Germen: “Se ha desfigurado a Cristo ante
las masas hasta el extremo de hacerlo odioso. Silencio alrededor del
obrero que es Cristo: mucha palabrería alrededor del Dios que es rey. Se
ha desfigurado a Jesús, mirándole sólo como Dios, y no como hombre y
obrero, verdadero hermano nuestro según la carne, donde Él quiere y
desea y pide ser imitado y amado”.
[1] Gordley, James (1981): “Equality in Exchange”, California Law Review, Vol. 9, N° 6: pp. 1587-1650.
[2] Ibíd.
[3] Langholm, Odd (1998): The Legacy of Schoasticism in Economic Thought (Cambridge, Cambridge University Press), p. 15
[4]
Iglesia Católica (1992). «Tercera parte, Segunda sección, Capítulo
segundo, Artículo 7: El séptimo mandamiento §§ 2402-2406». Catecismo de
la Iglesia católica. Librería Editora Vaticana.
[5] Hurtado, Alberto (2004): Humanismo Social (Santiago de Chile, Fundación Padre Hurtado), p. 93.
[6] Documento de Puebla
* Estudiante de Derecho UC, Coordinador Jóvenes Izquierda Cristiana y Columnista Reflexión y Liberación.
Pubicado por: https://evangelicosdemocraticos.wordpress.com/2018/12/28/cristianos-y-justicia-aportes-desde-el-catolicismo-para-el-mundo-evangelico-por-alonso-ignacio-salinas/
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