Miguel Enríquez, una vida fecunda que perdura en el tiempo. Por Sergio Rodríguez Gelfenstein
Miguel Enríquez, una vida fecunda que perdura en el tiempo. Por Sergio Rodríguez Gelfenstein
5 septiembre 2024
El
próximo 5 de octubre se cumplen 50 años de la caída en combate de
Miguel Enríquez, secretario general del Movimiento de Izquierda
Revolucionaria (MIR) de Chile. Hace unos años en conmemoración de esta
efeméride pronuncié unas palabras en un evento al que me invitaron.
Retomo el “ayuda memoria” de esa intervención y las actualizo para la
necesaria recordación de la vida y la obra de Miguel Enríquez.
No
quiero caer en una falsa originalidad que me lleve a emitir palabras
fatuas, rememorar lugares comunes y pronunciar las frases no
comprometidas que caracterizan esos discursos en que se conmemora la
vida y obra de un luchador popular, para después, en la vida cotidiana,
hacer todo lo contrario de lo que se dice.
No vengo solo a decir
“honor y gloria”. Por ello, me voy a permitir usar el verbo encendido de
un gran revolucionario venezolano, Jorge Rodríguez padre, quien el 2 de
octubre de 1975 en el primer aniversario de la caída en combate de
Miguel Enríquez en un discurso pronunciado en el Aula Magna de la
Universidad Central de Venezuela dijera que: “Rendir homenaje a Miguel
Enríquez es para los revolucionarios venezolanos y de cualquier parte
del mundo un compromiso y un deber irrenunciable”, agregando más
adelante que ello era “… comprometerse a trabajar seriamente por la
formación de las herramientas de combate de los pueblos oprimidos del
mundo…”
Han pasado 49 años de esa fecha memorable y 50 del último
combate de Miguel Enríquez en la calle Santa Fe de la comuna San Miguel
en Santiago de Chile. La situación del mundo, de América Latina, de
Chile y Venezuela es otra, pero el impacto de su ejemplo sigue estando
presente, como lo testimonian las decenas de actos que se están
realizando durante estos días en Chile y otros países.
Persiste sin
embargo, en algunos sectores, la idea de que el Movimiento de Izquierda
Revolucionaria (MIR), del cual Miguel era Secretario General adoptó
posiciones de ultra izquierda que jugaron un papel determinante en la
caída del gobierno de la Unidad Popular (UP) que presidía Salvador
Allende. Esas ideas estuvieron y están presentes en Venezuela. Creo que
vale la pena esbozar algunas reflexiones al respecto como desagravio a
Miguel Enríquez cuando se conmemoran 50 años de su desaparición física.
La
manida acusación que se le daba al MIR de ser una organización de
ultraizquierda obligaría a establecer una definición respecto de ¿qué es
“izquierda”? de manera que ubique tal caracterización en su justa
dimensión, sobre todo porque se ha hecho una descontextualización
interesada.
Para que haya ultraizquierda tiene que haber izquierda.
En el Chile de 1973 era indudable que existían organizaciones que
asumían la vida desde esa posición política. Sin embargo, el diagnóstico
más acertado de lo que iba a pasar y pasó fue el que hizo el MIR
conducido por Miguel Enríquez. Otra cosa es que este movimiento no haya
estado preparado para enfrentar exitosamente la situación creado, cuando
se suponía que así sería.
Habría que recordar que hasta el
presidente Allende creyó en esa posibilidad cuando en medio de la
defensa de La Moneda el 11 de septiembre, le indicó a su hija Beatriz
que le comunicara a Miguel Enríquez, el siguiente mensaje: ¡Ahora es tu
turno Miguel! El propio Secretario General del MIR había expuesto su
punto de vista respecto de la situación y la posibilidad palpable de un
golpe de Estado en el discurso que hizo en el teatro Caupolicán de
Santiago el 17 de julio de ese año. No obstante, nada demerita la
indudable contribución posterior del MIR al fin de la dictadura. Miguel
Enríquez sembró un ejemplo de consecuencia que estuvo presente hasta el
último día del gobierno cívico militar que, derrotado en 1989, sigue
ejerciendo poderosa influencia hasta hoy en la política chilena.
Debo
reconocer que desde mi modesta posición de estudiante secundario fui un
acérrimo adversario del MIR y que fue en las trincheras de combate de
la guerra de liberación de Nicaragua en 1979 cuando patenticé la
futilidad de esa animadversión construida interesadamente por dirigentes
de la izquierda tradicional chilena. Descubrí en los militantes del
MIR, compañeros de una extraordinario convicción y acendrados valores de
solidaridad y lucha.
Todo esto para decir que aquellos que nos
ubicábamos en la “izquierda” y que caracterizábamos al MIR de ser una
organización de ultraizquierda, no distábamos –a pesar de las
diferencias- de asumir posiciones equivocadas en cuanto a la definición
del enemigo principal, que permitiera el establecimiento de una correcta
política de alianzas para sumar fuerzas -en la diversidad – a fin de
enfrentar desde mejores posiciones al imperio y sus lacayos locales.
Vale
decir, que en el Chile de hoy, una gran cantidad de los dirigentes de
esa época, los del MIR y los de todos los partidos que integraban el
gobierno de la Unidad Popular, son parte del sistema creado por Pinochet
y usufructúan de él. He ahí la insignificancia del debate de aquellos
años cuando se descubre hoy, que unos y otros aspiraban a lo mismo.
La
desesperación por ser gobierno está hoy por encima de cualquier
convicción y de cualquier comportamiento ético que se hubiera podido
tener en los años gloriosos de la Unidad Popular, incluso estableciendo
acuerdos con los promotores del golpe de Estado, que son los mismos que
en la actualidad atacan a Venezuela en cuanto foro internacional
participen, son los mismos que apoyaron el golpe de Estado de 2002
contra el Presidente Chávez, los mismos que estuvieron airosos en Cúcuta
en 2019, los mismos que participaron activamente en el grupo de Lima.
Vale
decir que el gobierno actual -caracterizado como de “centro izquierda”-
mantiene las prácticas neoliberales que cimentó la dictadura
pinochetista, paralizó la movilización popular de 2019, saboteó la
convocatoria a una asamblea constituyente originaria que derrumbara
legalmente el sistema constitucional creado por el dictador y se ha
convertido en un feroz represor de estudiantes, trabajadores y mapuche.
Visto
de esta manera, podríamos preguntarnos, ¿quién fue?, ¿quién era y quién
es de izquierda? y ¿quién de ultra izquierda y quién una izquierda
reformista sin vocación de poder? ¿Quién desperdició las potencialidades
de participación y organización popular que generó el gobierno de la
UP? Ubicados en otra perspectiva, se podría acusar a los partidos de la
izquierda tradicional de ser los principales culpables del golpe de
Estado. Ni lo uno, ni lo otro, eso sería hacer una caricatura simplista
de la lucha política y social
Asumir un análisis tan superficial y
ramplón, significa subestimar las increíbles potencialidades
desestabilizadores del imperio que utiliza todos los instrumentos
políticos, económicos y militares para retrotraer el curso de la
historia. Las verdaderas explicaciones del golpe de Estado deben
buscarse en esto, y en la incapacidad que tuvo el movimiento popular
para construir una correlación de fuerzas que hiciera avanzar el proceso
de cambios sin equivocar cuál era el enemigo principal. En el caso de
Chile de 1973, ciertamente el MIR no podría ser ubicado en esa
dimensión.
Miguel Enríquez se cansó de esbozar una propuesta de
organización y de lucha para los trabajadores y el pueblo chileno. Lo
hizo en innumerables entrevistas, discursos y cartas desde mucho antes
del golpe de Estado, incluso desde antes que el presidente Allende
llegara al gobierno. Por supuesto, fue atacado ferozmente desde la
derecha y sacralizado como profano por la izquierda tradicional.
Posterior
al 11 de septiembre, en fecha tan temprana como el 17 de febrero de
1974, se dio a conocer la “Pauta del MIR para unir fuerzas dispuestas a
impulsar la lucha contra la dictadura”. Todavía bajo la dirección de
Miguel Enríquez, el documento exponía que: “La tarea fundamental es
generar un ancho bloque social que desarrolle la lucha contra la
dictadura gorila hasta derrocarla. Para ello es necesario unir al
conjunto del pueblo en la lucha contra ella y, a su vez, es necesario
estratégicamente alcanzar el máximo grado de unidad posible entre todas
las fuerzas políticas de la izquierda y progresistas dispuestas a
impulsar la lucha contra la dictadura gorila”. Proponía crear un Frente
Político de la Resistencia al que convocaba a participar a los partidos
políticos de la UP, a los sectores del Partido Demócrata Cristiano (PDC)
dispuestos a combatir la dictadura gorila y al MIR.
A su vez,
proponía construir la unidad a partir de una plataforma inmediata con
tres objetivos: la unidad de todo el pueblo contra la dictadura gorila,
la lucha por la restauración de las libertades democráticas y la defensa
del nivel de vida de las masas. Esta plataforma amplía permitía la
incorporación de todos los sectores que estaban realmente en contra de
la dictadura.
Hoy se podría establecer elementos comunes entre
aquella situación y la que enfrenta hoy Venezuela, la más importante de
los cuales es la intención manifiesta de Estados Unidos de repetir en
Venezuela lo que logró en Chile hace 51 años. En ambos casos, lacayos
locales se pliegan de manera servil a los intereses imperiales y asumen
posturas terroristas para cumplir sus objetivos. Así mismo, en ambos
casos, aplicar una correcta política de unidad hubiera conducido o
conduce ahora a la acumulación de fuerzas necesarias para avanzar.
Es
válido, haber adversado o adversar al MIR chileno y sus propuestas de
lucha en las décadas de los 60 y los 70 del siglo pasado, pero hay que
tener altura de miras para reconocer la innegable valía moral y ética de
Miguel Enríquez. Solo su consecuencia revolucionaria le hizo quedarse
en Chile tras la instauración de la dictadura, para asumir un papel en
la dirección de las fuerzas de la resistencia. No se puede separar la
actitud del MIR de la de su Secretario General.
Miguel Enríquez fue
la figura más visible de una pléyade de dirigentes que configuraron una
etapa de la lucha política muy compleja en la que hubo que transitar
desde el reformismo social cristiano soportado por la Alianza para el
Progreso, a los días luminosos del gobierno del presidente Allende y de
ahí, a la dictadura criminal de Pinochet, también sostenida política,
militar y económicamente por Estados Unidos y el armazón político que le
proporcionó la derecha fascista y demócrata cristiana al hacer una
férrea y desleal oposición a Salvador Allende.
Recordar a Miguel
Enríquez es un acto de justicia, es una responsabilidad con la memoria
que debe acompañar la lucha de los pueblos, es reafirmar que tras una
etapa viene otra en la que se ratifica el compromiso en la búsqueda de
un mundo mejor, es tener la seguridad de que su ausencia física no
impide compartir con alegría la grandeza de un hombre que solo vivió 30
años, pero que estará presente de manera imperecedera en la lucha y la
victoria de Chile y de América Latina.
www.sergioro07.blogspot.com
Extractado de: https://werkenrojo.cl/miguel-enriquez-una-vida-fecunda-que-perdura-en-el-tiempo-por-sergio-rodriguez-gelfenstein/
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