Economía feminista: viva, abierta y subversiva
Economía feminista: viva, abierta y subversiva.
En los últimos años,
escuchamos cada vez más hablar de economía feminista y otros conceptos
relacionados: cuidados, sostenibilidad de la vida, impactos de género de
la crisis… Pero ¿de qué hablamos cuando hablamos de economía feminista?
La economía feminista (en adelante, EF) es una teoría económica y es
también acción.
No podemos pensar teoría y
acción por separado: la teoría económica feminista observa un sistema
económico que se construye sobre la desigualdad de género y la alimenta.
Frente a ello, lanza propuestas para avanzar hacia una economía
distinta, donde haya una manera de producir, intercambiar, consumir y
cuidar que desafíe las relaciones de dominación y ponga la vida en el
centro. En este artículo nos centramos en la propuesta teórica de la EF.
Os invitamos a acompañarnos en ese recorrido teniendo siempre en mente
que, tras las palabras, hay prácticas, y viceversa.
1- Una forma distinta de mirar la economía
La EF no es un cuerpo único de
ideas sino una diversidad de planteamientos que van más allá de hablar
de la situación específica de las mujeres y/o de su diferente posición
respecto a los hombres en la economía, o de proponer políticas que
moderen los impactos de género negativos del funcionamiento del sistema
económico. Suponen un cuestionamiento fundamental de la disciplina. Ello
se propone desde un cruce heterogéneo entre diversas escuelas
económicas heterodoxas (marxismo, post/keynesianismo,
institucionalismo…) y diversas corrientes feministas (liberal, radical,
marxista, ecofeminista, descolonial…). Existe una pluralidad de
aproximaciones que conviven y se retroalimentan, otorgando una gran
riqueza y versatilidad a los debates. Esta capacidad de diálogo ha
permitido históricamente a los feminismos en general, y a la EF en
particular, problematizar y deconstruir miradas para poder
reconfigurarlas desde pensamientos complejos e inclusivos.
La EF tiene al menos tres
objetivos principales. Primero, busca identificar los sesgos
androcéntricos de las teorías económicas, que impiden tener una
comprensión integral de la economía y de los procesos de
inclusión/exclusión que en ella se producen, especialmente de los
marcados por el género. A partir de ahí, pretende obtener herramientas
conceptuales y metodológicas para revertir dichos sesgos y aplicar una
perspectiva feminista a la comprensión de fenómenos económicos,
desplazando el eje analítico de los mercados a los procesos que
sostienen la vida. Con todo ello, se propone reflexionar sobre los
procesos y políticas económicas actuales recuperando las esferas
invisibilizadas de la economía y preguntándose cómo interactúan con la
desigualdad entre mujeres y hombres.
La EF rompe con la economía convencional en múltiples aspectos. A nivel epistemológico, cuestiona las gafas androcéntricas con
que la economía neoclásica observa todo, y su estructura de pensamiento
dicotómica y androcéntrica, que excluye sistemáticamente lo feminizado.
También denuncia que el objeto de estudio de la economía queda reducido
a los aspectos mercantiles, relegando a la invisibilidad la naturaleza,
las necesidades del cuerpo y las relaciones humanas, incluyendo la
reproducción del poder (en base a la clase, el género, la raza, etc.). A
nivel metodológico, critica la primacía de las matemáticas y la lógica
hipotético-deductiva. El empeño en construir modelos matemáticos para
explicar procesos sociales no sólo deja fuera infinidad de elementos
fundamentales, sino que permite ocultar el papel que juegan los juicios
de valor del contexto social y de la propia ideología del sujeto. La
pedagogía ortodoxa, con su enseñanza de la economía unidireccional y en singular, también es criticada. Y, por último, hay un cuestionamiento político, desentrañando
las implicaciones de la estrategia capitalista que sustenta esta
corriente de pensamiento. La economía ortodoxa no es inocente, sino útil
para el mantenimiento del statu quo y la desigualdad de género.
2- Aportes conceptuales y metodológicos
La EF se define por asumir un
compromiso expreso con la comprensión y superación de las desigualdades
de género en el ámbito económico, partiendo de una idea clave: no
podemos entender (ni eliminar) estas desigualdades si no incorporamos
los trabajos no remunerados. Se diferencia de la economía del género,
que es una subcorriente ortodoxa caracterizada por intentar erradicar
los sesgos androcéntricos sin cambiar el discurso neoclásico; y por
intentar acabar con la desigualdad sin cuestionar el capitalismo. Este
enfoque, que definimos como añada mujeres y revuelva,se
distingue de la EF en tres cosas: sigue restringiendo el análisis a las
dimensiones monetizadas de la economía; le preocupa el género, pero lo
considera una construcción ideológica, que impacta en la economía, pero
no es parte en sí de la economía; y aspira a realizar buena ciencia, no manchada por la política. Por contra, la EF afirma que economía sí
es más que mercados, que el género sí importa y que el conocimiento sí
es político. Estas tres afirmaciones son sus tres elementos
definitorios, que unen a la pluralidad de miradas.
2.1- Economía es más que mercados
La EF entiende que economía
son todos los procesos de generación y distribución de recursos que
permiten satisfacer las necesidades de las personas y generar bienestar,
pasen o no por los mercados. Trabajo son todas las actividades humanas
que sostienen la vida, no sólo aquellas que se realizan a cambio de unos
ingresos. En este punto, la EF se diferencia de numerosas corrientes
heterodoxas que, al igual que la economía ortodoxa, usan la frontera
mercantil para definir lo económico y reducen la noción de trabajo a
trabajo asalariado.
La EF apuesta por desplazar el
eje analítico y político en torno al cual construimos la economía: de
los mercados a la sostenibilidad de la vida. A la hora de analizar el
sistema económico, para la EF los agentes a tener en cuenta son los
mercados, el estado, los hogares y las redes sociales y comunitarias.
Necesitamos entender su interacción para comprender todos los procesos
mediante los cuales generamos y distribuimos los recursos necesarios
para la vida, comprendiendo cómo las relaciones de poder se van
reconstruyendo en esos procesos. A nivel político, apuesta por mejorar
el funcionamiento de la economía para que todas las personas tengamos
acceso a una vida digna de ser vivida.
En el desplazamiento del eje
analítico desde los procesos de valorización de capital hacia los de
sostenibilidad de la vida, adquiere creciente relevancia la noción de
(trabajo de) cuidados. Al poner los cuidados en el centro, se saca a la
luz que la vida es vulnerable (si no se cuida, no hay vida) e
interdependiente (la única forma de cuidarnos es junto al resto). La
economía no se ve como el sumatorio de acciones individuales de sujetos
autosuficientes, sino como una red de interdependencia. La labor de la
teoría económica es entender cómo funciona esa red y qué conflictos la
atraviesan.
2.2- El género sí importa, y mucho
La EF introduce las relaciones
de género como un elemento constitutivo del sistema socioeconómico. Se
pone cuerpo a la teoría, reconociendo que los agentes económicos no son homos economicus abstractos,
sino sujetos marcados por el género, la raza/etnia, la clase social, la
condición migratoria, la orientación sexual, la identidad de género,
etc. La EF desvela que el Robinson Crusoe que la economía neoclásica
utiliza en sus modelos matemáticos, asegurando que es una metáfora
universal del ser humano, realmente es el símbolo del sujeto
privilegiado en el sistema económico dominante: el BBVAh (blanco,
burgués, varón, adulto, heterosexual) sin diversidad funcional, urbano,
occidental. Esta figura convierte a todo el resto de personas en el otro.
La EF también se diferencia de
las corrientes heterodoxas que consideran que la economía es solo
escenario de un enfrentamiento de clases y dedican una atención nula o
secundaria a las desigualdades de género. Para la EF las relaciones de
género sí son económicamente relevantes. Para entenderlas, desagregar
datos por sexo es fundamental, pero no suficiente. El género no es solo
una variable, sino una categoría de análisis, una lente para observar
las dimensiones heteropatriarcales del sistema económico y de la teoría
económica.
2.3- El conocimiento es siempre social y político
La EF afirma que la producción
de conocimiento, en tanto que proceso social, está afectada por los
conflictos sociales y responde a un fin político. Una tarea importante
para la EF es redefinir los criterios que validan el conocimiento, dado
que no se cree en la objetividad como neutralidad valorativa. Apuesta
por lo que denomina la objetividad reforzada, que se consigue al
reconocer la posición desde la que se habla, responsabilizarse de ella e
identificar el objetivo político que se persigue. La EF, al reconocerse
feminista, no introduce valores donde no los había, sino que los
explicita, y, en ese sentido, es más objetiva que aquellas teorías que
pretenden ser neutrales.
3- El funcionamiento del capitalismo heteropatriarcal
La EF entiende la socioeconomía como un circuito integrado producción-reproducción.
Mercados y estado conforman la esfera monetizada, donde se dan el
trabajo remunerado, flujos monetarios (créditos, remesas, etc.) e
intercambios mercantiles. Hogares y redes conforman la esfera no
monetizada, a la que podemos llamar espacio de sostenibilidad de la vida.
Ahí hay multitud de formas de trabajo no remunerado que sacan a la luz
trabajos invisibilizados, históricamente asignados a las mujeres,
realizados de manera gratuita o mal pagada, que son imprescindibles para
el funcionamiento de la economía y la generación de bienestar.
Al poner en el centro los
procesos de sostenibilidad de la vida, la EF identifica la tensión
fundamental del capitalismo: la contradicción entre el proceso de
acumulación de capital y los procesos de reproducción de la vida. Para
la producción, las condiciones de vida son una variable de ajuste y la
reproducción de la mano de obra es un coste; para la reproducción el
objetivo son las condiciones de vida y la producción de mercancías es un
medio. Hay una tensión estructural e irresoluble entre el capital y la
vida. La acumulación de capital es el proceso priorizado por definición
en el capitalismo. El conjunto social está puesto al servicio de los
mercados, con lo que no hay una responsabilidad colectiva en generar
condiciones de vida dignas y la vida del conjunto social y del planeta
está siempre amenazada, al estar puesta al servicio del poder
corporativo: del BBVAh que domina el proceso de acumulación.
En este sentido, la EF
confluye con el marxismo, que denuncia el conflicto entre el capital y
el trabajo asalariado, asegurando que el beneficio se hace explotando la
mano de obra. El feminismo añade que el conflicto es más de fondo, con
la vida humana misma (lo que se mercantiliza es la vida y lo que se
invisibiliza son los cuidados que la sostienen). Y aquí se suma a la
economía ecológica, que argumenta que el capitalismo explota y agota los
ecosistemas, poniendo en riesgo todo lo vivo.
La siguiente pregunta es cómo
logran salir adelante, mal que bien, los procesos vitales que están
amenazados por los mercados capitalistas. Y aquí la EF insiste que es en
los hogares y las redes de afinidad donde se asume esta
responsabilidad. Los cuidados son aquellos trabajos que reparan el daño
hecho por los mercados y hacen todo lo demás necesario para que la vida
salga adelante. El heteropatriarcado feminiza estos trabajos (se los
impone a las mujeres) y los invisibiliza: la única forma de vivir en un
sistema económico donde la vida está amenazada y que el conflicto no
estalle es no viendo el problema. El heteropatriarcado garantiza la
existencia de esferas y sujetos subyugados que resuelven silenciosamente
la vida que el capitalismo ataca.
4- Una economía feminista imperfecta, viva y práctica
A partir de esta lectura de la
realidad económica, la EF considera que no es posible lograr la
igualdad sin poner patas arriba el sistema económico. Las propuestas y
prácticas concretas que surgen desde aquí son diversas y con distintos
niveles de ruptura con las instituciones vigentes. Pero, en general,
todas ellas combinan la apuesta por construir otra economía que haga las paces con el planeta; que
ponga las condiciones para una vida que merezca ser vivida en el
centro, entendiendo que esta es una responsabilidad compartida que ha de
salir de las manos de (ciertas) mujeres; y erosionando las relaciones
heteropatriarcales que mantienen el sistema.
La EF no es una mirada única.
Se construye globalmente como teoría y como acción en multitud de
espacios diversos: desde las instituciones legitimadas como las
creadoras de saber y de política y también (o, quizá, sobre todo) desde
fuera de esas instituciones. Debemos hacer un llamado urgente a seguir
entendiendo la EF como un proceso vivo de creación colectiva, en el que
poner tanto a dialogar nuestras discrepancias, como a trabajar nuestras
alianzas, en la búsqueda de otras economías posibles, nombradas con
otras palabras posibles.
*Amaia Pérez Orozco es una de las
integrantes del Eje de precariedad y economía feminista y Astrid Agenjo
Calderón es miembra del Observatorio GEP&DO y de la Universidad
Pablo de Olavide.
**Astrid Agenjo Calderón es profesora en el Departamento de Economía, Métodos Cuantitativos e Historia Económica de la Universidad Pablo de Olavide.
* Una versión más amplia y con algunas diferencias de este
artículo se ha publicado en el nº 29 de la publicación de Economistas
sin Fronteras Dossieres EsF, que lleva por título genérico “Economía
Feminista: Visibilizar lo invisible”
https://ecosfron.org/wp-content/uploads/Dossier-29_finales.pdf
1 de mayo 2018
Fuente: http://ctxt.es/es/20180502/Politica/19356/eonomia-fiminista-heteropatriarcado-genero-cuidados-ecologia-capitalismo-amaia-perez-orozco.htm#.WusmAg5aEmo.facebook
pubicado en: http://www.cctt.cl/nuevocorreo/2018/06/16/economia-feminista-viva-abierta-y-subversiva/
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